* «Recuerde que no basta con decir una cosa correcta en el lugar correcto, es mejor todavía pensar en no decir algo incorrecto en un momento tentador.» (Benjamín Franklin).                                                                                                

 La inquietud que surge al observar y ser parte del comportamiento de cada uno de los integrantes de cualquier clase de grupos, que al tratar de establecer vínculos afectivos en esta era, denominada de las comunicaciones (donde se prioriza la cantidad y la velocidad a la calidad), a muchos se le complica comunicarse. Los problemas para entablar conversaciones se dan ya sea por pudor, vergüenza, miedo y prejuicios. Hay sujetos que transmiten su malestar cuando se sienten invadidos por la presencia de los otros, aunque sólo sea realizando una simple pregunta de rutina. Estas personas se arman de corazas para evitar el sufrimiento y cada vez les cuesta más confiar y creer en alguien, lo que para la mayoría es lamentable. Para comunicarse con los demás, es necesario sentirse bien con uno mismo, nada puede darle al otro lo que no esté dispuesto a darse a sí mismo.
Los seres que viven lamentándose por todo y arman vínculos sólo por el hecho de no sentirse solos, serán incapaces de establecer lazos auténticos. Hay diferentes maneras de comunicarse: quien tiende a ser cerebral, se comunica a través de la palabra. La persona que habitualmente gusta de la síntesis, desarrolla una comunicación reflexiva, madura y bien dosificada. Otro estereotipo en comunicación son los sujetos nacidos para las relaciones públicas: seducen mientras se comunican. A todos aquellos que tienden a medir las palabras, en realidad, les resulta muy difícil comunicarlas verbalmente. Intentan encontrar las palabras adecuadas en el momento indicado, por eso necesitan tiempo para hacerlas madurar. A pesar de que uno cree que habla claro, el interlocutor puede interpretar algo distinto de lo que se quiso decir. El significado que le atribuya a las palabras estará relacionado con su sensibilidad y su tipo de personalidad, lo que no siempre estará comprendido por quienes lo rodean. En una comunicación, existen diversas maneras de recibir un mensaje, y éstas, por supuesto, estarán vinculadas con la propia subjetividad, con lo que uno quiere-y puede-escuchar y viceversa, es ahí donde se evidencia la problemática.  Lo que se debe meditar, en todo caso, es que se presentan situaciones en las cuales es preciso reaccionar de inmediato, comunicarse de un modo claro. Quien sea dueño de un temperamento muy ansioso, devolverá una agresión como respuesta, aunque ésta haya sido formulada de un modo gentil. El motivo de esta reacción se debe a que este tipo de personalidad cree que todos desean hacerle mal. Siempre percibe como agresiones los argumentos del otro. El fóbico, en cambio, toma toda alocución del otro como una acusación. También permanece a la defensiva. Es tan temeroso de la palabra de su interlocutor que no puede distinguir el tono empleado por éste en cada ocasión. El que tiene un lado paranoico, constantemente siente que quieren violar sus derechos, entonces aprovecha cualquier pregunta para afirmarlos, aunque se trate de la conversación más banal.  En el caso del obsesivo, se comunica con un gran exceso de precisión. Utiliza ese código para, en medio de una discusión, hacer «caer» a su interlocutor.  Es importante tener en cuenta que para vencer las dificultades que impiden entablar relaciones armónicas, hay que auto cuestionarse sobre cuáles son los aspectos o actitudes de uno que están flaqueando, remediarlas y así poder disfrutar de vínculos sin obstáculos. Cada uno tiene su modo de comunicarse con los demás; el parámetro para saber si sirve el modo en que se establecen los lazos es si ambas partes están satisfechas con su forma de relacionarse.  Lo que puede resultarle a una persona para comunicarse con éxito puede no resultarle a otra. Es sabido que en lo que se refiere a relaciones humanas no existen fórmulas exactas. Lo importante es tratar de ser sincero y mostrar, a través de la expresión, los propios sentimientos.  Un consejo que nos puede ser útil para llevar adelante cualquier tipo de relación es que siempre hay que dejar un espacio para poder ponerse en el lugar del otro y pensar las cosas desde esa posición; tal vez así se nos pueda entender mejor.  Sin duda que cualquier discusión y opinión sobre el lenguaje, sus lógicas, su organización, y las maneras que los humanos adoptan en el proceso comunicativo pueden generar conflictos. Por tanto, la apuesta de esta colaboración es cuestionar el papel del lenguaje y su responsabilidad en el nacimiento de los conflictos; es aventurarse a descargar en el lenguaje mismo los conflictos de la humanidad misma; esta mirada, en todo caso, nos impulsará a seguir pensando e investigando las funciones, los repliegues, los despliegues y las mismas misiones de las relaciones humanas como esencia de los conflictos existenciales ¡Estamos! alodi_13@nullhotmail.com.