El pasado domingo se llevó a cabo la séptima fecha de la máxima categoría del automovilismo deportivo en el mundo, la Fórmula 1. En esta ocasión correspondió al principado de Mónaco albergar la competición que es, además, la carrera más antigua del campeonato mundial de constructores de motores Fórmula 1. La primera competencia que se desarrolló en el circuito callejero de Mónaco se llevó a cabo en 1933, y tratándose de ese circuito no había que perdérselo ya que se trata de una competencia muy especial por las características propias de la carrera, en donde lo más común es que así como comenzó termine la carrera, y es que es muy difícil hacer rebases, es un circuito angosto e incómodo, en pocas palabras difícil que exige de la mayor concentración y habilidades en la conducción de los pilotos. Pero además ¡Mónaco es Mónaco!, solo evocar su nombre nos refiere a nobleza, bellas mujeres, aristocracia, famosos, celebridades, riqueza, glamour, jet set, escándalos y amoríos de corte internacional, yates de lujo, juego, casinos, frivolidad, etc. En esta ocasión la fecha se la llevó el inglés Lewis Hamilton a bordo de un Mercedes, en segundo entró el australiano Daniel Ricciardo y la buena noticia es que el tercer lugar correspondió al mexicano ‘Checo’ Pérez, que realizó un carrerón, de esos que sólo se ganan a base de ponerle muchos riñones al asunto. Fue el primer podio para Sergio en esta temporada y augura un muy buen cierre para el jalisciense. Y hablando de Mónaco, que es un protectorado de la República Francesa situado en un pequeño territorio al sur de Francia, es una monarquía constitucional cuyo jefe de estado es el príncipe Alberto II de Mónaco que como recordaremos es hijo de Rainiero III y de la estadounidense Grace Kelly. Alberto como su padre pertenecen a la dinastía de los Grimaldi, que es una antigua casa real italiana, pero hay un dato adicional que vale la pena recordar, y es que Rainiero III tuvo entre sus antecedentes familiares a una abuela paterna de origen mexicano, se trataba de Susana de la Torre y Mier, mujer aristócrata de la época porfirista también emparentada con la familia dueña de ingenios azucareros y haciendas en la región de Orizaba –también con Porfirio Díaz-, patronos de la fundación Mier y Pesado y constructores del castillo que lleva los apellidos de la familia y que corona bellamente el Paseo Real de aquella fabril ciudad, tierra adoptiva por cierto, del afamado restaurantero y amigo Laureano Martínez Sánchez. Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.