“El Taller del Orfebre”
Karol Wojtyla quien a partir del mes de octubre de 1978 se convirtió en el Papa Juan Pablo II, hasta el 2005 año de su muerte, de joven fue un amante del teatro y la poesía, según datos biográficos sobre Wojtyla, a los 19 años de edad debutó como actor de teatro, y con el transcurso del tiempo escribió varias obras de teatro entre las que destaca la titulada: El Taller Del Orfebre.
La obra: El Taller Del Orfebre, fue publicada en el año 1960, el titulo va acompañado de el subtítulo: “Meditación sobre el sacramento del matrimonio, expresada a veces en forma de drama”. Desde el momento en que se lee el subtítulo, queda muy clara la temática que desarrollará la obra, por supuesto que Wojtyla en éste libro nos enseña su talento como poeta y dramaturgo, pero al mismo tiempo aprovecha el contexto de la obra para enviar su mensaje católico sobre el Matrimonio y el Amor.
La obra está dividida en tres actos con la siguiente estructura: “Primer Acto: Los Signos, Segundo acto: El Esposo, Tercer Acto: Los Hijos.” Con esta estructura de tres temas, Wojtyla creó tres parejas donde al final todos los personajes estarán relacionados, Teresa y Andrés desarrollan el Primer Acto, Ana y Esteban el Segundo Acto, Mónica y Cristóbal el Tercer Acto. Existen más personajes y casi todos ellos son simbólicos, ejemplos son: Adán, el Esposo, las Vírgenes, sin embargo, el personaje clave en toda la trama es el viejo y sabio Orfebre, porque él será el viejo sabio que en su tienda les venderá a las parejas los anillos que los une, los enlaza, los hace una misma persona, y para tratar de ser más claro y concreto, desarrollaré brevemente la historia central de los tres Actos.
En el Primer Acto, Andrés le pide a Teresa sea la compañera de su vida, a ella le pareció muy profundo que no le haya dicho, si quería ser su mujer. Andrés prefirió utilizar el término compañera, Teresa contestó que sí. A partir de esta proposición, ambos personajes empiezan a contar la historia de su amor, Andrés narra que el amor que sentía por Teresa no fue algo rápido e incluso por bastante tiempo pretendió eliminarlo, bloquearlo, porque el andaba buscando su alter ego.
“Andrés: En aquella época pensaba mucho en mi alter ego. Teresa era todo un mundo tan distante como cualquier otro hombre, como cualquier otra mujer. –Sin embargo, algo permitía pensar en tender un puente. Decidí, por tanto, buscar una mujer que fuera realmente mi alter ego, y que el puente tendido entre los dos no fuera frágil pasarela entre nenúfares y cañas. Quería considerar el amor como una pasión y como un sentimiento que prevalece sobre todo lo demás. –Creía en lo absoluto del sentimiento.”
Sí buscamos el amor en nuestro alter ego, existen muchas posibilidades que terminemos solos y frustrados, porque puede ser que el amor se encuentre en las diferencias o incluso en los pequeños detalles, donde si somos atentos ahí están los grandes mensajes de un te amo, me importas, quiero ser parte de ti, entregarme a ti y deseo que tú a mí, el ejemplo de esta entrega sencilla pero profunda, es cuando Teresa andaba de compras días antes de casarse.
“Teresa: Andrés es más alto que yo, así que necesito aumentar un poco mi estatura. –Pensaba, por tanto, en Andrés, en Andrés y en mi misma. Ahora ya siempre pensaba en los dos, y a él seguramente le ocurría lo mismo. –Se hubiera alegrado de haberlo sabido. Iniciamos entonces una conversación acerca de mil detalles relacionados con nuestra boda. Yo le hablaba de aquella corbata suya que tanto me gusta, y de aquel traje oscuro, que le sienta tan bien. Andrés lo escuchaba complacido, no por vanidad, sino porque quería gustarme y deseaba complacerme en todo.”
En el Segundo Acto, Ana estaba dolida y el amor que un día existió entre ella y Esteban, o se había acabado o se encontraba en grave crisis, en este momento de confusión, dolor, desinterés, orgullo, silenció, abandono, ofensas, etc. Ana buscó encontrar el amor en otro hombre, al final no lo hizo, ya sea porque no se atrevió o porque dudó, lo que era un hecho es que su relación era invivible, un día pasó por la tienda del viejo Orfebre y le quiso vender su anillo que por muchos años la había unido a Esteban, el viejo lo pesó y le dijo:
“Esta alianza no pesa nada, la balanza siempre indica cero y no puedo obtener nada de aquélla ni siquiera un miligramo. Sin duda alguna su marido aún vive – ninguna alianza, por separado, pesa nada – sólo pesan las dos juntas. Mi balanza de orfebre tiene la particularidad de que no pesa el metal, sino toda la existencia del hombre y su destino.”
En el Tercer Acto, Cristóbal y Mónica estaban enamorados y el mismo viejo orfebre haría sus anillos de bodas. La mamá de Cristóbal pensaba mucho en la decisión de su hijo, Mónica si bien era una buena mujer, sentía que no se abría por completo al amor de su hijo. Cristóbal no tan solo estaba plenamente enamorado de Mónica, creía que a una persona no sólo se le ama por su carácter, que el amor hace que transcienda todo.
Por supuesto que las conductas de estos jóvenes enamorados, tenían sus orígenes en la historia de sus familias, Mónica era hija de Ana y Esteban, Cristóbal resultó ser hijo de Teresa y Andrés, por lo tanto, Mónica creció en un ambiente de desconfianza, desamor, incomunicación, etc. y Cristóbal no conoció a su padre.
Por todo lo antes señalado, Mónica hacía las siguientes reflexiones previo a su boda: “¿Te alejarás algún día, como mi padre, que es un extraño en su propia casa? ¿Me iré yo como mi madre, que también se ha vuelto otra extraña? ¿Puede el amor humano perdurar a lo largo de toda la vida? Lo que ahora me invade es sentimiento de amor, -pero me invade también una cierta aprensión del futuro, y es el miedo.”
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