En nuestro país lo óptimo es que la niñez y juventud cursen sus estudios completos, tanto los obligatorios como los profesionales. Esto ha sido uno de los anhelos de millones de personas y familias. Hemos visto en la escuela la opción para que nuestra descendencia tenga mejor vida.

Dejo de lado las estadísticas (porque son demoledoras), y ejemplifico con mi reducida realidad que tengo en Xalapa. O sea, la juventud que logra acceder a la educación superior cuyo promedio de edad al concluir sus estudios oscila entre los 24 y 25 años de edad. Es decir, que han pasado 20 años de su vida en las aulas considerando tres años de preescolar, seis de primaria; la secundaria y el bachillerato suman otros seis y cinco de educación superior. Dejo de lado a quienes fueron a estancias infantiles y/o guarderías en una edad neonata.

¿Y qué pasa cuando estos jóvenes intentan ingresar al mercado laboral acorde con su perfil profesional? Pues se enfrentan a una realidad desconocida que es la falta de vacantes, con exigencias de mayor grado de estudios o empleos mal pagados. Una vida escolar que puede prolongarse con estudios de posgrado o quedar en la frustración personal.

¿Quién contrata a un filósofo, a un historiador, a una bailarina, a un artista plástico o a un músico? Y lo mismo con la mayoría del resto de las profesiones. Éstas y otras disciplinas del conocimiento son necesarias en nuestra sociedad. Un arqueólogo no hace excavaciones a domicilio ni una nutrióloga se dedica a “recetar dietas”. Estos ejemplos y otros reflejan nuestra crisis social y de Estado.

De ahí la importancia del exhorto del diputado David Velasco Chedraui a los tres ámbitos de gobierno, empresarios y sociedad civil a realizar acciones que contribuyan a impulsar políticas públicas en favor de aquellas familias que están excluidas de los beneficios del desarrollo y las oportunidades de empleo.

Y es que (las estadísticas y el dato duro que nos golpea), de acuerdo con una encuesta realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 21 por ciento de los jóvenes tardó entre seis meses y un año en encontrar su primer empleo y el mismo porcentaje más de un año.

El también presidente de la Comisión Permanente de Ciencia y Tecnología del Congreso veracruzano,se quejó que la entidad carezca de una oferta laboral importante, por lo que urge que las instancias gubernamentales coadyuven con el sector empresarial en la implementación de fuentes laborales con sueldos competitivos.

“Existen empresarios que tienen la creencia de que es necesario que los recién egresados de las universidades o algunos institutos tecnológicos cuenten con la experiencia necesaria para desarrollar los puestos que ofertan, a veces resulta favorable que el personal tenga experiencia, pero otras veces viene con formas ya establecidas de trabajo y es difícil cambiarles sus hábitos; en cambio, un joven llega con otra mentalidad, con ganas de trabajar, de aprender y eso es bueno, porque uno lo capacita y hace de él como un traje a la medida; es por eso que el empresario tiene que pensar en dar más espacios a la juventud”.

De acuerdo con el INEGI uno de los problemas que enfrenta la juventud al momento de buscar trabajo es la falta de experiencia laboral, pues entre los jóvenes desocupados de 15 a 29 años (19.6 por ciento) no cuenta con experiencia.

En fin, algo tendremos que hacer porque no es justo para nuestra juventud ni benéfico para nuestra sociedad estos índices de desempleo de nuestra población con perfiles profesionales. No basta con crear empleos de mano de obra no calificada, hay que voltear la mirada hacia quienes han dejado su vida en las aulas por el sueño de una vida mejor.

Por hoy es todo, les deseo un excelente día y nos leemos en la próxima entrega.