El último hito de Pelé, la inolvidable actuación de Diego Armando Maradona ante Inglaterra y el “partido del siglo” en el que Franz Beckenbauer jugó con un hombro inmovilizado ante Italia son algunos de los momentos mágicos que se vivieron sobre el césped del estadio Azteca, una cancha que llega a su 50 aniversario envuelta aún en la magia.
Desde su inauguración el 29 de mayo de 1966, el Azteca se yergue majestuoso, de manera imperturbable y siempre renovado en lo que una vez fue el tranquilo pueblo de Santa Úrsula en el sur de Ciudad de México.
“Es una maravilla, aquí está la historia del fútbol, Mundiales, finales de Mundiales, jugadores maravillosos”, dijo el ex futbolista portugués Luis Figo el miércoles después de jugar un partido en el Azteca para conmemorar el 50 aniversario del estadio.
En él han dejado incontables recuerdos los Mundiales de 1970 y 1986, dos de los más recordados en la historia del balompié mundial y que posicionaron a México como un serio anfitrión deportivo en todos los niveles. Pero también albergó Juegos Panamericanos, conciertos de música, peleas de boxeo y partidos de fútbol americano de la NFL y además es la sede sede del club América y de la selección mexicana.
Desde 1966 y pese a que los modernos estadios se han convertido en auténticas joyas arquitectónicas con alardes de funcionalidad tecnológica, el Azteca ha sabido defender su esencia conservando sus orígenes.
En el Mundial de 1970 dos hechos empezaron a escribir la historia del Azteca: el “partido del siglo”, como se conoce a la semifinal entre Alemania e Italia, y lel último título Mundial de Pelé.
El duelo entre Alemania e Italia está considerado como el mejor encuentro de las Copas del mundo, con cinco goles marcados en la prórroga.
“Fue una proeza de los italianos y una gesta de los alemanes”, recuerda una crónica del diario mexicano Excelsior del partido disputado el 17 de junio de 1970 ante 102 mil 444 espectadores.
El marcador 4-3 dejó fuera a una de las mejores selecciones alemanas y permitió a Italia llegar a la final ante Brasil. En ella, “O Rei” Pelé lideró a su equipo a la conquista del tercer título mundial alcanzado por la “verdeamarela” tras los de 1958 y 1962.
Pelé, uno de los más grandes futbolistas de la historia, salió a hombros como el torero que es cargado por los aficionados después de hacer una gran faena en la arena.
“Es una imagen que recuerdo, aunque desde antes vino a jugar a México con el Santos de Brasil en cuadrangulares, pentagonales, hexagonales en el estadio Azteca. Fue grandioso ver la magia del gran astro brasileño”, cuenta a la agencia dpa Melquiades Sánchez, el locutor del estadio Azteca desde 1966.
Sánchez aún recuerda ese “partido memorable” y “los inolvidables tiempos extras, en que ya pasaba un equipo con el gol, ya pasaba el otro. Fue una cosa maravillosa para el público la semifinal de la Copa del mundo de 1970”, agrega “La Voz del Azteca”.
El Azteca ha sabido guardar los momentos memorables de su pasado. El enorme túnel que los jugadores cruzan para ir a los vestuarios y la cancha es una galería de imágenes de los futbolistas más conocidos de la historia del balompié y de otros deportes.
En una foto de gran formado se ve a “El Kaiser” Beckenbauer con el brazo en cabestrillo y pegado al pecho para poder seguir jugando tras una luxación.
“Fue dramático, desde luego, pero es admirable el ver cómo la gran energía alemana surgió en ese momento a través de Beckenbauer. Queda en el recuerdo como uno de los hechos más importantes en el monumental inmueble”, agrega Sánchez, el locutor de voz impecable.
Una placa conmemorativa colocada en uno de los muros del Azteca rinde homenaje “a las selecciones de Italia y Alemania, protagonistas en el Mundial de 1970 del ‘Partido del siglo’”.
La Copa de mundo regresó a México 16 años después. Esta vez no estaba Pelé, pero estaba Maradona. El argentino escribió un capítulo antológico del fútbol en los cuartos de final de aquel Mundial.
El “Pelusa” adelantó a Argentina con la mano, un gol bautizado como “la mano de dios”, y después sentenció el duelo con el tanto más recordado de la historia de los Mundiales, un slalom desde su campo en el que se zafa de varios rivales ingleses. Días después, Argentina ganó el título al imponerse 3-2 a Alemania en la final ante 115 mil aficionados.
“Qué mano de Dios, ¡fue la mano de Diego! y fue como robarle la billetera a los ingleses también”, llegó a declarar Maradona de la polémica anotación ante Inglaterra.
Desde su creación, el Azteca es el estadio más grande de Latinoamérica y uno de los cuatro más impactantes del mundo con más de 100 mil espectadores, después del Bukit Jalil (Malasia), el Salt Lake Stadium (India) y el Reungrado (Corea del Norte).
Construido por Pedro Ramírez Vázquez y Rafael Mijares, el “Coloso de Santa Úrsula” ha sido sede de importantes competencias internacionales de fútbol: dos finales del Mundial, una final olímpica (1968), finales de la Copa Confederaciones, de Copa Oro, de los mundiales Sub-20 y Sub-17, ente otros.
Como arena de boxeo, el 20 de febrero de 1993 el campeón mundial de peso superligero Julio César Chávez venció al estadounidense Greg Haugen ante una cifra récord de 132 mil 274 personas.
“Tengo la impresión de que el estadio Azteca a pesar de tantos años se ha conservado en una especie de juventud. Parece mentira, pero es un estadio con 50 años y, sin embargo, por algunas razones de remodelaciones que se le han hecho, sigue conservando su vigencia, sigue siendo actual”, concluye el locutor del Azteca.
“Es un campo mágico, con muchos recuerdos”, indicó el miércoles después del partido de homenaje el camerunés Samuel Eto’o.
El entrenador portugués Jose Mourinho también se deshizo en elogios: “Es un estadio que está en mi memoria. La copa ganada por Argentina. De Brasil tengo una memoria menos clara porque tenía 7 u 8 años, pero es mítico”.