Me da un gusto enorme ver que el Ayuntamiento de Xalapa ha organizado, “en el marco del encuentro Memoria de Xalapa”, una “charla en honor del reconocido escritor Sergio Galindo”, con motivo de que el pasado 2 de septiembre se cumplieron 90 años del nacimiento de este gran novelista y cuentista local.
El maestro José Luis Martínez Morales, un estudioso serio y conocedor de la obra y la gran persona que fue Galindo, será el encargado de rememorar todos los motivos por los que los xalapeños y los veracruzanos le debemos un gran reconocimiento a quien fue sin duda el mayor promotor de la cultura en nuestro estado. La cita es mañana martes a las 6 de la tarde en la Sala de Cabildo del Palacio Municipal.
Para quienes no lo saben, Sergio Galindo fue fundador y Director de la Editorial de la Universidad veracruzana en los años 50 del siglo XX, durante el rectorado del doctor Fernando Salmerón Roiz, y puso a Xalapa en el mapa literario de México y el mundo.
Galindo era un joven escritor muy bueno para relatar historias, pero además excelente para las relaciones públicas. En esas épocas de fines de los 50 y principios de los 60, la literatura mexicana entraba en una época de oro, con sus grandes autores consagrados produciendo lo mejor de su obra: Juan Rulfo escribió y publicó Pedro Páramo en 1955, Octavio Paz dio a conocer su poemario Libertad bajo palabra, en donde aparece “Piedra de sol” en 1960, Carlos Fuentes vio editada su novela La muerte de Artemio Cruz en 1962 y de Juan José Arreola apareció su única novela La Feria en 1963, por citar a los más grandes.
Junto a esas cumbres literarias, había una infinidad de jóvenes que estaban escribiendo y produciendo literatura de la más alta calidad en México, y de todos ellos era no sólo colega sino un gran amigo el xalapeño Sergio Galindo. Así que cuando el doctor Salmerón -que era además de buen rector una gloria reconocida de la filosofía nacional- le compró el proyecto, Galindo se puso a publicar a quienes poco tiempo después serían las nuevas glorias de nuestras letras.
Baste decir que Gabriel García Márquez, que se hizo literariamente en México, publicó en la UV Los funerales de la Mamá Grande, y junto con él una pléyade impresionante de nombres: Juan García Ponce, Elena Poniatowska, Emilio Carballido, Jorge Ibargüengoitia, Juan Vicente Melo, Elena Garro, Inés Arredondo, Eraclio Zepeda, Vicente Leñero, etc., etc., etc.
Y bueno, a la sombra de este homenaje mínimo considero prudente recordar que durante el primer Festival Hay de Xalapa, un grupo de jóvenes entusiastas de la literatura se unieron a los escritores mexicanos reconocidos que estaban participando y publicaron una carta abierta en la que le pedían a la autoridad municipal que impusiera el nombre de Sergio Galindo a una avenida importante de Xalapa, dada la importancia de su obra y su contribución a las glorias editoriales de la Universidad Veracruzana, de las que siguen viviendo y aún presumen en la casa de estudios.
La autoridad municipal era ni más ni menos que la cultísima Elizabeth Morales, que lo primero que preguntó es quién era ese tal Sergio Galindo y luego quiso quitarse el compromiso diciendo que no podía imponer el nombre de alguien vivo, cuando tenía más de una década que nuestro escritor había fallecido.
Hoy tiene la oportunidad el alcalde Américo Zúñiga de retomar aquella idea y hacer profeta en su tierra al hombre de letras que más contribuyó para que nuestra capital tenga el título de Atenas Veracruzana.
Queda dicho.
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