Uno de los conflictos más graves y complejos que enfrenta la infancia y la adolescencia en nuestro país son los matrimonios infantiles, consideró el diputado federal Tomás Montoya Díaz.
«El principal problema que se genera al autorizar y permitir los matrimonios infantiles es que se vulneran radicalmente los derechos humanos de los menores, en razón de que truncan sus aspiraciones de vida al adquirir compromisos y responsabilidades para las que no se encuentran aptos ni física, ni fisiológicamente, ni intelectualmente», comentó.
La efectiva protección de los derechos humanos de las niñas, niños y adolescentes, es un rubro que ha generado una gran preocupación en nuestro país y se ha convertido en un reto que debe ser superado mediante el trabajo coordinado de los tres órdenes de gobierno.
El matrimonio infantil es una práctica que afecta con mayor intensidad a las niñas propiciando que den un salto de la infancia a la asunción de funciones propias de las mujeres adultas.
Después de casarse, las niñas y adolescentes asumen las tareas que se espera realice la esposa, entre ellas, atender el hogar, la maternidad y el inicio de la vida sexual, sin considerar que se trata de niñas que ni siquiera han cumplido la mayoría de edad.
El legislador por Nuevo León recordó que la Cámara de Diputados exhortó a los Congresos de los Estados a realizar modificaciones a sus códigos civiles o familiares para armonizarlos con lo dispuesto por la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y de esta manera establecer los 18 años como edad mínima autorizada para contraer matrimonio.
kach