Aún hay personas que piensan que la unión de varones y mujeres sólo tiene como objetivo la reproducción y preservación de la especie. Olvidan que la ‘especie’ que hoy somos sintetiza milenios de cultura, tradición, educación y conocimientos que permitieron el desarrollo de diversas civilizaciones. Ni somos la primera –el cristianismo occidental- ni seremos la última.

Hace siglos que dejamos de ‘creer’ en la teoría geocéntrica. La ciencia demostró lo contrario. Galileo y Copérnico revolucionaron el sentido y saber del universo. También, gracias a la expansión del comercio y a los exploradores del siglo XV y XVI supimos que la tierra no era plana sino ligeramente redonda.

Para no retroceder demasiado en el tiempo, apenas hace cincuentaytantos años las mujeres pudimos ejercer nuestra responsabilidad y libertad sexual gracias a la masificación y venta de la píldora anticonceptiva. Sí, las mujeres que hoy rondan los 70 años y más son las pioneras en eso de tener relaciones premaritales o con más de un varón.

Hace algunas décadas la tipificación de las familias eran aquellas compuestas de forma tradicional: varón, mujer e hijos. Las mujeres que no tenían pareja pero sí descendencia estaban fuera de esta categoría. Hoy la realidad es otra. Cada 3 de 10 hogares son jefaturados por mujeres. Hoy, muchas parejas han decidido no reproducirse y en ambos casos, son familia. Hoy muchos varones viven sin pareja y con sus hijos e hijas y también son familia. Nuestra realidad es cambiante y siempre para mejorar.

Este preámbulo viene a colación por la reciente propuesta presentada por la diputada presidenta de Comisión Permanente para la  Igualdad de Género, Mónica Robles Barajas; cuyo decreto –en caso de ser aprobado- reforma, deroga y adiciona diversas disposiciones al Código Civil para el Estado que permitiría el matrimonio igualitario,  otorgaría derechos y obligaciones  a concubinas y concubinos, así como la disolución de matrimonio por voluntad de una o ambas partes.

No se trata de semántica ni de definiciones sobre conceptos, se trata de adecuar las leyes a las realidades que vivimos. No es cuestión de fe ni de dogmas, es de respeto a los derechos humanos y de igualdad ante la ley de los integrantes de un Estado laico.

Además, de aprobarse las modificaciones y adecuaciones al ordenamiento legal en mención, entre otras cosas permitiría que las hijas e hijos de matrimonio lleven el nombre o nombres propios que decidan su madre o su padre, seguido de sus apellidos en el orden en que éstos acuerden.

O lo que es lo mismo, el Estado respeta la libertad que las familias tienen para elegir. Mejor forma de respetar a los núcleos familiares no puede haber. Esto no es discurso, serían hechos que nos permitiría avanzar en la consolidación democrática. ¿Acaso no es lo que piden los defensores de las familias mexicanas?

La también secretaria de la Comisión Permanente de Procuración de Justicia, indica que su propuesta plantea que no podrán contraer matrimonio las personas menores de 18 años. Además, que toda persona tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de sus hijas e hijos.

En fin, habremos de esperar cómo ‘camina’ la iniciativa que hoy comentamos. Hay que discutirla y escuchar a especialistas e interesados en los temas que plantea la iniciativa de la legisladora Robles Barajas. Espero nos dé tiempo de hacerlo.

Por hoy es todo, les deseo un excelente fin de semana y nos leemos en la próxima entrega.