Por Ramón Durón Ruíz
Osho, el sabio líder espiritual y filósofo indio afirma: “¿Dónde está el miedo? En la vida, no se le puede tener miedo a nacer, porque es algo que ya ha ocurrido, ya no se puede hacer nada al respecto. Tampoco se le puede tener miedo a vivir, porque es algo que ya está ocurriendo. Y tampoco se le puede tener miedo a morir; porque es algo que ocurrirá, hagas lo que hagas. Así que, ¿dónde está el miedo?”
El miedo está, en quienes no hemos encontrado el camino para deshacernos de él, es una emoción negativa en torno a la cual giran otras, como la culpa, el rencor, el resentimiento, el odio, etc., que son un círculo vicioso que construye bardas, en lugar de puentes, separándote del ser de luz que eres.
El miedo hace que se pierda la frescura de tu vida, te separa de la suave lozanía del amor, te extravía en la fiesta de la vida, “arruga tu alma”; el miedo a un problema, a un dolor próximo, es más grande que el problema o el dolor mismo.
Cuando vives en la energía negativa que el miedo genera, éste te incapacita. “El miedo es una emoción difícil de manejar, el dolor lo lloras, la rabia la gritas, pero el miedo se atraca directamente en tu corazón”1
Cuando aceptas que hay un miedo que te daña, lo dejas de reprimir y te das permiso de platicarlo, experimentándolo en la totalidad en tu mente-cuerpo-alma; al verbalizarlo, al darle la luz, le quitas poder, como por arte de magia abres tu alma, entonces llega una reconfortante paz interior que te conecta con tu sabiduría y con tu sentido de vida.
Infinidad de situaciones y cosas a las que temes, son porque te las has tomado de manera personal o son producto de tu imaginación, sólo te inquietan, haciéndote sufrir, pero nunca llegan. Mientras el amor te conduce a ver el universo en su majestuosidad, te colma de bendiciones, aviva tu Fe y te mantiene vivo; el miedo trasforma las soluciones en problemas, tensa tus nervios, te estresa, te paraliza, atrofia tus dones.
Cuando aceptas y reconoces los miedos que corroen tu alma, lanzándolos al aire como juegos malabares, vivirás con tu conciencia alerta, serás capaz de trasformar el sufrimiento que genera el miedo en enseñanzas, en sabiduría, permitiéndote que entren las bendiciones, transformándose en una fuerza creadora.
No malgastes tu tiempo viviendo atrapado por el miedo, que corta tus alas, en lugar de temer al ridículo, de que las cosas no funcionen, que sucedan cosas malas, escucha la voz de tu corazón, sigue tu intuición, amate, se tú mismo, alégrate por el racimo de milagros y de cosas buenas que viven en ti.
El miedo te lleva a hacer las cosas a medias, a sobrevivir; tropezarte forma parte del camino que afronta al miedo, que es una red que atrapa tus ilusiones, enfréntalo, toma la decisión de vivir, de experimentar tu alegría.
En la ley de la atracción, a todo aquello que le temes, lo atraes, cambia la visión, el miedo daña más personas que cualquier virus, generalmente no reconocemos temer a algo; cuando lo reconoces lo enfrentas, entonces el miedo al cambio se desvanece, triunfas sobre los temores, empiezas la tarea… el éxito llega por añadidura.
Resulta que “en una operación de maniobras militares conjunta está un general americano, un canadiense y uno mexicano. El americano, para impresionar, coge la bayoneta de uno de sus soldados, se la clava en el pie como muestra de que no tiene miedoy es el soldado más valiente.
— ¿Tienes miedo a perder el pie… te duele?
— Negativo, ¡Señooor! ¡No doler, ni tener miedouu soooy un marine norteamericano!
El general canadiense no quiere quedarse atrás, así que se acerca a uno de sus soldados, coge la bayoneta, se la clava en el pie tres veces y le pregunta:
— Soldado, ¿sientes miedo o dolor?
— ¡Nouu, mi generrraall! ¡Porrrque yo soy grrraaaan soldado canadiense!
El general mexicano, llama a un soldado, le coge la bayoneta, calcula donde están los dedos en la bota y le clava diez veces la bayoneta, se la retuerce y luego le pregunta:
— ¿Soldado? ¿Tiene miedo o dolor?
El soldado mexicano, erguido, saluda y responde con aire marcial:
— ¡NO MI GENERAL!
— ¿Por qué? –pregunta intrigado el General.
— ¡Porque calzo del 5…! ¡Y ME DIERON UNAS ‘INCHES BOTAS DEL 12!”
1. David Fischman, escritor peruano.