Las autoridades portuguesas aprobaron una ley que despenalizó de manera total el consumo de drogas a nivel personal, a partir del 2001. No supone la legalización, pero sí la adopción del enfoque de salud pública y no de seguridad pública. Así, la decisión fue pasar lo relacionado con las drogas del Departamento de Justicia al Ministerio de Salud.
Para el Portugal de finales de los 90, el abuso en el consumo era un problema grave. Los millonarios esfuerzos prohibicionistas y punitivos resultaron un fracaso. Las autoridades reconocieron que, en esos años, esas medidas no resolvieron y sí agravaron el problema y las consecuencias del mismo.
Ahora, si se encuentra a alguien con posesión de drogas, se le hace comparecer ante la Comisión para la Disuasión de la Adicción de las Drogas, formada por equipos multidisciplinarios, que consideran tres posibilidades: aconsejar un tratamiento; imponer una multa y también, no hacer nada. La primera es la más socorrida.
Son ya quince años de seguir esta estrategia y las autoridades aseguran que arroja buenos resultados: reducción significativa del consumo; instancias judiciales y policiales menos presionadas; reducción de enfermedades asociadas con el consumo y aumento de quienes recurren al tratamiento.
El miedo inicial de que se dispararía el consumo de las drogas, que aumentaría el turismo de las mismas, que las mafias se extenderían, no se hizo realidad. Ahora es muy claro que el consumo aumenta o disminuye con relación a la situación económica y no por la influencia de las mafias o la laxitud de la ley.
Del 2001 a la fecha, el consumo no ha variado, pero sí, y de manera notable, los efectos colaterales, como las enfermedades, las infecciones por VIH y las muertes por sobredosis. Tampoco se ha modificado el patrón de consumo donde la mariguana, como en todo el mundo, sigue siendo la droga que más se utiliza. En el 2001, la había consumido 7.6% de la población; en el 2007, 11.7%, y en el 2012, había bajado a 9.5 por ciento.
Ante la despenalización efectiva de la mariguana, el consumo de la heroína en personas de menos de 34 años ha caído en 70 por ciento. En el 2001, 1.0% era dependiente de esa droga y ahora sólo lo es 0.3%, de acuerdo con el Servicio de Intervención en Comportamiento Adictivo y Dependencias (SICAD). Hay sectores de la sociedad portuguesa, entre ellos funcionarios públicos, que están a favor de legalizar la venta de las drogas leves en las farmacias.
El director del SICAD plantea que “Portugal encontró una solución, admirada en el mundo entero, de discriminalizar sin despenalizar. Tenemos todo el tiempo para adaptar nuestras decisiones a la evidencia científica. No tengo ninguna resistencia mental a nuevas medidas permisivas, pero no debemos dar un salto adelante sólo para ser los más modernos”.