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Hay noticias para las que nadie te prepara, etapas que sabes que culminan pero no imaginas en qué momento y cuando el tiempo te alcanza y supera en la carrera no queda más remedio que estar listo y confiar en que cada instante lo aprovechaste hasta el final.
Mensajes como el anterior los aprendí de un gran maestro, que si bien era famoso por sus emotivos discursos con personajes como Adela Micha o en medio de conferencias multitudinarias, detrás de todos ellos existió un hombre maravilloso, lleno de conocimiento y pasión por la vida, mismos que transmitía a todo el que podía gracias a sus atractivas historias con el conocido “Filósofo de Güemez”. Cuando recibí la noticia de su fallecimiento no lo podía creer, la muerte es así, sorpresiva, imprudente. Irrumpe en los lugares que menos la esperan, muchas veces no avisa y por si fuera poco ladrona, porque casi siempre nos quita a quienes queremos o admiramos.
El Doctor Ramón era un hombre lleno de paz, no sólo para transmitirla a quienes acudían a escucharlo sino con cualquiera que le conociera, aquellos que tuvieron la dicha de convivir con él estarán de acuerdo en que de él sólo emanaban palabras de amor, agradecimiento y ánimo, aún con quienes pudiesen obrar con descuido siempre buscaba resaltar sólo lo mejor de la gente, decirles sus talentos y cuan bellos eran por el simple hecho de estar vivo.
Una de sus obras más recientes resaltaba la importancia del tiempo, de darnos un instante para amar, para disfrutar de la vida. Si el Filósofo estuviese a mi lado me diría que la vida es ese reloj que creemos siempre dará vueltas, sin embargo su pila sí tiene una fecha de caducidad, la cual desconocemos. Ese reloj te da de regalo cada día 24 horas, ¿Qué haces con ellas? Si realmente fuésemos conscientes de la valía de cada minuto que compone esas horas, ¿las ocuparíamos de la misma forma? ¿Qué harías tú con cada minuto de tu vida si supieras la caducidad de tu reloj? ¿Seguirías dónde estás? ¿Le dirías algo especial a alguien? Si al conocer esa fecha final algo cambiaría en tu vida ¿Por qué esperar?
No sé si en la vida del Filósofo quedaron pendientes o palabras por decir, seguramente sí, pero tengo la certeza de que cada mañana despertaba agradeciendo la oportunidad de vivir y que todas las horas y minutos buscaba emplearlos en brindarle amor y energía positiva a los demás. Nunca lo escuché criticando a otros y creo que supo aprovechar al máximo su tiempo en este mundo, nadie nos avisa en qué instante es tiempo de abandonar la carrera pero en lo personal quiero retomar su ejemplo y crecer, no limitar mis capacidades, y sacar todo mi potencial. Ramón Durón no tenía límites en el aprendizaje, lo mismo podía hablar de cultura que de política, ciencia o tecnología sin perder el sentido de algo superior, de un Dios a quien tenía presente en cada actividad.
Constantemente resaltaba de manera chusca cuán importante es la felicidad y buscaba transmitir a los demás que ésta no se encuentra en grandes riquezas, lo más simple puede brindarte las sonrisas más increíbles.
A partir de ahora no podremos verle ni escucharle, pero prevalecerá su amor, su ejemplo y todas las enseñanzas que a través de libros y conferencias transfirió a cuantos pudo. Si estás leyendo esto date el tiempo de disfrutar y vivir, no esperes más porque la vida da vueltas y giros para los que rara vez estamos preparados.