Buen día lector:

Este lunes en Poza Rica tuve la oportunidad de observar de cerca el enorme interés que tiene el Gobierno de la República a través de su joven Presidente, en la cuestión de la ciencia y la tecnología.

Esto mediante la promoción de una mayor y más efectiva inversión en el área, como ahí lo explicó y premiando a jóvenes veracruzanos que están dominando esta tecnología, incluso sobre los más famosos a nivel mundial como los japoneses, a los que les fueron a ganar en el mismísimo país del Sol Naciente.

Por cierto, tuve acceso al evento efectuado en el Tecnológico de Poza Rica, gracias a la directa intervención de la representante de prensa del gobierno federal en la entidad, doña Mónica Mendoza, que es una verdadera profesional en su difícil responsabilidad y a la que le reitero mi gratitud.

Por supuesto que agradezco a Aldo y a Oscar que sí se preocupan por apoyar a este reportero.

Allí pude observar un fenómeno curioso, como ya lo había advertido y escrito en este espacio, en la anterior visita presidencial del seis de enero pasado, al WTC de Boca del Río.

Si bien al Presidente de la República Enrique Peña Nieto lo cuestionan en las redes sociales, en la realidad, en los actos públicos “en vivo” dirían las televisoras, la gente de todas las edades lo quiere “apapachar”, lo busca, se quiere tomar fotos con él: se le aglomera, lo reclama, le grita que pose, como sucedió el seis de enero con gente de todo el país y como se observó este lunes con los alumnos del Instituto Tecnológico Superior de Poza Rica y muchas personas que se pelean por un lugar y una foto a su lado.

Ese es un asunto.

El otro, el que atañe a las sociedades, el que involucra a la vida de los veracruzanos, a su bienestar, a su seguridad personal no lo toca, no lo entiendo.

Viene el máximo jerarca de nuestro país a un estado lleno de angustias y temores y no es capaz de enviar un mensaje de aliento y de esperanza; no es capaz de afrontar públicamente esa realidad y decirnos que juntos resolveremos esos problemas, que nos unamos en su entorno para salir adelante. No lo entiendo.

Solo el paso de los días, la historia dirán más adelante lo que suceda. Mientras el máximo jerarca desperdicia esas oportunidades de mostrarnos que es un estadista, así, sin calificativos.

El amor se demuestra en las buenas y en las malas. Los veracruzanos se lo demuestran en cada visita. A nosotros el Presidente, no nos lo expresa abiertamente y con acciones palpables.

Mientras tanto nos seguiremos espantando con todo lo malo que sucede a diario, sufriendo el miedo, ojalá no muertos con ese miedo.

SOBRESALIENTE

Se fue El Chino Palmeros.

Hasta ese pintoresco y hermoso pueblo de Otates envío un muy sentido pésame a nuestros amigos Angel, Jorge, Benito y Carmelita, por la muerte de su padre don Eufrosino, el famoso Chino Palmeros.

Durante muchos años generosamente junto con Nachita su esposa que en paz descansa, recibían en su casa del pueblo, sobre todo en las fiestas de Santa Rosa de Lima el 30 de agosto y la del Pan, el 13 de noviembre, a muchísimos amigos.

Fue allá a mediados de los años ochenta cuando lo conocí a través de su hijo Benito Palmeros, que es un ser humano que ha sufrido en serio los embates de la vida, ha sabido salir adelante y en los trabajos que ha tenido, se ha comportado como un servidor público ejemplar.

Con él y con el Chino recuerdo al inolvidable y siempre honesto Humberto Ortiz Salazar, siempre honorable y digno funcionario público nacido en Otates.

Recuerdo cuando junto con el extraordinario vitralista xalapeño Héctor Aguilar García algunas tardes recorríamos su ranchito en esa maravillosa arbolada soledad de la naturaleza actopense, solos los tres, el Chino nos brindaba maravillosos consejos sobre las enseñanzas de la vida en el campo.

Más tarde rematábamos ya en bulliciosa armonía, entre canciones populares como “el tíbido nívido”, y me retaba a rezar de carrerita el Padre Nuestro en latín: “paternóster-ques inchelis-santificheturnomentum…” y hablar y cantar de dichos como “el hule que se estira y se encoge”, con toda la familia y amigos en su ranchito con bellísima caída de agua conocido como La Poza Azul, precursora de los afamados balnearios El Descabezadero y el Zetal, aquí cerquita de Xalapa y Actopan.

Después de 86 años de hacer el bien, seguramente descansa en paz el gran Chino Palmeros.

Tenga el lector un día de paz y armonía.

gustavocadenamathey@nullhotmail.com