Mucho se ha escrito en las recientes semanas respecto a la fuerte devaluación que ha sufrido nuestro peso mexicano contra el dólar, algunos vinculándolo con el anuncio de alza de tasas de interés realizado por la Reserva Federal de los Estados Unidos, otros más lo relacionan con la salud económica de China y sus repercusiones en el panorama económico global.
Probablemente tengan razón los analistas en considerar estos dos factores como cruciales a la hora de analizar un tema tan complejo como lo es la paridad cambiaria, pero existe una tercera teoría, una especulación tal vez menos conocida y difundida, pero no por ello menos reveladora a la hora de entender un fenómeno que ya está comenzando a afectar la actividad económica del país.
Desde el famoso error de diciembre de 1994, el Banco de México decidió liberar el peso de un tipo de cambio artificial y comenzar a regirse bajo las fuerzas de oferta y demanda, acordando intervenir en los mercados única y exclusivamente ante casos extremos para proteger la estabilidad macroeconómica del país.
Pero cuál ha sido la sorpresa al encontrarnos que desde marzo del 2015, nuestro banco central ha estado subastando entre 50-200 millones de dólares diariamente, independientemente de si el peso atraviesa por un por un momento tortuoso o de absoluta calma en los mercados, una incongruencia en política monetaria.
Es necesario aclarar, que estos millones de dólares provienen directamente de las reservas internacionales de México, cuyo objetivo principal no es otro que coadyuvar a la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional, mediante la compensación de la balanza de pagos, es decir, las diferencias entre los ingresos y egresos de divisas del país.
Las reservas internacionales de México presentaron una disminución histórica en el 2015. Desde el 2006 no disminuían y, de acuerdo con la base de datos del Banxico que abarca desde 1996, no habían disminuido 1,000 millones de dólares en un año, hasta el 2015.
Las reservas pasaron de 193,045 millones de dólares, en última semana de diciembre del 2014, a 176,723 millones, correspondientes al jueves 31 de diciembre del 2015, una alarmante disminución del 8.5% en tan solo un año.
¿Cómo se relaciona la depreciación del peso con la disminución de las reservas internacionales y la insensatez en el modus operandi de Banxico?
La respuesta es simple: cada dólar que vende Banxico le representa una ganancia, es decir, si suponemos que ese dólar lo compró en 12 pesos años atrás, en este momento está ganando más de seis pesos por dólar vendido, y en el último año la cifra asciende a una ganancia de más de 60 mil millones de pesos, un recurso nada despreciable cuando tomamos en cuenta los mínimos históricos del petróleo y su pobre perspectiva para años venideros.
¿Y qué buscaría hacer el banco central con ese dinero? Nada, porque si es un remanente de operación debe entregarlo, por ley, al gobierno federal.
Ahí estaría la raíz del engaño porque, se olvida con frecuencia, que existen dos instituciones en la Comisión de Cambios, una es Banxico, pero la decisión final en cualquier determinación corresponde a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
Es la SHCP la que está reticente a recortar el gasto público a pesar de que el ingreso petrolero se esté colapsando, y la reforma fiscal no ha cumplido con los niveles de recaudación prometidos, por lo que las subastas del Banxico, en realidad, pueden ser producto de órdenes de la SHCP para hacerse de recursos por cualquier medio, y eso, mis pocos pero fieles lectores, es una aberración al principio básico de autonomía que hace (o hacía) del Banco de México una entidad en teoría apartidista, apolítica y fuera de todo conflicto de interés.
Y eso, es verdaderamente preocupante para la estabilidad financiera y macroeconómica del país.
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