“Setenta años de Hernán Lara Zavala”
Uno de los grandes cuentistas vigentes en México es Hernán Lara Zavala, si bien su obra abarca novelas y ensayos, desde un gusto personal considero que Lara Zavala ya es un clásico de la cuentística mexicana, uno de sus libros más conocidos se titula: “De Zitilchén”, el cual es un pueblo imaginario que tendrá vida en gran parte de sus cuentos, pero hablando de cuentos, en esta ocasión festejaremos al gran escritor con el libro titulado: “Cuentos de aquí y de allá”, publicado por la Colección Biblioteca de ISSSTE en el año 2000.
En éste libro Lara Zavala hizo una selección de cuentos que se encuentran en sus diversos libros publicados, son diez los cuentos que integran el libro, la temática es variada, conoceremos historias que se desarrollan en Ziltilchén, algunas en Barcelona, otras en Rusia, sin embargo, el cuento seleccionado para desarrollar en la presente columna se titula: Después del amor.
Todos en nuestras vidas alguna vez nos hemos enamorado, y con los años aprendemos que a la pura enseñanza griega el amor es producto de la riqueza y la pobreza, porque cuando amamos y somos correspondidos sentimos que caminamos en el aire, pero ese mismo sentimiento que nos lleva a la gloria, nos puede hacer las personas más desdichadas e infelices, es por ello la importancia del cuento, para ser más concreto utilizaré la pregunta: ¿Qué hay después del amor?, y basado en los cuestionamientos que realiza Hernán Lara Zavala en su cuento, contaré éste cuento el cual puede ser una historia mía o de quien me lee, porque es indudable que todos algunas vez nos hemos enamorado, los dos personajes que adquieren vida en ésta historia serán: “Mujer bonita” y “Alonso Quijano”.
Utilizo el nombre de Alonso Quijano en mi historia porque en la novela de Cervantes el personaje es cuerdo, sin embargo, en mi pequeño relato estará un poco loco producto de un amor pasado que lo atormenta y no lo deja vivir y cabalgar por el mundo, todo porque para Alonso Quijano después del amor hay mucho. Alonso Quijano cuando era cuerdo se enamoró de Mujer Bonita, realmente el nombre de ella describe perfectamente su figura, tuvieron una relación que Alonso siempre consideró que era amor, pero realmente quien amó en la historia sólo fue Alonso, eso claro está que lo aprendió con el tiempo, aun así las consecuencias después del amor no cambian.
Cierto día Mujer Bonita y Alonso Quijano se encontraron de manera casual, tenía mucho tiempo que no se veían, lo más triste del encuentro fue que Mujer Bonita iba con su nueva pareja, Alonso quien creía que ella era cosa del pasado, un bonito y gran recuerdo, cuando la vio el impacto fue sorprendente, no podía creer y soportar lo que sus ojos veían, Alonso pensó que ella por respeto a la historia de ese pasado, haría lo posible por estar un breve momento en el bar y buscaría cualquier pretexto con su pareja para irse, pero no fue así, Mujer Bonita quiso darle vida a éste relato y se quedó bastante tiempo en el bar y paso lo que tenía que pasar, es decir, Alonso el que un día fue cuerdo al igual que su alter ego Don Quijote enloqueció.
Estando los dos personajes en el bar, Alonso no quitaba la mirada sobre su antiguo y vigente amor, Mujer Bonita se veía como su nombre, y es en éste primer contexto del reencuentro donde Alonso se preguntaba, ¿Cómo es posible que ahora le sonreía a él como me sonreía a mí? ¿Entonces todo lo que vivimos no contó o así de vacía es la vida y los actos del pesado no tienen ninguna importancia? entre más se preguntaba Alonso más reflexionaba y rememoraba, a su mente vinieron grandes momentos que vivió con la mujer que tenía enfrente y que ya no le pertenecía.
En sus recuerdos vino a la memoria uno de los momentos más felices que vivió Alonso con Mujer Bonita, sucedió cuando Alonso cumplió treinta y un años, él se quedó el diecinueve de septiembre en el departamento de Mujer Bonita, ella lo despertó a las tres de la mañana ya del veinte porque sabía que a esa hora había nacido, le dio un abrazo, le regalo un perro de peluche que hoy se llama Tobi e hicieron el amor, pero de momento Alonso regresaba a la realidad que le presentaba el bar, y todos sus recuerdos eran sólo eso, recuerdos, porque en el presente Mujer Bonita se veía feliz con su nuevo amor.
A ritmo de cervezas la locura de Alonso el que en algún tiempo fue cuerdo se fue acrecentando, llegó el momento que el pobre Alonso no resistió más y enfrentó a Mujer Bonita con su nuevo novio, no sé si fue un acto de valor, romanticismo o irresponsabilidad, pero en esta parte de mi relato pondré en la boca de Alonso Quijano las preguntas que Hernán Lara Zavala hace en su cuento: Después del amor:
“¿Y qué fue de nuestro amor? ¿Qué quedó de toda esa pasión? ¿Se desvanecieron en el tiempo, en el recuerdo, en la memoria? ¿Los actos del corazón se pierden en cuanto cesan los actos físicos? ¿Será verdad que en nuestra época ya no hay pecados sino meras transgresiones? El amor moderno, ¿Será tan complejo que ya no admite una sola línea de acción, una incógnita, un misterio? ¿Puede seguir siendo, como se consideró alguna vez, de una sola pieza, refractario, indivisible y siempre fiel? ¿Cuántos vértices tiene el amor? Esos mismos vértices muchas veces nos lastiman y lastiman a los que amamos y, sin embargo, los agradecemos porque son los que nos hacen sentir y vivir. ¿Hay alguien que logre vivir una gran pasión que no parezca un remedio insulso de una vieja película en la que ya nos sabemos de memoria todos los parlamentos?”
Por supuesto que Mujer Bonita no le respondió ninguna pregunta al loco de Alonso Quijano, Seguro estoy que las preguntas siempre estarán sin respuestas, lo que si quedo claro para Mujer Bonita es que Alonso Quijano sigue conservando con mucho cariño a su perro el Tobi, porque para Alonso después del amor hay mucho, si no fuera así, entonces nuestras vidas día a día se diluirían en la nada, por lo tanto, después de un verdadero amor, siempre habrá amor, sólo que acompañado muchas veces de dolor.
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