Tendido boca abajo sobre la pista verde, Juan Martín del Potro dejó escapar todas sus emociones. Años de lesiones, cirugías e incertidumbre sobre una brillante carrera torpedeada por sus rebeldes muñecas parecían quedar en el olvido.
Sólo se escuchaba el ensordecedor rugido de la grada, coreando furiosamente una y otra vez, «Oleeee, oleeee, oleeee, oleeee, Delpoooo, Delpooo». Y ahí estaba Del Potro, el gigante amable, en el medio de todo, bañado por la adulación, a ley de una victoria de convertirse en el primer argentino que conquista una medalla olímpica de oro en el tenis.
Del Potro, alguna vez miembro de la élite del tenis y ahora 141 del mundo después de tres cirugías de su muñeca izquierda, recuperó la magia de antes y ofreció una actuación para el recuerdo al vencer el sábado 5-7, 6-4, 7-6(5) al español Rafael Nadal en las Semifinales del torneo de tenis de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
«Es el logro más importante de mi carrera junto al US Open, incluso más», dijo Del Potro, aludiendo a la conquista de su único título de Grand Slam.
Su rival en la Final del domingo será nada menos que el campeón actual y número dos del mundo, Andy Murray, quien se deshizo 6-1, 6-4 del japonés Kei Nishikori en la otra serie. El británico intenta convertirse en el primer hombre con dos oros olímpicos en sencillos.
Tampoco es que eso intimide a la «Torre de Tandil», campeón del US Open de 2009 y medallista de bronce en Londres 2012, que ya eliminó al número uno del mundo Novak Djokovic en la primera ronda, y parece inmune a la presión y el oponente.