Las autoridades chinas pospusieron las obras de la fábrica donde se preveía producir en serie a partir de 2017 el autobús-túnel inventado por la empresa China Huaying Group, mientras afloran dudas sobre la viabilidad de este nuevo vehículo e incluso temores a que esta creación sea un fraude.
Las autoridades de la ciudad de Zhoukou, China donde iba a construirse la fábrica, el diario oficial China Daily, el proyecto se pospuso porque “el informe de impacto ambiental no ha sido aún aprobado”, pese a que se celebró una ceremonia de inauguración de las obras en julio.
La empresa pequinesa Huaying Group, responsable del autobús-túnel (que la semana pasada se estrenó en las calles de la ciudad de Qinghuangdao, en el norte del país), había acordado en diciembre la apertura de la fábrica con las autoridades de Zhoukou.
El retraso de las obras se conoce después de que algunos expertos chinos pusieron en duda la utilidad del vehículo, en teoría ideado como alternativa más barata a las redes de metro, y también después de que en algunos medios se acusara a la empresa inventora de obtener su financiación engañando a sus inversores.
El primer vehículo de este tipo, llamado TEB-1 (siglas en inglés de Autobús Elevado de Tránsito) circuló la semana pasada unos cientos de metros en un acto de exhibición donde turistas circularon bajo el gran vehículo para mostrar las posibilidades de la nueva invención.
Con capacidad para 300 pasajeros, el TEB-1 mide 22 metros de largo, 4.8 de alto y 7.8 de anchura, dimensiones suficientes para circular sobre dos carriles a la vez y que un automóvil pueda adelantar a otro debajo de este ciclópeo autobús.
El proyecto es visto como una alternativa mucho más económica, ya que podría costar cinco veces menos que los trenes subterráneos, aunque aún presenta problemas técnicos, ya que el modelo experimental, entre otras cosas, no es capaz de girar y solo avanza en línea recta.