En un debate, es fácil alzar la mano a un triunfador. La percepción es personal, grupal, partidista, por simpatía, quizás más llena de emoción que de razonamiento. No es queja, porque al final, muchas de nuestras acciones, sean sociales, laborales o hasta electorales se mueven por emociones.
Por ejemplo, tirar la basura o desprenderse de la basura se concentra en un sentimiento de rechazo a algo que nos estorba, no sirve o desagrada. Cargarle la mano al Godínez que nos cae mal nomás por fregarlo, grillar al compañero más eficiente, o simplemente inventar un chisme contra la curvilínea secretaria que nos mandó a freír espárragos, pueden ser otros ejemplos… votar porque les parece guapo Enrique Peña Nieto, porque alguien promete cárcel para los corruptos, o sufragar por resentimiento o sentimiento contra o por un partido/candidato, sin que realmente conozcamos o entendamos sus propuestas, es quizás el mejor ejemplo de que dejamos paso a nuestras emociones antes que a nuestro razonamiento… así, igualito como cuando alguien decide quién cree que ganó el debate.
II
Primero, creo que merece un reconocimiento el organizador del debate, Olmeca TV, porque verlos ahí a casi todos, da al potencial elector la oportunidad de “informar” o ir “conformando” su decisión a la hora de enfrentarse a la urna. Faltó Cuitláhuac García, el candidato de Morena. Desconozco las razones de su ausencia aunque, según los que saben esto de “medirle el agua a los camotes”, siempre hay dos motivos a los que se aferran para dejar la silla vacía: 1) Van arriba en las encuestas; 2) evitar que los “madreen”… disculpen si me sale lo Alba-radeño…
(Para entender el chiste por si no vio o escuchó el debate: Alba Leonila, candidata del PT, refirió dos veces “¡estamos hasta la madre!” y una vez “¡Mandarlos a la chingada!”)
En el punto 1, Si Cuitláhuac va arriba en las encuestas, ha de ser en la zona de Coatzacoalcos, donde se dio el debate; en el punto 2, no creo que las baterías se hubieran enfilado contra el candidato del Peje porque el golpeteo directo fue sólo entre dos candidatos: Los Yunes.
III
Cosas a destacar, pues per se, destacan y no por importantes:
a.- Los dos “¡Estamos hasta la madre!” y “¡Mandarlos a la chingada!” (a los políticos) de Alba Leonila Méndez Herrera que, dicho sea de paso, su voz, cual letanía en templo evangélico, carece de emoción como para poder conectar con la gente y generar simpatía.
b.- La primera vez que Alba Leonila cita la palabra “mentira”, voltea hacia su derecha… ¿a quién le lanzó la piedra?
c.- Pipo Vázquez Cuevas se auto-chocholea cuando dice que Chalo Guízar Valladares lo conoce como “el Joven Veterano de la Política” y lanzó varias pedradas a los candidatos Héctor y Miguel Ángel refiriéndose a ellos como el PRI rojo y PRI azul.
d.- Miguel Ángel Yunes Linares y Héctor Yunes Landa se enfrascaron en un pleito que bien pudo satisfacer el morbo de quienes gustan ver “sangre”, o lo contrario, desilusionar al potencial elector que ve en ellos una disputa familiar o un pleito del poder por el poder. Entre mis amigos, el veredicto es sencillo: “por ninguno de los dos”.
e.- Armando Méndez de la Luz fue sobrio, no entró en las indirectas contra ninguno de los presentes, se aplicó en exponer sus temas y quizás para muchos fue gris, pero para otros, comportándose a la altura política.
e.- Juan Bueno Torio enfatizó y lamentó en varias ocasiones que el debate fuera utilizado para dirimir un pleito familiar o de Yunes contra Yunes.
IV
Podríamos extendernos en citar algunos comentarios chuscos de los candidatos así como en los dimes y diretes en que se enfrascaron Héctor y Miguel… podríamos incluso hablar de quién consideramos fue el ganador de este debate, quizás el más listo, con riesgo de dejarnos llevar por una percepción de quién pegó más duro, pero si nos atenemos a las propuestas de cada uno de ellos, puedo asegurarle que quien gana es usted, porque puede ir conformando una idea de quién tiene la seriedad para cumplir con las metas que trazó en el debate… pero si nos atenemos a la discusión entre dos Yunes, puedo decirle también que quizás quien perdió fuimos todos, por un pleito de familia, porque al final, los debates no son para los candidatos, son para los ciudadanos.
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