*Desde el siglo antepasado, en 1859, quedó establecido que México sería un estado laico, es decir, ajeno a cualquier credo religioso, aunque respetuoso de las creencias de todos sus habitantes.                                                                                           

Pues bien, el laicismo al contrario de lo que muchos conocen, no consiste en mantener una posición contraria a la religión. ¡Nunca! No se debe confundir a la población, como hacen la mayoría de los prelados y obispos, con la mentira de que peligra la enseñanza de valores en las escuelas públicas, puesto que está garantizada por la Constitución. Lo que quieren es retomar la educación en sus manos, para recobrar el control ancestral de nuestras conciencias. Así estudiaron los que pudieron hacerlo en tiempos pasados cuando solo existían escuelas particulares auspiciadas por los clérigos ¿Han oído eso antes? Y aun así muchos se inconformaron con los métodos salvajes y atentatorios contra la dignidad y los derechos humanos, lo que se debe evitar. Quien sea católico, ateo, budista, musulmán, o adorador de Satanás, que practique este credo en su casa o en los templos destinados a ello. Supongo que a nadie le gustará que algún funcionario público lo reciba en oficinas de gobierno para tratar asuntos oficiales y éstas sean presididas, además de la fotografía del Presidente de la República, del Gobernador del Estado y del Presidente Municipal, por alguna imagen religiosa, por ejemplo, de Satanás, con el falaz argumento de que este empleado sea practicante del Satanismo, y por lo tanto tiene el derecho de manifestar libremente sus convicciones religiosas (Lo que sería una aberración). La primera constitución de México de 1824 retoma para la nación la religión católica como única religión de la federación; la confrontación entre liberales y conservadores; los primeros buscando la construcción de una república y los segundos de un imperio, llevo al país a una guerra que se saldaría con la división de estado y la iglesia expresadas en las leyes de reforma y en la constitución de 1957, considerada, hasta ahora dicha constitución, como la primera expresión institucionalizada del liberalismo en México. El estado laico en México no sobrevivió en los hechos a la segunda mitad del siglo XIX, Porfirio Díaz se encargó de barrer de su base las ideas liberales, su pacto con el clero se renovó y lo ayudó a mantenerse en el poder en México bendiciendo todas sus tropelías hacia el pueblo. Como antesala a la Revolución de 1910, se expresaría de nueva cuenta el liberalismo en el país, esta vez empuñado por el Partido Liberal de los hermanos Flores Magón; en este punto es donde se rompe la masonería en México, unos pocos rescatando los valores y principios que dan identidad a esta corriente de pensamiento: Libertad, Igualdad y Fraternidad, a cambio de mayorías que ahí en adelante se convertirían en un club social, en el que sus miembros tienen el papel de escalar (en el marco de las clases sociales) en los puestos públicos que se les caen de las fauces primero a los herederos de la revolución y ahora a los tecnócratas del país. Por ello es digno magnificar estas acciones de hombres de su tiempo, que están pugnando por recuperar lo que otros vívales les arrebataron; el poder de decisión y la fuerza de manifestarse en reformas que atentan contra los principios básicos del pueblo, ojala que mantengan esta dignidad y no la cambien por un plato de lentejas. La guerra de los cristeros en el Bajío de 1926 a 1929, fue una escena protagonizada por la iglesia para mantener sus privilegios en México, una revuelta que se oponía de manera feroz, eso sí, a la educación laica en el país, no porque los niños no fuesen a aprender sino que la educación representaba un enorme ingreso para las arcas del Vaticano y aseguraba la separación de clases sociales en México. Los revolucionarios después de 1940 pactaron con la iglesia católica y de facto, reconociendo sus propiedades y aliándose con ellos en la contrarrevolución encabezada por Miguel Alemán quien echó por tierra la estructura del estado que permitía la movilidad de la población y dejando montados únicamente los privilegios. En 1992 al darse la reforma de la constitución y ser expedida la Ley de Asociaciones Religiosas y Cultos Públicos por parte del gobierno de Carlos Salinas de Gortari se abrió la puerta de manera definitiva a los intereses que la iglesia católica (principalmente) tiene en el país, condenando así a la ignorancia a millones de mexicanos. La toma del poder por la