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La Silla Rota

A los 14 años, Ana divide su tiempo entre la escuela secundaria y el cuidado de su bebé de 8 meses de edad. Ella quedó embarazada cuando tenía apenas 13 años y de ahí en adelante su vida dio un giro hacia responsabilidades que no se imaginaba. Ahora, en lugar de salir con sus amigas, debe dedicarse a cuidar a su pequeño hijo mientras continúa con sus estudios.

Por fortuna, Ana cuenta con el apoyo de sus padres, hermanas y hermanos; pero no corren con la misma suerte las miles de adolescentes mexicanas que cada año se convierten en madres.

Datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica permiten saber que en 2014, casi el 10% de las adolescentes de entre 15 y 17 años de edad en México habían estado embarazadas alguna vez; esto significa en cifras 308, 984 adolescentes en ese rango de edad, que se convierten en madres siendo casi niñas.

A nivel mundial, cada año dan a luz cerca de 16 millones de niñas de entre 15 y 19 años, cifra que representa alrededor del 11% del total de nacimientos. Los países de América Latina y el Caribe y África subsahariana registran la proporción más elevada de nacimientos en adolescentes, ya que en ambas regiones uno de cada cinco bebés nace de una madre adolescente.

En 2010, la región América Latina y el Caribe estuvo muy cerca de registrar la tercera mayor tasa de fecundidad adolescente del mundo (72 nacimientos por cada 1000 mujeres de entre 15 y 19 años de edad), después de África subsahariana y el sur de Asia (con 108 y 73 nacimientos, respectivamente).

Una de las repercusiones de los embarazos a temprana edad es el abandono escolar por parte de las y los adolescentes, lo que es más frecuente en el caso de ellas. En México, de acuerdo con cifras del 2010, 17.7% de las mujeres menores de 18 años y 30.7% de las menores de 15 años que se embarazaron, dejaron de ir a la escuela después del embarazo.

Los riesgos en la salud y la vida de la madre y del bebé son los aspectos más preocupantes en el caso de embarazos de adolescentes.

Conforme a datos de la Secretaría de Salud de México podemos saber que entre 2012 y 2013 en las adolescentes de 15 a 19 años, la razón de muerte materna se incrementó de 32.0 a 37.3 defunciones por cada 100 mil nacidos vivos, cifra superior a la registrada entre las mujeres de 20 a 24 años.

Por otra parte, las infecciones de trasmisión sexual ocupan los primeros lugares de demanda de consulta en el primer nivel de atención médica y se ubican entre las primeras causas de morbilidad en la población en edad reproductiva.

En el caso de las y los adolescentes, en 2012 se registraron en el país 13 mil 782 casos nuevos de infecciones de transmisión sexual en la población de 10 a 19 años de edad.

Así pues, el embarazo adolescente y la maternidad temprana continúan siendo un gran desafío para el país y para la región, particularmente debido a la asociación de estos fenómenos con la pobreza y la falta de oportunidades, factores que podrían constituir impedimentos para que las adolescentes aprovechen al máximo sus recursos y oportunidades de desarrollo humano.

Circunstancias de vida tales como pobreza, baja calidad escolar, crecer en un hogar monoparental, tener una madre adolescente o tener una hermana que quedó embarazada siendo adolescente, son factores que pueden incidir en el incremento de embarazos adolescentes.

El gobierno de México considera el embarazo adolescente como un problema de salud pública, por ello implementó la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes, misma que considera que este fenómeno no está condicionado únicamente por factores de pobreza sino que también influyen otros de contexto cultural, económico y social, como son la violencia familiar, sexual y de género.

Por eso las líneas de acción para disminuirlo deben de abarcar varios frentes, como oportunidades laborales y educativas, favorecer las decisiones libres, responsables e informadas sobre el ejercicio de la sexualidad y la prevención del embarazo, incrementar la demanda y calidad de la atención de los servicios de salud sexual y reproductiva para adolescentes, y prevenir y atender el abuso sexual, entre otros.

México tiene como meta reducir a cero los nacimientos en niñas de 10 a 14 años y reducir a la mitad los de las adolescentes de 15 a 19 años para el año 2030, es decir, alcanzar una tasa de 32.9 nacimientos por cada 1000 de mujeres de esa edad.

UNICEF, en coordinación con las autoridades mexicanas, trabaja para que las niñas no dejen la educación; además impulsa marcos jurídicos y de políticas públicas para garantizar todos los derechos de las niñas y adolescentes y para protegerlas de cualquier tipo de violencia.

Es necesario conjuntar esfuerzos para llegar a la meta fijada en la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes, pero más allá de las cifras y porcentajes, debemos tomar en cuenta que el embarazo adolescente no debe significar una vida truncada; las y los adolescentes requieren del apoyo de todos nosotros para concretar sus proyectos de vida.

Las adolescentes tienen derecho a contar con la información necesaria para tomar decisiones que afectan sus vidas, el embarazo adolescente las conduce, de golpe, a un mundo adulto para el cual no están preparadas, con efectos desfavorables sobre su vida y la de sus hijos.