Estamos de regreso. Nada mejor que reencontrarnos con aquello que nos gusta hacer. Aprovechemos pues la oportunidad.
En las últimas semanas hemos sido testigos de la grave contingencia ambiental que aqueja a la Ciudad de México debido a la gran cantidad de automotores que a diario circulan en sus rúas. Opiniones van y vienen acerca de lo que pudo detonar que los indicadores ambientales pasaran de amarillo a rojo. Se culpan autoridades y comisiones, gobiernos conurbados y federal. Vamos, hasta el Poder Judicial ha salido a relucir por haber emitido un fallo que permitió que más autos circularan en el Valle de México. No sabemos si caen más pajaritos pero la cosa está del cuerno.
Algunos pensarán que ello no debe importarnos mucho. Se equivocan. Esa contingencia metropolitana viene sucediendo porque durante mucho tiempo se ha privilegiado al automóvil dentro de las inversiones públicas para desarrollar infraestructura urbana. Se ha dejado de lado la inversión en el transporte público, en uno que sea eficiente y cómodo para los cientos de miles de usuarios de tan sufrido valle de lágrimas del altiplano.
¿A qué debe motivarnos todo ello? Me parece que en todos los estados –particularmente en nuestro Veracruz con sus Zonas Metropolitanas en el norte, centro y sur- debemos de aprovechar los recursos públicos que la Federación ha puesto a nuestra disposición, precisamente vía los Fondos Metropolitanos, para efectuar un ejercicio cívico y ciudadano de planeación del desarrollo con la finalidad de ir organizando y diseñando eficientes sistemas de transporte público. Transporte que genere una movilidad urbana que venga a contribuir a un mejor medio ambiente pero también a una mejor calidad de vida. Con los recursos públicos de tal Fondo pueden generarse las Carpetas Técnicas de tales proyectos y, con ellas en la mano, las autoridades municipales aglutinadas por Zonas pueden solicitar recursos tanto al Gobierno Federal como a la Banca de Desarrollo nacional e internacional.
Muchas cosas positivas pueden surgir de esta contingencia. El punto radica en que los gobiernos sepan aprovechar tal oportunidad. Es momento de analizar la situación y decidir cuál será el futuro de nuestras ciudades veracruzanas: caóticas o eficientes.
Último sorbo: con profunda pena nos hemos enterado del deceso del licenciado orizabeño Guillermo Sánchez de Anda. Egresado de la carrera de Derecho en la U.N.A.M. también dedicó parte de su vida a escribir en géneros tan diversos como la poesía, el cuento, novelas, ensayos y hasta teatro. De sus obras confieso con pena que solo he leído dos: “Zongolica: primera bandera tricolor” y “Yanga: un guerrero negro”, textos en los cuales desarrolla de manera talentosa sendas historias alrededor de diversos personajes que nos hacen sentir orgullosos de habitar en esta zona de nuestro prodigo estado. Ojalá las autoridades reediten su obra y la difundan. Descanse en paz don Guillermo.