A las 10:00 de la mañana, los más despistados jamás se hubieran dado cuenta de que algo se gestaba. Sin embargo, poco a poco, los estudiantes de la Zona Universitaria empezaban a congregarse. Charlas animadas se oían por doquier, mientras algunos, a través del celular, confirmaban su ubicación o acordaban puntos de encuentro. Las primeras manoplas “En defensa de la UV”, cuya plantilla fue compartida previamente vía Internet, empezaban a dejar verse por el campus.
Apenas un cuarto de hora más tarde, el Circuito Universitario era otro. Los alumnos ya se habían reunido en grandes grupos, ordenados de acuerdo con la facultad a la que pertenecían, y la lluvia que una hora antes había caído con fuerza, reaparecía. Entre estudiantes, profesores y personal universitario, los vendedores de impermeables ofrecían su muy solicitada mercancía.
Al dar las 10:30, los empleados de Rectoría empezaron a bajar, encabezados por Luzio, el halcón mascota de la UV, quien animado como siempre, descendió saludando; fue una lástima que los detalles de la organización mantuvieran tan ocupados a los estudiantes que pocos alcanzaron a verlo. De la misma forma ocurrió con la rectora, pero hay que ser justos: ésta bajó rodeada por tantos representantes de los medios de comunicación que fue verdaderamente sorprendente que ninguno terminara rodando escaleras abajo.
Sin embargo, Sara Ladrón de Guevara sí fue vista por el alumnado cuando cruzó la calle hacia el Gimnasio Universitario Miguel Ángel Ríos Torres. Entonces lo que la rodeó no fueron ni reporteros ni cámaras, sino calurosas ovaciones de todos los miembros de la Universidad Veracruzana ahí presentes.
A las 11:00 de la mañana, la Zona Universitaria empezaba a marchar y entre los paraguas multicolores y las pancartas en alto, las manoplas “En defensa de la UV” se agitaban para dar ánimo a pesar de la lluvia que amenazaba con arreciar. Tras los primeros contingentes, la Facultad de Música hacía su aparición presumiendo de ritmo y alegrando a los empleados universitarios que aún esperaban el banderazo de salida.
La población no dudó en mostrar su apoyo a los marchantes: taxistas, choferes de camiones y conductores particulares hacían sonar sus bocinas, a lo que los universitarios respondían: “¡Sí se ve, sí se ve, ese apoyo sí se ve!”. Más adelante, el Ballet Folclórico de la Universidad y Tlen Huicani encandilaban a los xalapeños al ritmo del son jarocho.
Hacia el parque Los Berros, dos chicos en motocicleta pasaron junto a los manifestantes llevando en alto una piñata de Peppa Pig. Como inspirados, un grupo de manifestantes entonó: “¡Chiquitibum bombita, que nos pague Duarte!”, porra que fue recibida con aplausos y risas, y repetida en múltiples ocasiones durante el camino a plaza Regina.
Frente a las oficinas de Sedarpa, sus empleados sonreían y otros aplaudían abiertamente, levantaban los pulgares hacia los miembros de la Universidad o los fotografiaban: “¡Pose pa’ la foto, que tenemos cámaras!” exclamó una animada mujer, provocando las risas de sus compañeros.
Metros después, una guardería de la zona se robó el corazón de quienes marchaban. Frente a su puerta, pero sin acercarse a la reja de la entrada, los pequeñines sostenían diminutas pancartas que decían “Porque algún día seremos UV”. “¡Awww, ternuritas, cositos!”, exclamaban fascinados quienes los veían.
Y aunque el clima empezó a empeorar al poco tiempo, eso no desanimó a los miembros de la universidad. Protegidos por sus sombrillas e impermeables, incluso se permitían bromear: “¡Ay, este clima, hasta Xalapa tenía que estar presente!”. Y no era para menos: la llovizna no cesaba y la neblina había bajado como si estuviera acompañando a la marcha. “Y mañana de seguro el montón de incapacitados por enfermedad, ¿no?”, vaticinó jocosamente un empleado de Rectoría, a la vez que se ajustaba su bufanda.
“¡El que no brinque es Duarte, el que no brinque es Duarte!” cantaban los universitarios y brincaban; “Duarte, devuelve el dinero”, gritaban y el ambiente se endurecía; “UV, te quiero, por eso te defiendo”, exclamaban. Efusivos, se dejaban la voz en lo que parecía tanto una declaración de principios como una promesa.
Como los empleados de Sedarpa, los del PAN y Movimiento Ciudadano tampoco pudieron resistirse a ver pasar la marcha frente a sus oficinas en el centro xalapeño. Los del partido de Dante miraban desde sus balcones y ofrecían muestras de apoyo efusivas, como brincar y manotear al aire. Los blanquiazules fueron más tranquilos y se limitaron a mirar sonriendo.
“¡Que dicen que ya no cabemos!” bromeaban algunos ya cerca del centro de la ciudad. “¡Que ya se llenó la plaza” completaban y se reían. Pero como si se hubiera tratado de un augurio, efectivamente, la plaza Regina se había atascado, por lo que un extenso grupo tuvo que ocupar la calle Lucio para estar presente en el discurso de la rectora. Ahí, nuevamente hacían su agosto los vendedores de impermeables y paraguas, pues la lluvia era más fuerte que un rato antes. Pero al menos entre tantos cuerpos, el frío no se notaba.
Mientras la rectora hablaba frente a Palacio de Gobierno, la piñata de Peppa Pig reapareció por encima de la multitud, pues sus portadores se entretenían aventándola una y otra vez. Quienes estaban en Lucio y apenas podían escuchar las palabras de la representante universitaria, no podían evitar las risas al ver volar a la piñata.
Poco antes de la 1:00 de la tarde, Ladrón de Guevara dio por terminado su discurso. En instantes, la voz se corrió y estudiantes, académicos y empleados de la universidad se congregaron alrededor de sus líderes para saber cuáles serían las siguientes acciones: algunos regresarían a clases y otros tendrían la tarde libre para descansar de la caminata. Los empleados, por su parte, se dirigieron inmediatamente a sus oficinas, mientras confirmaban si debían checar a la hora de comer.
Pero la plaza Regina aún tardó en vaciarse, pues un pequeño grupo de músicos complació a los rezagados tocando tres piezas que hicieron que varios, a pesar de la lluvia y el frío que empezaba a sentirse de más, se quedaran a apreciar el talento universitario.
Como despedida, las bocinas colocadas en la plaza dejaron oír el tema “La UV no se toca” de la Orquesta Moscovita, y éste resultó tan pegajoso que una joven pareja no pudo resistirse y lo bailó, solitaria pero siguiendo alegremente el ritmo. Algunos metros más adelante, varios estudiantes se apiñaban alrededor del popular Luzio para sacarse la foto del recuerdo; mientras tanto, un par de jóvenes aprovechaban la distracción del halcón para fotografiarse coquetamente junto a sus plumas posteriores.
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