Buen día apreciado lector:
El joven Paco Bobadilla y este reportero salimos apresuradamente del recinto donde tuvo lugar la convención priísta que ungió a Héctor Yunes Landa candidato del PRI a gobernador de Veracruz.
Había gente de ondequiera, muchísima de aspecto campesino rondaba el lugar.
Como en los viejos tiempos, revivía la ortodoxia priísta.
Igualito que cuando aquellas “bufaladas”; como en la época de Carbonell y Hernández Ochoa; como cuando Acosta Lagunes que soñó hacer de Veracruz el granero y yunque y por poco lo logra; igualito que cuando don Fernando que sin anunciarlo, luego pondría fin a cacicazgos o con Dante y Chirinos y más cuando la popularidad de Miguel Alemán, como hoy la de Héctor, arrasaban.
Así sería con Fidel Herrera y aun con Duarte de Ochoa.
Fue muchísima la gente que vino de todos los rincones gracias al apoyo de los transportistas del tri.
Con razón oí por ahí que el líder cenecista con cara de jeque árabe, Juan Carlos Molina se había molestado porque ya no pudieron entrar al lugar.
“Si no cabían”, justificaban los de organización.
No me gustó mucho que en parte de su discurso el candidato cayera en contradicciones y bravatas. deben analizarlo en el bunker.
Está bien que se comprometió a gobernar “sin enconos ni cobrar facturas” que no le correspondan, pero no me gustó oírle decir que no será un gobernador “carcelero”.
Pero qué necesidad de hablar de los desleales y traidores con la familia y los amigos; ora, ¿para qué comentar que es “la cura, no la enfermedad?”.
Me hubiera gustado escucharle sí, advertir castigos a los corruptos de acuerdo a la ley, hasta ahí; no olvidar que eso lo prometió El Bronco de Nuevo León y a la fecha le siguen reclamando que no ha podido encarcelar al antecesor.
Por ejemplo, cuando Acosta Lagunes llegó con fama de enérgico y fue proclamado candidato, ahí afuerita de la sede estatal en la esquina de Ruiz Cortines y Francisco Moreno, le escuché anunciar que venía “sin pasiones mezquinas, impropias de mi temperamento y mi formación política: corresponderé a este gran honor proclamando un Veracruz moderno, de concordia y no de disonancias o frustraciones”.
Señalaba que la hazaña que se planteaba como reto, era “un largo y humilde esfuerzo de todos los días, un arduo trabajo, una dura y paciente faena y un difícil ejercicio de tolerancia”.
Si me gustó que Héctor también se comprometió “a ser un gobernador honesto y honorable” porque así lo demuestra su trayectoria y la lealtad que tiene a sus amigos y familia.
Eso se lo he observado en buena parte de su vida y es la garantía de que a Veracruz le conviene de gobernador.
“Seré un buen gobernador de Veracruz, seré lo que he sido toda mi vida, seré honesto, leal, seré eficiente y seré decente, honestidad se escribe con H, por algo seré; la honorabilidad se escribe con H, también por algo será, seré leal a Veracruz, a los veracruzanos”, lo cual nadie que lo conozca lo debe dudar.
Bueno, les platicaba que me acompañaba Paco Bobadilla, un joven dinámico, trabajador que se esfuerza en ser positivo, que ya fue alcalde sustituto de Emiliano Zapata y lo hizo bien y que es el papá de mis nietos los cuates.
Paramos un taxi, el número 891 que conducía un simpático fortachón, tal vez jarocho de aspecto cubano.
Nos platicó que conoce a los Yunes y que de jóvenes tenían un negocio llamado El Farolito, al que de noche se metían los ladrones.
De plano muy molesto uno de ellos dijo que iba a tener que llevar a un gatito a cuidar el changarrito.
Cual no fue su sorpresa cuando por la noche se fueron a asomar a la tienda ya cerrada y escucharon unos rugidos. ! Era un león el dichoso gatito!
SOBRESALIENTE
Escribo estas líneas en camino a Pánuco donde mañana el gobernador Duarte habrá de inaugurar la Ciudad Judicial que de hecho ya funciona desde hace varios meses gracias al tesón del magistrado Alberto Sosa Hernández.
Escribir así mientras avanzamos en la carretera es una experiencia complicada. Sobretodo por el pequeño aparato en que lo hago y que no deja de asombrarme.
Por cierto hoy viene el divo a Tlacotalpan. Qué bien.
Tengan lectores un gran día.