Biblia de América

PPC Editorial

Madrid, 2013

II Reyes, forma parte de los Nevi’im, que es la segunda sección del Tanaj (La Ley, Los Profetas y los otros escritos) el libro sagrado de los judíos, y el libro once del Antiguo Testamento de los cristianos. Es el sexto y último de los libros históricos que se conoce como la historia deuteronomista, que se integra con los textos de: Josué; Jueces; 1 y 2 Samuel; 1 y 2 Reyes.

Los acontecimientos que se narran comprenden el tiempo que va del reinado de Jorán (852-841 a.C.) a la liberación del rey Jeconías, después de 37 años de encarcelamiento en Babilonia en 550 a.C. Israel, el reino del Norte, cae en manos de Asiria y en 722 a.C. la capital, Samaria, es destruida y sus habitantes deportados. Judá, el reino del Sur, es invadido por las tropas de Nabucodonosor, y Jerusalén conquistada en 587 a.C. El rey con las familias nobles son deportadas a Babilonia.

En este tiempo son reyes de Israel: Jorán (852-841 a.C.), Jeshú (841-813 a.C.), Joacaz (813-797 a.C.), Joás (797-782 a.C.), Jerbonán II (782-753 a.C.), Zacarías (753 a.C.), Salún (753 a.C.), Menajén (752-741 a.C.), Pecajías (741-740 a.C.), Pecaj (740-731 a.C.), Oseas (731-722 a-C.). En su mandato el rey de Asiria conquista Israel y destruye Samaria. Viene gente de asiria a repoblar el territorio conquistado.

Son reyes de Judá: Jorán (848-841 a.C.), Ocazías (841-835 a,C.), Joás (835-796 a.C.), Amasías (796-767 a.C.), Azarías (767-739 a.C.), Jotán (739-734 a.C.), Ajaz (739-727 a.C.), Ezequías (727-698 a.C.), Manases (698-643 a.C.), Amón (643-640 a.C.), Josías (640-609 a.C.), Joacaz (609 a.C.), Joaquín (609-598 a.C.), Jeconías (598-597 a.C.). En el año nueva de su reinado los babilonios toman el reino y la capital de Jerusalén. El rey Nabucodonosor instala en el reino a Sedecías (597-587 a.C.) tío de Jeconías. Éste es llevado a Babilonia y permanece en la cárcel 37 años. En 550 a.C. es liberado, pero retenido en la corte.

El Reino

La medición del mundo
El primer capítulo narra la muerte del rey Ocazías. Los capítulos dos al ocho están dedicados a la vida y milagros del profeta Eliseo. Del capítulo nueve al veinticuatro se da cuenta de los reyes de Israel y Judá. Se describen la caída de los dos reinos a manos de los asirios. La tónica general del relato, salvo contadas excepciones, es que los reyes violan de manera sistemática la Alianza con Yahvé y se dedican a adorar a otros dioses. En el texto, la violencia es una constante en la historia de Israel y Judá. Buena parte de sus reyes son asesinados, para que después el asesino ocupe su lugar. En venganza o por ordenes de los profetas son asesinadas familias enteras, con todos sus simpatizantes, por haber fallado a la Alianza. Es el caso del rey Ajab y su familia. Los seguidores de Baal también son asesinados, pero la idolatría permanece.

Los investigadores sostienen que I y II Reyes fueron en el origen un solo libro y otros plantean que los dos libros de Samuel y los dos de Reyes fueron un mismo texto, que después, en razón de su tamaño, se dividió en cuatro, para hacerlo más manejable. Los traductores de la versión de los LXX son quienes los separan. Su traducción, del hebreo y arameo al griego, se inicia en el siglo III a.C. (c. 280 a.C.), y concluye hacia finales del siglo II a.C. (c. 100 a.C.).

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En el siglo VI a.C., en el destierro de Babilonia, se elabora la versión final de los dos libros de los Reyes. Los materiales que se utilizan son de origen tradicional y redaccional. Los primeros proceden de fuentes históricas y proféticas. Los segundos son ideas religiosas propias de los redactores deuteronomistas que articulan los relatos ya existentes en el esquema histórico-teológico que ellos desarrollan y es el texto que ahora conocemos.

En 722 a.C. cae el reino de Israel y su capital Samaria es destruida y en 587 a.C. sucede lo mismo con el reino de Judá y Jersualén su capital es conquistada por Babilonia. Parece que Yahvé ha fallado a su Alianza, que ha prometido la grandeza de su pueblo. Desde el exilio se intenta una explicación teológica, no histórica, de lo que pasó. Los escritores-teólogos deuteromistas plantean que Israel y Judá han recibido este castigo porque el pueblo y sus gobernantes fueron infieles a la Alianza con Yahvé. Él es fiel a su promesa, pero el pueblo y los gobernantes no. Es desde la teología del pecado que se estructura la historia de los reyes. Es por sus pecados que el pueblo de Dios se encuentra cautivo. La liberación del rey Jeconías es un signo de esperanza. No todo está perdido y existe la posibilidad de que un día se pueda restablecer el trono de David y su descendencia.

En los dos libros de los Reyes intervienen de manera decisiva los profetas (Eías, Eliseo, Isaías …). Ellos, para los escritores-teólogos deuteronomistas son los heraldos y mensajeros de Dios. Son los centinelas de la Alianza y quienes trasmiten la palabra de Dios. A través de ellos, éste guía y dirige la historia de manera providencial. No son ni las fuerzas ciegas del azar y tampoco las decisiones caprichosas de los poderosos quienes tienen la última palabra. Esa solo corresponde a Dios. Muchas de las intervenciones proféticas actúan como anuncios amenazadores cumplidos, que son, por otro lado, la prueba de que también Dios cumplirá las promesas de salvación.

@RubenAguilar