El presidente ruso, Vladímir Putin, concedió hoy la ciudadanía al defensa brasileño del CSKA Moscú, Mario Fernandes, quien podría defender la camiseta nacional rusa desde 2018.
Fernandes, de 25 años y que recaló en el CSKA procedente del Gremio en 2012, había expresado su deseo de ser convocado cuanto antes por la selección rusa, aunque no pudo disputar la Eurocopa de Francia por problemas burocráticos.
Campeón de liga con el equipo moscovita en mayo pasado, el jugador, que fue olímpico y disputó un amistoso ante Japón con el combinado brasileño, es un lateral derecho muy ofensivo, algo de lo que carece el equipo ruso.
El italiano Fabio Capello fue el primero en interesarse en los servicios de Fernandes, pero su convocatoria con Brasil frustró sus planes.
Rusia ha nacionalizado en los últimos tiempos a dos futbolistas, que han acabado por debutar con el equipo nacional: el defensa alemán de origen ucraniano, Román Neustadter (Schalke), y el portero brasileño Guilherme (Lokomotiv).
Ambos fueron convocados para la Eurocopa, pero sólo Neustadter dispuso de minutos al salir de inicio en el primer partido ante Inglaterra (1-1) y en el segundo ante Eslovaquia (2-1).
Tanto la convocatoria en mayo de Neustadter sin tener ni siquiera aún el pasaporte ruso como su rendimiento en Francia fueron ampliamente criticados por la prensa y los aficionados rusos.
Casi un millón de rusos han pedido ya la disolución de la selección nacional de fútbol después de que ésta fuera eliminada en la primera fase de la pasada Eurocopa de Francia tras sumar un solo punto.
“Disolver la selección de fútbol de Rusia. Queremos enorgullecernos, no avergonzarnos”, reza la petición colgada en Change.org y dirigida, entre otros, al presidente ruso, Vladímir Putin.
La mala actuación del equipo nacional se agrava por el hecho de que Rusia acogerá en 2018 el Mundial de fútbol y un año antes la Copa Confederaciones, donde los aficionados temen que la selección vuelva a hacer el ridículo.