Hablar de Xalapa y de su área metropolitana en palabras muy sencillas, es referirnos a un área geográfica, económica, social y política con dinámica y características que incluyen lo rural y lo urbano, la ciudad, el municipio conurbado pero que va más allá de estos conceptos. El término describe una realidad con otras dimensiones y posibilidades ya presentes en el discurso reciente pero para efectos prácticos, aún desconocidas en la mayoría de una clase política gobernante que apenas ha creado instrumentos jurídicos para tratar de rescatar el control y regulación del Estado de una expansión periférica desenfrenada, con polarización social que es fuente de inestabilidad e ingobernabilidad.
Se supone que parte de este diagnóstico sirvió de argumento a la iniciativa de reforma que creó la Secretaria de Desarrollo Agrario y Territorial (SEDATU). Sin embargo, el intento nunca valoró lo suficiente que afrontar esa realidad también exigiría de una gobernabilidad metropolitana fortalecida desde el municipio, instancia sobre la que recae la responsabilidad Constitucional de atender la creciente demanda de infraestructura y servicios.
Este referente nos lleva a reflexionar sobre un nuevo perfil de comunas y alcaldes que se requieren en ciudades medias como Xalapa; gobiernos con visión metropolitana y sobre todo con voluntad y capacidad de gestión política y financiera.
El edil y administrador pasivo de finanzas de «monedero» es aquí cosa del pasado. Los «sabelotodo», redentores populistas, quijotes y «caciques buenos» son modelos descontinuados. Los rostros bonitos pero taimados, inútiles y pobres de espíritu, salen sobrando, también los vendedores de fórmulas mágicas de gobierno voluntarista y milagroso. Incluso personalidades de fabricación rápida y mercadológica, se desinflan a la primera.
Buenos o malos gobiernos ya tienen consecuencias. Esta fue una de las lecciones de las pasadas elecciones. Habrá quienes lo entendieron y quiénes no. Habrá otros que siguen soñando con el pasado de tribu o de virreinato.
Se acerca el momento de «pasar a la báscula » y cobran importancia los informes cumbre de gobierno municipal (el Tercero) no como protocolos desgastados sino como oportunidad de «medir el agua a los camotes» y ver si tienen o no respuestas a la altura de una ciudad metrópoli como Xalapa.
Estos informes suponen un balance obligadamente objetivo que no puede estar constituido de retórica sino de hechos, decisiones, obras con nombre y apellido y de convenios, acuerdos y procesos reales en curso con perspectiva de alineamiento y continuidad, aun considerando los escenarios estatales y nacionales más adversos. Obra conjunta gobierno-sociedad.
Al respecto trascendió en Radio Bemba que la Administración de Américo Zúñiga inició ya el proceso de elaboración de su Tercer Informe de Gobierno. Compleja tarea que involucra a las diversas áreas incluyendo la de integración que enfrenta el reto de una valoración que es mucho más que la suma de las partes.
Como observador externo veo que entre líderes y analistas se comparte la percepción que anticipa un balance de resultados exitosos en lo cual ha sido determinante entre otros, dos factores: la unidad política y la visión y capacidades del promotor- coordinador al frente.
No es casual el liderazgo nacional del munícipe xalapeño, tan insistente en la gestión extraordinaria de recursos argumentando el sobrepeso de la responsabilidad de los ayuntamientos para con la estabilidad, la gobernabilidad y el desarrollo social sustentable de los municipios. Dicho esto en términos coloquiales, este liderazgo ha sido portavoz de los 2440 Alcaldes de México y 16 Delegaciones, quienes le han dicho al gobierno del Presidente EPN, «si quieres celeste no esperes que no te cueste».
El empoderamiento de los municipios se ha topado con un muro; en efecto, con el retorno del PRI al poder federal, el destino de la Nación revive una vieja contradicción que los gobiernos del PAN heredaron pero no superaron: la ineficacia de la costosa administración y gobernabilidad centralista y el hecho de que en los hechos, la crisis social no encuentre otra salida que admitir el destacado lugar que ante ese reto les corresponde a los municipios y sus ayuntamientos y en especial los metropolitanos.
El voto duro ya no es tan duro. Hoy los votos de castigo se ganan con promesas incumplidas mientras que los de premio, y no es garantía, solo con buenos resultados y esperanzas sustentadas. Por ese lado parece que va bien AZM. Habrá informe porque hay de qué informar. Cuando no hay, los Informes son puro show, rollo y realidad virtual.
En este caso y en apego a la justicia del mérito, los logros de que informará el edil de Xalapa no son resultado de una gestión mesiánica, quijotesca, milagrosa, si no la de un eficaz gestor financiero, promotor y coordinador de esfuerzos y recursos que está en condiciones de elegir, y con ventaja, cualquiera de las rutas que se le presentan, nada más que no lo pongan al frente de una bola de inútiles o de bebesaurios o dinosaurios de patrimonio familiar opaco y dudoso porque allí, hasta el mejor pierde todo.
Perfil requerido para sucesor, sea del partido que sea: aunque parece que ya no es requisito deberá ser de probada honestidad. Que tenga visión metropolitana de Xalapa, capacidad de diálogo y concertación plural, de desarrollar una gestión administrativa moderna, y ser audaz en gestión financiera y política local y nacional, ante el Presidente y sus secretarios como ante el Congreso y Comisiones Legislativas. También de cercanía con la gente de todas las clases sociales pero exento de tentaciones populistas, que tenga capacidad de comunicación ínter generacional, de liderazgo sin egocentrismo, promotor de la co inversión transparente, que ejerza la crítica razonada y de persuasión hacia el ciudadano, empresario, grupo de presión, o actor reacio a equilibrar el interés particular y general. En otras palabras líder con capacidad de crear consensos, y eficiente ejercicio de los mecanismos de consulta y participación creados con Xalapa Ciudad Abierta.
En cuanto a los xalapeños, más vale que elijan bien pues desde que se empoderó la mercadotecnia de la política, hasta las reses flacas lucen cuerpos monumentales como parte de la supuesta «caballada gorda» no obstante la magnitud de los rezagos y retos que le aguardan a Xalapa, los cuales demandan igualar y/o superar el perfil de AZM.
De lo contrario, a las adversidades de la alternancia conflictiva en el gobierno del Estado se sumarán otras como la partidización de los tiempos y de los recursos presupuestales. Si con un alcalde como Américo persisten tantos rezagos y carencias estructurales, no quiero ni pensar lo que podemos esperar de un aldeano miope, timorato (a)apocado (a) indeciso y falto de carácter y visión de Estado.
En resumen por tres administraciones más Xalapa necesita sostener o incrementar el ritmo de trabajo actual si quiere ser la ciudad eficiente y competitiva de oportunidades y condiciones de vida para todos, digna de llamarse capital de los veracruzanos y ciudad sostenible de gobierno abierto.
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