¿Qué misterios guarda la residencia Vaor? ¿Qué misterios guardan los sueños de Dana Bartok? ¿Qué misterio guardan las premoniciones de una madre que se escurre lentamente hacia la locura, como la caída de una gota de miel desde el panal? Pero sobre todo, ¿qué misterios guarda la fuerza del amor?
Estas son las primeras preguntas que surgen cuando uno inicia la lectura de la novela Probaré tu piel de seda de Valeria de la Rosa. Novela de gran aliento escrita con una prosa suave, precisa, a ratos poética, a ratos mística, pero siempre una prosa apasionada; la prosa de una mujer.
Yo recuerdo a Valeria de la Rosa (¿se puede pedir nombre más poético?), la recuerdo en un encuentro de mujeres poetas que no voy a decir hace cuánto. Entonces la poesía en ella era su galardón. Tenía en ese entonces el entusiasmo de las primeras letras, el encanto de la poeta que está aprendiendo a nombrar las cosas de diferente manera.
Cuando me invitaron a presentar su libro quise leer a esa primera Valeria, pristina rosa, la poeta que, advierto, no ha dejado de ser.
He leído algunos de sus poemas en internet, quisiera anotar uno: “Entre la niebla blanca y el frío abrigador,/caminar descalza es menos doloroso que presenciar tu ausencia./Si el viento silba a gritos tu adiós,/¿qué he de hacer para no escuchar./Entonces pedir a llanto tu amor,/no es una opción,/sé que tu adiós no cambiará,/sólo pido entonces amado mío/el regreso de mi corazón”.
El poema me parece un tanto narrativo, lo mismo que los otros poemas que leí de ella. Sus poemas cuentan historias, cualidad de la buena poesía, sus textos no son abstracciones plásticas, ni imágenes dispersas. Sus poemas son concretos, pisan firme en el sendero de la poesía, pero se asoman a los llanos extensos de la prosa.
Este ejemplo, me parece, da fe del conflicto que, intuyo, la autora debió tener en algún momento: ¿Optar por la prosa o por la poesía?
En Probaré tu piel de seda Valeria de la Rosa nos da la respuesta: optar por las dos. Prosa y poesía recorren constantemente este relato tomadas de la mano. Como en un laberinto prosa y poesía sólo se separan en algunas bifurcaciones, pero se recuperan, se encuentran como los ríos que tienen el mismo destinó, el mar.
El título de la novela me inquieta, Probaré tu piel de seda no es una advertencia, es una sentencia que en sí ya es provocativa, la lubricidad del título nos anticipa una historia en donde la pasión habrá de desbordarse y la autora no nos decepciona.
¿Qué secreto guarda la residencia Vaor? Es el primer misterio en el que nos introduce la autora. ¿Quién es Vaor Kitaj?, el dueño de esa casa, un sabio erudito que un día desapareció sin dejar rastro. Dana, la heroína de esta obra es también un misterio, sus sueños se van cumpliendo y eso la atemoriza; las premoniciones de su madre que la consideran una elegida también se cumplen.
Pero para que todo se cumpla tiene que haber amor, y por eso llega Max, el joven ideal, que se acopla a la vida de Dana para que juntos forjen el más grande los misterios que encierra el amor, el sacrificio. Cuando Max cae herido de muerte, Dana no tiene más alternativa que dejar que sus sueños se cumplan, pues en el cumplimiento de su destino está la cura para revivir al ser amado.
En la búsqueda del remedio para curar a este amado Dana recorre, como la Alicia de Lewis Carroll, un universo paradisiaco pero delirante, diseñado por un ser mágico, todopoderoso que es el que la ha elegido; así como Salomón lo hizo con la sulamita, ese ser poderoso le manda sus doncellas para que la preparen y la tengan lista. La sulamita entonces suplicaba: “Yo os conjuro doncellas de Jerusalén que no traten de despertar ni excitar amor [en mí] sino hasta que este se sienta inclinado”.
Pero esa suplica se queda de lado cuando Dana conoce a Lumbra Gezor, el tigre de sus sueños, el que le sentenció desde un principio: “Probaré tu piel de seda”. ¿Quién se puede negar a los designios de Lumbra Gezor?
Probaré tu piel de seda es una novela que abreva por supuesto de las fuentes orientales. Poco conozco de la cultura de la India, pero supongo que Valeria la debe conocer de manera directa. He leído Cartas desde la India de Gloria Friscione de Pérez Jácome y debo suponer que Valeria comparte con la tía esa devoción por esta cultura ancestral.
Como había hecho notar antes, en esta novela también está Alicia a través del espejo, sólo que en este caso sería a través de un tapete, en un mundo hilvanado de maravillas.
Valeria de la Rosa nos expone en esta novela no sólo una historia de amor, nos plantea una explicación sobre el destino, ese que muchos dicen ya está escrito, ese que muchos dicen debemos forjarlo con nuestras acciones. Cierto, Probaré tu piel de seda es una novela sobre el destino, sobre la creación, pero sobre todo sobre el sacrificio, la expresión superlativa del amor.
Después de una dantesca travesía, conducida por Vaor Kitaj, su Virgilio personal, Dana Bartok encuentra el cumplimiento de su destino. Ella es la elegida, para continuar con el ciclo de la existencia. Paradójicamente, para que ese destino se cumpla ella debe elegir, y en esa elección se suma y se consuma el sentido poético y teológico de toda la novela: Para qué haya vida, antes tiene que haber destrucción. Ese es el misterio que tenía que ser revelado, no hay amor, sin sacrificio.
Dana Bartok, alter ego de Valeria de la Rosa lo sabe, después de la lectura de esta novela nosotros también lo sabremos, ahora juntos deberemos cargar con el peso de este conocimiento que es todo un compromiso deleitoso.

*Texto leído en la presentación del libro el día 10 de marzo de 2016

Armando Ortiz aortiz52@nullhotmail.com