El presidente del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, explicó hoy que las normas de la convención del 2012 pueden cambiar en 2016, lo que abre un escenario impredecible si ningún candidato alcanza la mayoría de delegados para asegurar su nominación a la Casa Blanca en las primarias.
En una entrevista en CNN, Priebus confirmó que el comité que establece las reglas de la Convención Nacional de julio puede modificar una norma del 2012 por la que el nominado no solo debe tener la mayoría del total de delegados sino también haber obtenido una mayoría en al menos ocho estados.
El comité de reglas de 2016 elegirá las reglas de 2016 y no hay nada misterioso sobre eso. Yo tiendo a ser una persona a la que le gusta mantener las cosas como están, pero no es mi decisión sino la de los delegados, simplemente es así», afirmó.
Hasta ahora Trump solo cumple el requisito establecido en 2012 de haber ganado la mayoría de los delegados en 11 estados.
Las normas de la convención republicana están en el centro del debate ante el escenario cada vez más plausible de que este año haya una convención disputada, es decir, que ningún candidato llegue al encuentro con la mayoría de delegados (mil 237) que asegura la nominación ni la consiga en la primera votación.
Priebus rechazó la teoría del magnate Donald Trump de que el partido no puede negarle la nominación si llega a la convención con solo unos pocos delegados por debajo de la cifra mágica de mil 237.
El líder republicano argumentó que él fue nombrado presidente del comité del partido en la séptima ronda de votaciones a pesar de haber liderado toda la competición.
Nadie me dio (la presidencia del comité) en la segunda o la tercera votación. Tuve que luchar y luchar, hasta que eventualmente obtuve la mayoría. Así es como funciona», avisó.
El aparato del Partido Republicano busca llegar a una convención disputada para evitar competir por la Casa Blanca con un candidato como Donald Trump, de retórica xenófoba, ultranacionalista y sexista y cuya campaña está cada vez más rodeada de protestas e incidentes violentos.
Nominación en vilo
Los conservadores del movimiento ‘anti-Trump’ consideran que si el magnate es su candidato no solo sufrirán una dolorosa derrota en las presidenciales de noviembre, sino que se fracturará el partido y perderán el control del Senado.
Ni a Trump ni tampoco a Ted Cruz, un autodeclarado ‘anti-establishment’ aupado por los ultraconservadores del Tea Party, les interesa llegar a una convención disputada, porque saben que no cuentan con el apoyo del aparato y temen que se saque de la chistera otro candidato más de su gusto.
El magnate ya ha advertido de que si el partido maniobra en su contra en la convención «habrá disturbios» de sus entusiastas seguidores, mientras que Cruz ha pronosticado una «revuelta» si el ‘establishment’ logra que se imponga un candidato de su cuerda sin el apoyo popular previo.
Si un candidato logra la mayoría en las primarias, el escenario más común en el último medio siglo, la convención se limita a ratificar su nominación en una sola votación en la que solo el 5 % de los delegados son libres de apoyar a quien deseen, mientras que el 95 % debe seguir lo decidido por el voto popular en las primarias.
De no llegar nadie con mayoría, la convención pasa a ser abierta y, si nadie logra sumar una mayoría en la primera ronda con ese 5 % de delegados libres, la convención se convierte en disputada.
Entonces se celebrará una segunda votación en la que el 57 % de los delegados, de más de 30 estados, pasan a ser libres.
Si nadie logra la mayoría, se pasa a una tercera votación en la que el 81 % de los delegados son libres y normalmente no es necesaria una cuarta vuelta.
En este proceso, caótico e impredecible, y según las normas que se establezcan este año, pueden aparecer candidatos que no compitieron en las primarias o que lo hicieron pero se retiraron por falta de apoyo popular.
Se barajan los nombres del presidente de la Cámara de Representantes y candidato a vicepresidente en 2012, Paul Ryan -que ha rechazado repetidamente esta posibilidad-, el del ex gobernador de Texas Rick Perry e incluso el del candidato a la Presidencia en 2012 Mitt Romney, que está liderando el movimiento para frenar a Trump.