derecha (con la franquicia “PAN”) en un enroqué táctico de los tecnócratas mexicanos por mantenerse en el poder hacía necesario que el Vaticano bendijese de nuevo a la dictadura en México, por lo que la apertura a la iglesia era necesaria. Antes de terminar su papado, Juan Pablo II, sin reparar en los excesos en los que cayeron los cristeros en su agresión a la educación pública, vejando a cientos de profesores (arrancándoles orejas y extremidades) los canoniza y los vuelve santos, aspecto que es en sí, la mayor agresiones que puede recibir un estado y la historia patria, pero no pasó nada, las relaciones con el estado-mafioso del Vaticano y México continuaron en pie. En estos momentos podemos preguntarnos ¿Dónde está el estado laico en México?  Prácticamente en ningún lado, ni siquiera en la educación –donde un gran número de docentes se esfuerzan permanentemente por erradicar las tremendas diferencias entre mexicanos, entre muchos que nada tienen y pocos que lo poseen todo-, que dicho sea de paso a lo más que llega es a ser un repaso memorístico de la historia con estampitas de los héroes de la patria. Más que la intención de desmontar el estado laico por parte de la iglesia en los hechos lo que busca es obtener posiciones en la estructura pública del estado mexicano que le permita hacerse llegar de recursos económicos y con ello se le facilite sobrevivir en medio de una crisis de credibilidad de la iglesia católica en el país y el mundo. Al estado laico no hay sólo que salvarlo, hay que reconstruirlo en su totalidad, de la misma manera en que es necesario poner en marcha a las instituciones de la república, porque prácticamente nada queda de los compromisos del laicismo en el México. La herencia de Juárez está presente en los discursos, pero no en la realidad (tan es así, que los veracruzanos pasamos los festejos del bicentenario de natalicio de este patricio, con más pena que gloria, cuestión electoral y de compromisos con la derecha ¡Absurdo!), la mente conservadora y dictatorial antirrepublicana es la que se expresa en los gobernantes de la patria, quienes no han sustituido al estado laico porque en los hechos la “mejor” oferta para hacerlo es un catolicismo plagado de pederastas, degenerados que poco o nada tienen que aportar a los valores de la patria (Claro con sus honrosas excepciones). La ofensiva de la derecha en México contra el estado laico no tienen más que una pincelada de ideología, porque en los hechos no son más que individuos cuyo único apetito es el dinero, los mueve amasar grandes fortunas en poco tiempo, no tienen un compromiso nacional, no son nacionalistas, no son sino vulgares ladrones que se han vuelto locos con el erario público, prestanombres y vende patrias encabezados por el nefasto innombrable, que condujo a unos de sus tantos alfiles a ostentarse como el hombre, económicamente más rico del mundo. Lamentablemente del otro lado tenemos liberales ambiciosos, libertinos, convenencieros y sumisos que no tienen la mínima capacidad de afrontar el momento que vive el país, y tenemos una derecha compacta y decidida a rescatar lo que consideran suyo, y que no están dispuesta a despeinarse por una transformación del país con miras a establecer reformas de estado; para eso sus cómplices, herederos de la revolución, les allanaron el camino con las enmiendas adecuadas a sus intereses. En los hechos la izquierda anda peor, siempre a salto de mata, sin presentar una propuesta que se encamine hacia coyunturas de ruptura con el estado de cosas que prevalecen en la vida pública, en una lucha sorda de “iluminados” ¡Que bárbaros! Son estos titubeos y maniqueísmos los que han permitido que se desdibuje el estado laico en México, porque simplemente es inoperante, todos los políticos van detrás de la pose vanidosa, las propuestas banales y fatuas por lo que el estado laico en México simplemente es un conjunto de palabras para rellenar un discurso nacionalista. De todos es conocido que las distintas manifestaciones liberales están en plena decadencia, los intentos de tener una fuerza coherente, incluyente y contundente es una utopía, “Como es afuera es adentro” ya que la infiltración de personajes oscuros, siniestros y enemigos de la orden se da con mayor facilidad de lo que se cree, todo con un inusual propósito cuantitativo en lugar de la selección cualitativa de antaño, al fin que “en todos lados se cuecen habas”. Seguramente algo surgirá en este siglo XXI que hará reflexionar y actuar a este sufrido y estoico pueblo mexicano. ¡Estamos! alodi_13@nullhotmail.com