Lugar:
Fuente:
Muy Interesante

Era uno de los generales más destacados de Alejandro, e incluso escribió una narración de sus hazañas, hoy perdida. Tras largas luchas contra el resto de los diádocos o sucesores, llega finalmente a coronarse rey de Egipto a comienzos de 304 a.C. Fue un monarca letrado, y a él se debe la organización administrativa de su imperio, que amplió sus fronteras hasta Siria, Palestina, las ciudades de la costa del levante y algunas islas, convirtiendo el Mediterráneo oriental en un dominio egipcio.

Dos son, sin embargo, sus obras más recordadas: la creación del culto a Serapis, y la fundación del denominado Museo, que albergaba en sus instalaciones la conocida Biblioteca de Alejandría.

Serapis era una divinidad a medio camino entre un dios egipcio y uno griego. El punto de partida era la adoración de Apis, el dios toro de Menfis. Cada toro Apis que moría se convertía en un Osiris, y Ptolomeo adoptó el culto de este dios animal con el nombre de Serapis, y le levantó un gran templo en Alejandría, el Serapeo. La imagen de culto de este dios no podía ser un toro como en Menfis, así que tomó forma humana y se le dotó de pelo rizado y barba similar a la de Zeus, el padre de los dioses, atribuyéndole como característica una canasta con espigas sobre su cabeza. Serapis se convirtió en la divinidad más importante de Alejandría y su culto se difundió rápidamente por la cuenca oriental del Mediterráneo.

Es tema de discusión para los especialistas si el Museo y la Biblioteca fueron obra de Ptolomeo Sotér o de su hijo Ptolomeo II Filadelfo, “el que ama a su hermana”, apodado así porque se casó con su hermana, Arsínoe II. El problema reside fundamentalmente en que uno de los documentos más importantes para fechar la fundación de la Biblioteca, la conocida como Carta de Aristeas, hace responsable de su creación a Ptolomeo II y a un personaje clave para entender el funcionamiento de la biblioteca: Demetrio de Falero, sobre el que volveremos inmediatamente. Como decimos, las fuentes no son unánimes, pero tanto la cronología del reinado de Ptolomeo II como el hecho de que tenemos noticias de que una de las primeras medidas que tomó fue hacer prisionero a Demetrio, muerto en prisión por la picadura de un áspid, hacen difícil adscribir la fundación de la biblioteca a Ptomoleo Filadelfo.

Así pues, parece lo más razonable pensar que la creación del Museo y la Biblioteca fueron obra de Ptolomeo I y de su colaborador Demetrio. Demetrio era un ateniense nacido en el Falero, un pequeño puerto de pescadores que aún hoy sobrevive cerca del Pireo. Fue político y un celebrado orador en Atenas. Según cuenta Diógenes Laercio, tan grande fue su prestigio que le consideraron merecedor de trescientas sesenta estatuas de bronce donde aparecía a caballo o guiando un carro o una pareja de corceles. Fue un ilustre filósofo de la escuela conocida como peripatética, es decir, seguidora de la doctrina de Aristóteles, y que se denominaba así por el gusto que el maestro tenía de dar sus lecciones mientras paseaba por los jardines del Liceo. Según dice también el mismo Diógenes, por la cantidad de sus libros superó a casi todos los peripatéticos de su tiempo, ya que poseía una cultura y una experiencia amplias como las de ningún otro. No debe extrañarnos entonces que Ptolomeo pensara en él para poner en marcha el proyecto científico que tenía entre manos: la fundación del Museo y la creación de una biblioteca en sus dependencias.

Más información sobre el tema en el artículo Faro de la cultura clásica, escrito por Juan Piquero. Aparece en el último BIOGRAFÍAS de MUY HISTORIA, dedicado a Alejandro Magno.

Si quieres conseguir este ejemplar, solicítalo a suscripciones@nullgyj.es o descárgatelo a través de la aplicación de iPad en la App Store. También puedes comprarlo a través de Zinio o de Kiosko y Más.

Y si deseas recibir cada mes la revista Muy Interesante en tu buzón, entra en nuestro espacio de Suscripciones.