“El Umbral” (Universidad Veracruzana, 2015) es una novela histórica que relata la vida de María Teresa de Medina, una de las grandes olvidadas de la Independencia mexicana. Mujer insurgente, probablemente cultísima y, en definitiva, pecaminosamente autónoma para su época, su nombre resulta una cachetada para la Historia, escrita por los vencedores y los hombres. ¿O cuántas mujeres es capaz de citar como relevantes figuras del pasado político, tan siquiera, de nuestro país? Por supuesto, Josefa Ortiz de Domínguez es la respuesta por default, y si forzamos un poquito la memoria, quizás nos venga a la memoria la incendiaria Leona Vicario o la pícara Güera Rodríguez. Y entre éstas, el escritor Roberto Peredo se ha empeñado en rescatar de las profundidades del olvido a María Teresa.

A través de continuos saltos en el tiempo, Roberto Peredo traza la biografía de la familia De Medina y García de Sotomayor, comerciantes en continuo tránsito entre el puerto de Veracruz y la villa de Jalapa, donde su sexta hija nace en 1773, sin saber que ha llegado al mundo para cruzar umbrales que otras mujeres nunca verán frente a sí.

A partir de dicha fecha, presenciamos el crecimiento de María Teresa entre los libros de los grandes pensadores franceses, los susurros de su entrañable nana negra y la tierna devoción de su padre que le cuenta que ha traído la neblina a Jalapa. Y la niña, inocente, guarda en el bolsillo de su vestido lo inguardable: un pedacito de nube.

No será aquélla la única vez que María Teresa, de acuerdo con Peredo, se apropie del aire. Hacia 1791, cuando ya se presente como una señorita, su mirada se posará en un joven oficial de la Corona: Manuel de la Sota Riva, con quien la historia de amor inicia. Manuel, siendo un criollo en un tiempo en que éstos no obtenían permiso para casarse con las criollas, desplazados por los peninsulares recién llegados a la Nueva España, se aventura a regalarle a la joven De Medina y Miranda un par de cenzontles que sólo serán el inicio de su espléndida colección de aves. De la Sota Riva no sólo se atreve a aspirar, sino a triunfar en el casamiento y a atesorar a su joven esposa, incluso cuando ésta se inclina a alimentar el germen de la Independencia mientras él consigue escalar en la jerarquía militar gracias a su lealtad a la Corona.

Xalapa: ciudad literaria

“Nombra una novela cuya historia transcurra en tu ciudad”. El tuit fue fácilmente citado por los habitantes de la Ciudad de México, pero los xalapeños nos quedamos congelados, sopesando la respuesta: ¿“Otilia Rauda”? ¡Tiene un par de escenas en Xalapa, al igual que “La mujer que quiso ser dios”! Sin olvidar, claro, “Polvos de arroz”, novela localizada a medias en Xalapa y en México.

Es cierto que “El Umbral” no tiene como único escenario la entonces Jalapa (con esa jota ahora ya tan poco usada y despreciada), pero en cambio adquiere un estatus de casi personaje. Una ciudad no es la misma en un sólo día, según quien la pise, y la transformación es todavía más obvia cuando hablamos de épocas distintas. Por ello, el actual y nostálgico xalapeño podrá hallarse a sí mismo complaciéndose tras la lectura de “El Umbral” en la búsqueda de las calles de La Amargura y la de Belén, intuyendo presencias pasadas en San José, recreando una villa llena de árboles y vacía de autos… hasta que un día, caminando por Úrsulo Galván, descubra que en aquella calle, hace ya más de dos siglos, nació, vivió y gestó el movimiento Independista María Teresa de Medina, nuestra dama insurgente.

polisemia@nulloutlook.es

para bcc: mí

El Umbral de la dama insurgente

Cecilia Muñoz

Polisemia

“El Umbral” (Universidad Veracruzana, 2015) es una novela histórica que relata la vida de María Teresa de Medina, una de las grandes olvidadas de la Independencia mexicana. Mujer insurgente, probablemente cultísima y, en definitiva, pecaminosamente autónoma para su época, su nombre resulta una cachetada para la Historia, escrita por los vencedores y los hombres. ¿O cuántas mujeres es capaz de citar como relevantes figuras del pasado político, tan siquiera, de nuestro país? Por supuesto, Josefa Ortiz de Domínguez es la respuesta por default, y si forzamos un poquito la memoria, quizás nos venga a la memoria la incendiaria Leona Vicario o la pícara Güera Rodríguez. Y entre éstas, el escritor Roberto Peredo se ha empeñado en rescatar de las profundidades del olvido a María Teresa.

A través de continuos saltos en el tiempo, Roberto Peredo traza la biografía de la familia De Medina y García de Sotomayor, comerciantes en continuo tránsito entre el puerto de Veracruz y la villa de Jalapa, donde su sexta hija nace en 1773, sin saber que ha llegado al mundo para cruzar umbrales que otras mujeres nunca verán frente a sí.

A partir de dicha fecha, presenciamos el crecimiento de María Teresa entre los libros de los grandes pensadores franceses, los susurros de su entrañable nana negra y la tierna devoción de su padre que le cuenta que ha traído la neblina a Jalapa. Y la niña, inocente, guarda en el bolsillo de su vestido lo inguardable: un pedacito de nube.

No será aquélla la única vez que María Teresa, de acuerdo con Peredo, se apropie del aire. Hacia 1791, cuando ya se presente como una señorita, su mirada se posará en un joven oficial de la Corona: Manuel de la Sota Riva, con quien la historia de amor inicia. Manuel, siendo un criollo en un tiempo en que éstos no obtenían permiso para casarse con las criollas, desplazados por los peninsulares recién llegados a la Nueva España, se aventura a regalarle a la joven De Medina y Miranda un par de cenzontles que sólo serán el inicio de su espléndida colección de aves. De la Sota Riva no sólo se atreve a aspirar, sino a triunfar en el casamiento y a atesorar a su joven esposa, incluso cuando ésta se inclina a alimentar el germen de la Independencia mientras él consigue escalar en la jerarquía militar gracias a su lealtad a la Corona.

Xalapa: ciudad literaria

“Nombra una novela cuya historia transcurra en tu ciudad”. El tuit fue fácilmente citado por los habitantes de la Ciudad de México, pero los xalapeños nos quedamos congelados, sopesando la respuesta: ¿“Otilia Rauda”? ¡Tiene un par de escenas en Xalapa, al igual que “La mujer que quiso ser dios”! Sin olvidar, claro, “Polvos de arroz”, novela localizada a medias en Xalapa y en México.

Es cierto que “El Umbral” no tiene como único escenario la entonces Jalapa (con esa jota ahora ya tan poco usada y despreciada), pero en cambio adquiere un estatus de casi personaje. Una ciudad no es la misma en un sólo día, según quien la pise, y la transformación es todavía más obvia cuando hablamos de épocas distintas. Por ello, el actual y nostálgico xalapeño podrá hallarse a sí mismo complaciéndose tras la lectura de “El Umbral” en la búsqueda de las calles de La Amargura y la de Belén, intuyendo presencias pasadas en San José, recreando una villa llena de árboles y vacía de autos… hasta que un día, caminando por Úrsulo Galván, descubra que en aquella calle, hace ya más de dos siglos, nació, vivió y gestó el movimiento Independista María Teresa de Medina, nuestra dama insurgente.

polisemia@nulloutlook.es