LOS PADRES EN LA LITERATURA (III).

Hugo Argüelles es uno de los dramaturgos más importantes del siglo XX en México, sus obras tienen un amplio reconocimiento por la crítica literaria y han sido representadas por grandes directores y actores. En el año 1960 fue estrenada la obra teatral más reconocida de Hugo Argüelles, titulada: Los cuervos están de luto. Con el transcurso de los años esta obra se encuentra ubicada como una de las más representadas en la historia del teatro mexicano.
El origen veracruzano de Hugo Argüelles se ve reflejado geográficamente hablando en la obra: Los cuervos están de luto, porque toda la historia se desarrolla en la ciudad de Orizaba, Ver. Especialistas manifiestan que en la obra de Argüelles se encuentra desarrollado de manera brillante “el humor negro” y puntualizan que: “El humor no como una finalidad, sino como la vía para desnudar nuestro inconsciente.”
La obra: Los cuervos están de luto, está compuesta en una farsa de tres actos, conforme se va avanzando en la trama claramente se puede distinguir el papel, función y mensaje que representa cada personaje, pero al final de manera personal considero que el protagonista central de la historia es toda una familia, aun así, los personajes más importantes en la historia se integran de la siguiente manera: Gelasio, Mateo y Enrique son hermanos e hijos de Don Lacho, Piedad está casada con Gelasio, María vive con Mateo y tienen un hijo, hasta aquí es la familia completa, en la historia aparecerán otros personajes que tienen cierta relevancia como el Cura y los demás son complementarios.
Los cuervos sarcásticamente están representados por los hijos de Don Lacho, Enrique es el único que tiene el derecho de ser tratado como un buen hijo, al final de la historia sabremos que Enrique fue diferente porque realmente no era hijo de Don Lacho, y recibió en la misma casa un trato rígido que lo hizo una mejor persona. Toda la trama se desarrollará de las once de la noche de un domingo a las siete de la mañana del día siguiente en la casa del moribundo Don Lacho.
La acción inicia con el certificado de defunción de Don Lacho que su hijo Gelasio había podido conseguir, y aquí, luego, luego, se percibe el humor negro de Hugo Argüelles en esta magistral obra, porque resulta que Don Lacho todavía no moría, pero Piedad quien dominaba a su esposo lo convenció que era necesario ir adelantando los trámites, porque por culpa de la enfermedad de Don Lacho tenían muy abandonadas sus tierras y animales, y una vez muerto rápido habría que sepultarlo para irse a trabajar.
Con el certificado en manos inmediatamente invitaron al velorio a los vecinos, además, el médico les había asegurado que Don Lacho estaba a horas de morir, en esa misma noche llegaron Mariana y Mateo, cuando Mateo supo que su padre todavía vivía no comprendía por qué se iba a realizar el velorio, por qué existía un certificado de defunción etc. Para ese entonces Piedad ya había pronunciado a Gelasio los motivos justificatorios de adelantarse a los hechos: “Piedad. – ¿Y las ventajas, no cuentan? Piensa también en ellas. Ya ves que ni puede respirar. Todo el tiempo con el ruido ese en la garganta. Y si se muere –como espero en Dios – esta noche, ya mañana lunes podremos ir al solar. ¡Todo está descuidado por culpa de su maldita agonía que no termina nunca!”
Después de las diversas explicaciones que dio Piedad y fueron respaldadas por Gelasio, Mateo aceptó el argumento. En ese contexto llegó Enrique con el Cura, Don Lacho se confesó y al instante pidió hablar con sus tres hijos, estando reunidos con su padre éste les reveló que uno de los tres no era su hijo, Don Lacho les preguntó si querían saber quién era, Enrique dijo que a estas altura no importaba, que los tres siempre serán sus hijos, los demás hermanos respaldaron a Enrique en su comentario, sin embargo, para ese entonces la cantidad de la herencia que dejaba Don Lacho era conocida por sus hijos y nueras.
Una vez realizada la confesión de Don Lacho, iniciará toda una historia de intrigas, rumores, y las principales interesadas en que se supiera la verdad eran Piedad y Mariana. Las dos nueras pensaban que si descubrían quien no era el hijo legítimo de Don Lacho, la fortuna solo podría dividirse entre dos: “Piedad. – Además, piensa que la herencia se repartiría entre dos. Quince mil y quince mil, y los solares, y el ganado… Piensa, piensa en eso. Además, así nos libramos de Enrique. Y ese solar es nuestra vida, Gelasio. Allí hemos dado todo. ¿No te has dado cuenta lo que significaría tener que dividirlo? ¿Te das cuenta? En cambio, entre dos es fácil. Está resuelto: nosotros nos quedamos con él, y Mateo con el de Sumidero. ¡Fíjate que bien sale la cosa!”
En esa misma noche Don Lacho murió, y si bien sus hijos se habían convertidos en unos cuervos, es porque Don Lacho en la trama representa a la figura de un zopilote. Don Lacho fue un hombre autoritario, usurero, tramposo, mezquino, vil, etc. es por ello que cuando murió, sus hijos tuvieron que contratar a unos borrachos callejeros para que lo velaran y habían acordado con ellos que ganarían un peso conforme a sus llantos o lamentaciones, con tal acuerdo algunos hasta ataques le daban, y los borrachos que se sentían más dignos y no querían hacer tanto el ridículo sólo pronunciaban: “Don Cuco. – ¡Pobrecito de Don Lacho…era un santito del cielo! Odilon. – ¡Dios lo tenga en su gloria! Gumaro. – ¡Tan compadecido que era Don Lacho! Polonio. – ¡Jué muy de ley con los pobres! Mujer. – ¡Quien no lo habría de querer si fue tan legal y tan guen hombre!” Con semejantes lamentaciones, los borrachos tenían asegurado sus pesos y Don Lacho garantizado el cielo.
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