Después del arribo del sol en el horizonte porteño cuando saludaban las olas del mar acariciando la arena de las playas de Veracruz, no pasó mucho tiempo para que también hiciera su arribo en esa mañana del domingo 11 de abril de 1911 una de las destacadas figuras de las letras de nuestro estado, la altruista Ofelia Broissin Abdalá.
Dedicada por vocación al estudio y la curiosidad por la literatura no faltaba libro o periódico que al pasar por sus manos sus ojos se posaran en él escudriñando hasta el reducto de las últimas letras, eso la condujo en su juventud a colaborar en diversas publicaciones de su ciudad natal con la columna Fuegos artificiales, también lo hizo en revistas y periódicos de otras ciudades del estado como el Diario de Xalapa. A la par de su actividad periodística volcaba sus sentimientos, imaginación y filosofía en su poesía y cuentos, uno de ellos lo mandó a participar en los Juegos florales de Orizaba. Obtuvo varios reconocimientos por su compromiso con las letras, otro de ellos es el premio obteniendo del Ateneo Veracruzano.
Aun se recuerda la elegía que le escribió a Monseñor Guisar y Valencia en 1938 ofreciendo una simbiosis entre la mirada del clérigo y la de los niños y niñas, esa mirada de inocencia, de anhelo, hábidos de conocimiento, algo de lo que desde muy joven intuyó por eso se abocó a ofrecer ayuda a los más necesitados cuando formó con otras mujeres el “Club de la caridad” organizando eventos sociales y culturales para recaudar fondos, fundó la “Granja hogar para niñas”, un espacio para las niñas, las jóvenes y desprotegidas mujeres porteñas, lugar en donde se les ofrecía educación y trabajo. Destaca su labor en todos los frentes que necesitaban de la ayuda social por eso fundó junto con otras personalidades porteñas el Comité pro-cuartel de bomberos en Veracruz.
En 1952 publica su libro Espejos de agua, contaba con una columna en uno de los principales periódicos nacionales con el nombre “Veracruz en coctel”. Fue fundadora de la filial en su ciudad natal de la Unión Femenina Iberoamericana, su trabajo no se circunscribía sólo a lo mencionado también conducía un programa de radio en la XEOD. Una de las creaciones originales la realizó con la exposición de arte vivo cuyo éxito llegó a Bellas Artes en donde solicitaron sus servicios.
Otros de sus libros fueron Escarcha en donde desarrolla de forma sobresaliente los versos como lo menciona Juan Ramón Jiménez, le siguieron el libro de poemas El péndulo inmóvil y finalmente la novela costumbrista Barro y almas escrita en 1944.
Los críticos al hablar de su poesía mencionan: “la poesía de Ofelia sabe envolver el amargo sabor de las lágrimas con el claro color de las sonrisas”, como en su momento lo mencionó Jorge Ramón Juárez.
Para quienes la conocieron mencionan que era una bella mujer porteña con un gran talento y sus columnas eran leídas por la población, dejó inconclusas varias obras entre novelas y crónicas. En 1969 muere como consecuencia de una infortunada intervención quirúrgica. No debemos olvidar a los autores que han dado felicidad y conocimiento con sus crónicas y poesías a las generaciones de antaño.
¡Señor cuando yo muera,/ que sea en primavera/ que haya rosas y frescas azulinas, de corolas divinas en toda la pradera. Fragmento de su poesía Que sea en primavera finalmente su adagio se cumplió.
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