Por Ramón Durón Ruíz
Entre los personajes políticos a los que admiro, está Don Adolfo Ruiz Cortines, “Cuando se llegó el tiempo de nombrar a su sucesor. Tortuoso, sabio y taimado como era, le hizo creer a todos que el elegido sería su Secretario de Agricultura Gilberto Flores Muñoz.
Desde 1929 y hasta 1994 el gobierno mexicano tuvo el periódico ‘El Nacional’, por el que desfilaron plumas altamente prestigiadas, pero que por su carácter oficialista, nadie leía.
Cuando el nombre de Flores Muñoz se escuchaba por todos lados como el bueno para ser ungido, el director de dicho periódico le insinuó a Don Adolfo que le diera la oportunidad de publicar en el diario del gobierno la noticia de que los ánimos presidenciales se inclinaban por la candidatura de Don Gilberto.
Don Adolfo –con esa picardía e ingenio que gozaba– le dijo:
–– Está bien, publíquelo… ¡pero no se lo platique a nadie!”
Pues en sentido contrario, éste viejo Filósofo publica y platica a los cuatro vientos, que Héctor Yunes Landa, además de ser el mejor candidato, es la mejor opción para gobernar esa tierra hermosa llena de cultura, de una rica tradición oral, de mujeres sabias y hombres de bien, llamada Veracruz de Ignacio de la Llave.
Admiro la congruencia del candidato del PRI a la Gubernatura de Veracruz, Héctor Yunes Landa; en su vida laboral, familiar y política, hay una profunda coherencia entre su sentir, decir, pensar y actuar, los veracruzanos creen el él, porque es un político honesto… ¡Un hombre de palabra!
Héctor, es el hombre sencillo de siempre, educado, amable, sensible al dolor ajeno, su tarea de más de 35 años de hacer política, se ajusta a la perfección con las piezas del rompecabezas de la vida, para servir con amor, para dar incondicionalmente.
A diferencia de otros políticos, tiene las manos limpias y un pasado intachable, que le dan autoridad moral para meter orden en la tarea gubernamental y enfrentar la impunidad que agravia.
Héctor, no se ha enriquecido a la sombra del poder, tiene la conciencia tranquila; de sus padres, Don César y Doña Sara, aprendió a ser un hombre de bien, que sabe que la mejor herencia que puede dejar es ser una persona que honra los valores que aprendió en casa. Junto a su sabia esposa Verónica de la Medina de Yunes, son cabeza de una hermosa familia, fincada en los valores y los principios morales.
No es un hombre con odios ni rencores; los veracruzanos, –que lo conocen ampliamente–, saben que tiene una simiente sólida en la justicia, que no le tiembla la mano para enfrentar a la impunidad y aplicar el derecho. Es un hombre de buenos resultados, sabe que la raíz de una persona de éxito radica a cada paso del camino, en poseer sólidos valores, ser feliz, llevando una vida llena de buenos principios… ¡por eso tiene y ha gozado de excelentes finales!, y de un prestigio, que es el aval moral en el que los veracruzanos creen.
Héctor es la mejor versión de sí mismo, no genera problemas, tiene soluciones; hace que su tránsito por la política y por la vida valgan la pena; es un político lleno de gratitud, sencillo, amable, honesto, sembrador de amigos, con manos limpias, no ha amasado fortunas, vive en la honrada medianía, ha utilizado el poder para servir, no para servirse.
Es un político comprometido en devolver la confianza a los ciudadanos, posee la suficiente fuerza moral, espiritual, anímica, ¡ESTA LISTO! para ir en pos de su sueño: GOBERNAR AL ESTADO DE VERACRUZ DE IGNACIO DE LA LLAVE.
En estos tiempos de confrontación, corrupción, violencia y desánimo, Héctor Yunes Landa, es una buena nueva, un hombre de una sola pieza, de buenos resultados, posee la experiencia, la pasión, las propuestas, ¡ESTÁ LISTO! para encarar el excepcional reto y el privilegio de gobernar a los veracruzanos.
Concluyo con el ingenio del sabio poeta y decimista alvaradeño Carlos Alonso Zamudio Martínez:
“Hoy quiero invocar paisanos,
al espíritu costeño,
que despierte de su sueño
y que fluya en nuestras manos.
Que terminen de ser vanos,
nuestros pies, nuestra garganta,
que la palabra que espanta
brote fresca, sin herir,
para que vuelva a vivir
nuestra vieja tierra santa”
“Denle duro a las jaranas,
cántenme canciones viejas,
que voy a enterrar las quejas
con mi voz de tierras llanas.
Vamos a darle con ganas,
con ritmo y algarabía,
vamos a hacer de este día
el mejor de nuestras vidas,
hay que olvidar las heridas,
y que reine la alegría”