La Iglesia Católica no puede ceder en sus dogmas, pero debería ser más comprensiva con los divorciados, afirma el Papa Francisco en la exhortación apostólica “Amoris laetitia” (“La alegría del amor”), que ha sido publicada hoy.
Este documento “sobre el amor en la familia”, recoge el debate al respecto que hubo en dos sínodos de obispos celebrados en el Vaticano en 2014 y 2015 con posturas muy encontradas en algunos temas.
En el documento de 261 páginas el Pontífice argentino señala que, “al mismo tiempo que la doctrina se expresa con claridad, hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición”.
El Pontífice admite que “muchos no sienten que el mensaje de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia haya sido un claro reflejo de la predicación y de las actitudes de Jesús que, al mismo tiempo que proponía un ideal exigente, nunca perdía la cercanía compasiva con los frágiles, como la samaritana o la mujer adúltera” dijo.
El Pontífice reconoce que el matrimonio y la familia no se sostienen “solamente insistiendo sobre cuestiones doctrinales, bioéticas y morales” y pide a los curas estar cerca de sus fieles para poder entender la complejidad de problemas que enfrentan.
Uno de los asuntos que más se esperaba de este documento es la posición del pontífice sobre los divorciados que se han vuelto a casar y que no pueden tomar la comunión. Esta prohibición, que oficialmente se mantiene, a menudo no se respeta.
“Los divorciados en una nueva unión, por ejemplo, pueden encontrarse en situaciones muy diferentes, que no han de ser catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas”, señaló el Papa argentino.
Y agregó: “Los bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar civilmente deben ser más integrados en la comunidad cristiana en las diversas formas posibles, evitando cualquier ocasión de escándalo”.
Con estas palabras respalda la solución de compromiso aprobada en el sínodo de los obispos de 2015, en el que se instaba a tratar caso por caso para determinar si los divorciados que se han vuelto a casar pueden tomar la comunión tras un periodo de penitencia y guía espiritual por parte de su cura.
Jorge Mario Bergoglio fue menos audaz con respecto a los homosexuales. Dijo que había que respetarlos y no discriminarlos pero se remite a documentos del sínodo para insistir que “no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia”.
Y recordó: “No debería esperarse del Sínodo o de esta Exhortación una nueva normativa general de tipo canónica, aplicable a todos los casos. Sólo cabe un nuevo aliento a un responsable discernimiento personal y pastoral de los casos particulares”.
En este documento, el papa confirma la tradicional oposición del Vaticano al divorcio y los métodos anticonceptivos. Además, también señala como factores que amenazan a la estabilidad de la familia la pobreza, la migración, la falta de apoyos, las drogas o la violencia contra las mujeres.
Sobre el aborto se afirma: “Es tan inalienable el derecho a la vida del niño inocente que crece en el seno de su madre, que de ningún modo se puede plantear como un derecho sobre el propio cuerpo la posibilidad de tomar decisiones con respecto a esa vida”.
El Papa subrayó que ser pro vida también incluye decir “no” a la eutanasia y la pena de muerte.
Acerca de las relaciones sexuales, el Pontífice se mostró sorprendente sincero al abordar la dimensión erótica del amor y aseguró: “de ninguna manera podemos entender la dimensión erótica del amor como un mal permitido o como un peso a tolerar por el bien de la familia, sino como don de Dios que embellece el encuentro de los esposos”.
Condenó “cualquier forma de sumisión sexual”, y dijo que aprobaba la educación sexual para los jóvenes mientras “cuide un sano pudor” y no sirva para difundir propaganda sobre la contracepción. Además considera “irresponsable toda invitación a los adolescentes a que jueguen con sus cuerpos y deseos, como si tuvieran la madurez, los valores, el compromiso mutuo y los objetivos propios del matrimonio”.
El padre Bernd Hagenkord, director de la edición en alemán de Radio Vaticano, dijo a dpa que la exhortación iba a “abrir muchas puertas”, aunque estaba abierta a diferentes interpretaciones por las interpretaciones de las comunidades católicas en todo el mundo.
“Por primera vez un papa escribe sobre sexo, afectos y erótica sin parecer abochornado por ello, sino con el cariño de un abuelo. Es refrescante”, dijo Hagenkord, miembro también de la orden de los jesuitas, al igual que el papa.
El Papa Francisco también ha defendido el respeto de los homosexuales y su no discriminación, pero subrayó que sus uniones no pueden ser consideradas matrimonio y condenó las presiones de organismos que, con ayuda financiera, buscan lograr su legalización en otros países pobres.
“Es inaceptable que las iglesias locales sufran presiones en esta materia y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el ‘matrimonio’ entre personas del mismo sexo”, agregó.
“Con los Padres sinodales, he tomado en consideración la situación de las familias que viven la experiencia de tener en su seno a personas con tendencias homosexuales”, afirma, una situación familiar, añade, “nada fácil ni para los padres ni para sus hijos”.
“Por lo que se refiere a las familias, se trata por su parte de asegurar un respetuoso acompañamiento, con el fin de que aquellos que manifiestan una tendencia homosexual puedan contar con la ayuda necesaria para comprender y realizar plenamente la voluntad de Dios en su vida”, sostiene.
Pero, al mismo tiempo que defiende el acompañamiento y el respeto de estas personas, subraya que no existe equiparación entre las uniones homosexuales y el matrimonio, y condena a los organismos que presionan con su ayuda financiera a países pobres para que aprueben leyes que reconozcan el matrimonio homosexual.
“En el curso del debate sobre la dignidad y la misión de la familia, los Padres sinodales han hecho notar que los proyectos de equiparación de las uniones entre personas homosexuales con el matrimonio, no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia”, expone.
“Es inaceptable que las iglesias locales sufran presiones en esta materia y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el ‘matrimonio’ entre personas del mismo sexo”, añade.