La sociedad que no invierta en la formación, educación y cultura de sus integrantes está condenada a la extinción. Si bien el Estado Mexicano garantiza constitucionalmente la gratuidad de la educación básica y media superior, las condiciones económicas de millones de familias impiden que las nuevas generaciones accedan a este derecho.

         De acuerdo a cifras del Consejo nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en 2012 en nuestra entidad: «cuatro millones 141 mil 800 individuos (52.6por ciento del total de la población) se encontraba en pobreza, de los cuales tres millones 19 mil 800 (38.4 por ciento) presentaban pobreza moderada y un millón 122 mil (14.3 por ciento) estaban en pobreza extrema.”

         No son sólo cifras, son familias completas las que viven en la miseria y cuya prioridad es buscar la comida del día, porque pensar en el mañana es bastante difícil. Así no se puede pensar en mandar a las y los hijos a la escuela.

         Porque si bien, el servicio es gratuito (padres y madres no pagan los salarios de los docentes ni construyen los edificios) sí tienen que desembolsar el pago diario del transporte, útiles escolares, uniformes –que aunque no son obligatorios se les exige en las escuelas- , cuotas ‘voluntarias’, compra extra para las manualidades, festivales, etcétera.

         Vamos, la realidad es una y la letra constitucional es otra. Los gobiernos lo saben y por eso han implementado en sus tres ámbitos programas de becas para el estudiantado de escasos recursos. ¿Pero puede uno exigir buenas calificaciones cuando el estómago está vacío?

         Pese a las buenas intenciones, estos programas están supeditados a ‘lo que sobre’ del presupuesto. Los gobiernos priorizan la obra pública, lo que ‘relumbra y brilla’, pero poco se invierte en la formación de su capital humano. Aún, aquí en Xalapa, encontramos escuelas de cartón y lámina.

         De ahí la importancia de la propuesta presentada por el diputado Juan Manuel Velázquez Yunes para crear el Instituto de Becas y Estímulos Educativos del Estado, al considerar que el apoyo a estudiantes de escasos recursos para que concluyan sus estudios debe ser prioridad para el Gobierno del Estado.

         Esta Ley crearía el Instituto de Becas como un organismo descentralizado de la administración pública estatal, sectorizado a la Secretaría de Educación (SEV) y contaría con personalidad jurídica y patrimonio propios. El Instituto de Becas  tendrá como atribuciones integrar y difundir la información de todos los programas de becas y estímulos educativos disponibles en el estado, incluyendo a los sectores público, social y privado.

         Dice el legislador Velázquez Yunes sobre su propuesta: “Tiene por objeto fortalecer, difundir, promover y transparentar los programas de becas y estímulos educativos a efecto de fomentar la permanencia de personas con mayores necesidades económicas en los centros educativos e incentivar el aprovechamiento y  desempeño escolar sobresaliente. En la Ley están establecidas becas para alumnos de escuelas públicas, privadas y especiales, y contempla estímulos educativos a la excelencia para estudios de posgrado, al talento deportivo, cultural, cívico, emprendedor y al desarrollo integral.”

         Ojalá se apruebe la propuesta que de inicio fue respaldada por varios legisladores. Hay demasiado talento en nuestra infancia y juventud, que nuestros impuestos se apliquen para apoyarlos sería un verdadero acto de justicia social.

         Por hoy es todo, les deseo un excelente fin de semana y nos leemos en la próxima entrega.