Al menos 28 personas murieron y otras 327 resultaron heridas hoy en un atentado suicida de los talibanes en una zona de alta seguridad de Kabul, donde hubo un enfrentamiento entre tropas afganas e insurgentes, informaron fuentes oficiales.
La mayoría de muertos “son civiles, incluidos mujeres y niños” y de los 327 heridos, solo 180 permanecen hospitalizados, dijo el jefe de la Policía de Kabul, Abdul Rahman Rahimi, en una rueda de prensa.
Según Rahimi, en el ataque participaron dos insurgentes; uno murió al detonar los explosivos colocados en un pequeño camión, mientras que el segundo falleció media hora después por disparos de las fuerzas de seguridad.
El camión explotó en una zona de aparcamientos donde hay tiendas de reparación de vehículos y que está pared con pared con las instalaciones de una unidad de las fuerzas de seguridad encargada de la custodia de oficiales de alto rango, explicó el jefe policial.
El ataque tuvo lugar a las 8:55 hora local (4:25 GMT), detalló por su parte el jefe del Departamento de Emergencias del Ministerio de Interior, Homayoon Aini, que informó de que el objetivo eran los servicios de inteligencia afgano, el Directorio Nacional de Seguridad de Afganistán (NDS).
El presidente afgano, Ashraf Gani, reveló en un comunicado que “varios compatriotas” murieron o resultaron heridos en el atentado con bomba y posterior tiroteo en Kabul.
El portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, reivindicó a través de Twitter la autoría del atentado con bomba y reveló que tras la explosión un número indeterminado de insurgentes penetraron en la sucursal de los servicios de inteligencia.
En un comunicado posterior, el portavoz talibán reveló que los explosivos estaban colocados en un “camión” y señaló que “la mayor parte de la oficina (del NDS) ha sido destruida y muchos de sus empleados han muerto o resultado heridos”.
Este atentado en Kabul se produce después de que la semana pasada los insurgentes anunciaran el comienzo de la ofensiva de primavera, lo que supone un aumento de sus ataques, a lo que siguió el anuncio del Gobierno afgano de un plan de cinco años para combatir a los insurgentes.