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La Unión Soviética mandó a la perra Laika a bordo del Sputnik 2 en un viaje del que se sabía no volvería viva.

Ella fue el primer ser vivo en órbita y su viaje marcó un antes y un después en la carrera espacial entre la URSS y Estados Unidos, la gran protagonista de la Guerra Fría.

La misión de la cosmonauta canina Laika era realizar un viaje espacial para probar la seguridad de estos viajes al espacio exterior para humanos.

La historia de Laika es quizás la más conocida porque se convirtió en una de las grandes victorias soviéticas en la carrera espacial. Su viaje supuso un increíble avance para el envío de humanos al espacio.

Apenas una semana antes de que el cohete estuviese listo para ser lanzado, Laika fue recogida mientras vagaba por las calles de Moscú y llevada a un centro de entrenamiento junto con otros perros callejeros.

Finalmente, escogieron a esta perra mestiza como único tripulante del Sputnik 2 por su tamaño mediano y su tranquilo y calmado carácter.

Fue el primer animal en órbita, pero antes que Laika, tanto los norteamericanos como los soviéticos, habían enviado animales vivos en vuelos suborbitales.

Durante días, la sometieron a múltiples pruebas para asegurarse de que podrían soportar las condiciones de los viajes espaciales.

La cabina del Sputnik 2 era reducida (de ahí que se determinase que la pequeña Laika fuese la idónea) y para acostumbrarles, fueron metiendo a Laika en compartimentos cada vez más pequeños durante 20 días. Además, durante los días de entrenamiento, la alimentación de los perros se basó en un “gel especial de alta nutrición que sería su comida en el espacio”.

Durante años se ha creído que Laika falleció sin dolor tras pasar una semana en órbita cuando se agotó el oxígeno de la nave. Pero en el 2002 se reveló la verdad: “murió a las pocas horas del despegue presa del pánico y el sobrecaliento de la nave”, según informaron desde la BBC.

El Sputnik 2 continuó orbitando durante cinco meses más con los restos de Laika en su interior. En su regreso a la Tierra, el satélite se quemó al entrar en la atmósfera en abril de 1958.

En total, se calcula que entre 1951 y 1958 la URSS envío al espacio a 36 perros callejeros. Se decantaban por ellos porque «se asumía que estos animales ya habían aprendido a soportar condiciones extremas de frío y de hambre».

Tras el viaje de Laika, la URSS no dejó de poner en marcha estas misiones y al menos fueron enviados 12 perros más al espacio. Cinco de ellos regresaron con vida.