El miedo a equivocarse
Es el factor común a casi todos los proyectos de ruptura, el miedo a tomar una decisión bajo un sentimiento temporal y luego arrepentirnos y no poder volver atrás.
Si lo pensamos, es algo que puede ocurrir en todas las decisiones que tomamos; podemos decidir comprarnos una casa en el campo en lugar de en la ciudad y ser tremendamente felices o arrepentirnos poco después. Para reducir esa posibilidad es importante, como es obvio, meditar la decisión pero aun así el riesgo de equivocarnos existe y es algo con lo que debemos vivir.
Tomamos la mejor decisión que podemos en cada momento, las circunstancias que tenemos ahora no son las que tendremos dentro de 3 años pero solo podemos decidir en base a las actuales, no tenemos más remedio. Tomar un camino significa perder los alternativos y toda pérdida conlleva un duelo.
También debemos darnos cuenta de que no decidir romper significa decidir seguir, con lo cual tenemos los mismos riesgos; el de equivocarnos y el de perder la oportunidad de ver que pasaría al tomar otro camino.
En resumen; es ley de vida y no se puede resolver. Tomamos decisiones a diario y esta es una de las importantes pero eso es todo.
El temor a la soledad
Cuando llevamos un tiempo en pareja hemos establecido unas dinámicas en las que contamos con el otro y hacemos una vida a dos, incluso sin convivir; por ejemplo los fines de semana los dedicamos a la pareja, las vacaciones, salimos a cenar o al cine, etc.
Además, en la edad adulta es habitual que la mayoría de nuestros amigos tengan pareja también, con sus respectivas dinámicas.
Volver a ser soltero/a implica una reorganización en nuestra vida, es muy probable que al principio no tengamos mucha gente con la que salir y algunos sábados los pasemos en casa. Deberemos plantearnos formas de socializar y hacer nuevas amistades, practicar nuevos hobbies, etc. Es lógico que esto nos pueda parecer un mundo tras un tiempo más o menos largo con una rutina establecida.
Algunas personas simplemente no conciben su vida sin pareja, estar solas les produce inquietud mientras que estar con alguien hace que se sientan más tranquilas y seguras.
Otros llevan tanto tiempo en pareja que no recuerdan como es no tenerla y, al pensarlo, les da más pereza que otra cosa.
Es obvio que será un gran cambio en la vida pero en pocas semanas tendrás una nueva dinámica y disfrutaras del tiempo con tus amistades.
Si el miedo está en no volver a encontrar pareja no hay razón para pensar eso. Aunque debes saber que es recomendable que pase un tiempo antes de embarcarte en una nueva relación, de forma que puedas superar la ruptura y así entrar con la mente abierta a esa nueva pareja. No te obsesiones y ve poco a poco.
La compasión
Otra de las razones habituales para retrasar una ruptura es la compasión hacia la otra persona. Es alguien a quién queremos aunque ya no estemos enamorados/as y lógicamente nos importa su bienestar.
Romper con alguien es muy duro y el sentimiento de compasión es más que natural.
Debemos pensar que en estos momentos esa persona está saliendo con alguien que no puede darle lo que quiere porque no es feliz en la relación, eso significa que tampoco él/ella logrará ser feliz. Dejar la relación es lo mejor también para el otro, quién podrá encontrar otra pareja que realmente desee estar con él/ella.
La compasión en este caso deberá dirigirse a terminar la relación de una forma sana y lo menos dolorosa posible. Contando, claro, con que una ruptura nunca es agradable y hay que pasar un duelo.