La revolución como se entendió en la década de los 60, 70 y 80 ya no es posible. El filósofo alemán de origen coreano Byung-Chul Han lo plantea en “¿Por qué hoy no es posible la revolución?” (El País, 03.10.2014). Para responder es “necesario una comprensión adecuada de cómo funcionan hoy el poder y la dominación”.

Plantea cuatro preguntas: ¿Por qué el régimen de dominación neoliberal es tan estable? ¿Por qué hay tan poca resistencia? ¿Por qué toda resistencia se desvanece tan rápido? ¿Por que ya no es posible la revolución a pesar del creciente abismo entre ricos y pobres?

La dominación neoliberal no se estructura, como en el pasado, en la represión, y sí en la seducción. Ahora no es visible “un enemigo que oprime la libertad ante el que fuera posible la resistencia. El neoliberalismo convierte al trabajador oprimido en empresario, en empleador de sí mismo.

Hoy cada uno es un trabajador que se explota a sí mismo en su propia empresa”.

Hoy es ineficiente el poder que se hace valer en forma violenta y “es esencialmente más eficiente la técnica de poder que se preocupa de que los hombres por sí mismos se sometan al entramado de dominación. Su particular eficiencia reside en que no funciona a través de la prohibición y la sustracción, sino a través del deleite y la satisfacción”.

Esta lógica de la eficiencia vale también para la vigilancia. En los años 80 se protestó de forma enérgica contra tal o cual problema. “Era una época en la que se creía tener enfrente al Estado como instancia de dominación (…) Hace tiempo que esta época quedó atrás (…) Es precisamente ese sentimiento de libertad el que hace imposible cualquier protesta (…) ¿Contra qué protestar? ¿Contra sí mismo?”.

Hay que distinguir entre el poder que se impone y el que estabiliza. “El poder estabilizador adquiere una forma amable, smart, y así se hace invisible e inatacable. El sujeto sometido no es ni siquiera consciente de su sometimiento. Se cree libre. Esta técnica de dominación neutraliza la resistencia de una forma muy efectiva. La dominación que somete y ataca la libertad no es estable. Por ello el régimen neoliberal es tan estable. Se inmuniza contra toda resistencia porque hace uso de la libertad en lugar de acometerla”.

Hoy existe una competencia de todos contra todos que “conlleva un enorme aumento de la productividad pero destruye la solidaridad y el sentido de comunidad (…) En el neoliberalismo no tiene lugar ni siquiera la enajenación respecto del trabajo.

Hoy nos volcamos con euforia hasta el burnout”. Éste y “la revolución se excluyen mutuamente”. (Burnout = respuesta estresada a factores en el trabajo que incluye fatiga crónica y negación de lo que ocurre).

“El capitalismo llega a su plenitud en el momento en que el comunismo se vende como mercancía. El comunismo como mercancía: esto es el fin de la revolución” y ocurre cuando la ideología de “lo común realizado en colaboración lleva a la capitalización total de la comunidad. Ya no es posible la amabilidad desinteresada. En una sociedad de recíproca valoración también se comercializa la amabilidad (…) También en la economía basada en la colaboración predomina la dura lógica del capitalismo”.

Twitter: @RubenAguilar