En la pasada elección de junio no hubo la victoria emblemática de un candidato independiente como ocurrió en el 2015 cuando Jaime Rodríguez ganó la gubernatura de Nuevo León. En esa ocasión también triunfaron tres presidentes municipales, un diputado federal y un diputado local.
A partir de ese hecho, la visión que se ha construido entre ciertos académicos, políticos y periodistas es que las candidaturas independientes fueron una llamarada de petate y que están, sin más, destinadas al fracaso. Los datos de la pasada elección no dicen eso.
En el 2016 intentaron el registro 523 candidatos independientes y lo lograron 304. El índice de efectividad fue de 58 por ciento. En el 2015 lo intentaron 322 y lo lograron 144. El índice de efectividad fue de 44.3 por ciento. En el 2016, se registraron 10 como gobernadores, 90 como diputados y 213 como alcaldes. En el 2015, tres como gobernadores, 29 como diputados y 79 como alcaldes.
Un primer dato que arroja la pasada elección es que el número de los candidatos independientes que participaron en la disputa, por un puesto de elección popular, tuvo un crecimiento de 250% de una elección a otra y también creció la efectividad en el registro.
El segundo dato es que en ésta hay más ganadores que en la elección del 2015. En aquella lo hicieron seis candidatos y ahora 11. Un diputado al constituyente de la Ciudad de México y 10 alcaldías. Dos en Chihuahua, dos en Tamaulipas, dos en Tlaxcala, dos en Oaxaca, una en Hidalgo y una en Aguascalientes. La más importante Ciudad Juárez, con 1.3 millones de habitantes.
Los candidatos a gobernador tuvieron los siguientes porcentajes: 18.2% en Chihuahua, 3.7% en Puebla, 3.4% en Sinaloa, 2.7% en Aguascalientes, 1.9% en Veracruz, 1.6% en Tlaxcala, 1.0% en Durango y 1% en Zacatecas, para dos registrados. El candidato a gobernador en Tamaulipas declinó a favor del PAN.
Un tercer dato es que la realidad de las candidaturas independientes abre el espacio de participación para mujeres y hombres que les interesa la política, pero que no se identifican con los partidos y no están dispuestos a militar en ellos. No es fácil, pero es una real alternativa.
La figura de la candidatura independiente, con sus pros y sus contras, va a crecer y consolidarse. Su existencia no pretende la desaparición de los partidos, siempre necesarios, sino abrir espacios y ofrecer mayores oportunidades de participación en la política.
Las candidaturas independientes fortalecen la vida democrática. No son la panacea ni la solución a todos los problemas de la política electoral, pero sí una bocanada de aire fresco a las contiendas electorales.
El 60% de los electores en México no se identifican con ningún partido. La opción de las candidaturas independientes crea una nueva opción para que esta ciudadanía se decida a participar y manifestar su simpatía por candidatos sin partido.