¡Ah, la burguesía y sus encantadores chismes de alcoba! No suelo referirme a frivolidades en mis colaboraciones periodísticas –confieso que sí lo hago en pláticas informales con amigos, es algo inevitable-, menos en materia cultural, porque aunque no se crea, pero la cultura también tiene una parte insustancial o superficial, o como le quiera usted llamar, pero a propósito de la pasada cumbre de líderes de Norteamérica celebrada a finales del mes pasado en Ottawa, Canadá, en donde se reunieron el premier canadiense Justin Trudeau, el presidente de los EUA Barack Obama y Enrique Peña Nieto, de México, se me vienen a la mente algunos recuerdos que guardo en lo más recóndito de mi memoria de los padres del canadiense. Es hijo nada más y nada menos de dos de las figuras más fulgurantes –socialités- del mundillo de la política y de la farándula de los años 70: Pierre Elliot y Margaret Trudeau. Él fue Primer Ministro también de Canadá entre finales de los años 60 y de los 70, ella, la primera dama y entre otras cosas era una mujer muy dada a la vida nocturna del New York de aquellos años. Ambos en principio, Pierre y Margaret, eran muy asiduos de la famosa discoteca neoyorquina Studio 54, lugar en el que se daban cita los más connotados personajes del jet set mundial (Henry Kissinger, Andy Wharhol, Truman Capote, Mick Jagger, Bianca Jagger, Aristóteles Onassis, Jacquelin Kennedy Onassis, Carolina de Mónaco, Phillipe Junot, etc.), luego nada más Margaret, quizá porque a él le demandaban más atención los asuntos del Estado y ella, pues ella era una mujer joven y hermosa –además Pierre le llevaba 29 años-. En esos andares, la primera dama no escapó a los rumores de idilios extra matrimonio, se llegó a mencionar incluso un romance con Mick Jagger y el senador Ted Kennedy, cosa que a nadie sorprendió en ese entonces dada la conocida proclividad de ambos, del Rolling Stone y del menor del clan por los affaires y el desenfrene total. Quizá nada más fueron rumores y chismes de la alta sociedad internacional, pero el matrimonio de los Trudeau se desintegró a finales de los 70. Como muchas de las familias connotadas de la política, la tragedia también tocó a sus puertas, uno de los tres hijos de la pareja murió en un accidente en medio de una expedición en la zona boscosa de la Columbia Británica. Justin trae en sus genes la pasión por la política y los reflectores, antes que político parece una estrella de Hollywood, es un liberal a toda prueba, libre pensante con ideas modernas, muy a tono de la sociedad canadiense actual. “Prohibido prohibir” parece ser el sello de su gobierno, por lo pronto ya suprimió la visa obligatoria para los mexicanos y refrendó su voluntad para mejorar el TLCAN entre los EUA, su país y México, que ambas cosas son una buena noticia para los mexicanos. Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.