*De Neruda: “A lo sonoro llega la muerte, como un zapato sin pie, como un traje sin hombre. Camelot.

EL SECUESTRO MIO

Relato esto porque solo los que hemos pasado un asalto o secuestro de estos llamados exprés, lo podemos narrar. Lo he escrito algunas veces. Va la historia. En la época que desgobernaba Cuauhtémoc Cárdenas el DF (1999), una noche temprana, a las 9, en el Sanborns del Angel de la Independencia tomamos un taxi, al no circular ese día el auto propio. Me sé cuidar, pero esa noche cometí un error. Le pregunté al policía si el taxi que estaba en la punta era de allí, de los confiables, me dijo que sí, pero cuando llegué al taxista, un hombre de edad avanzada, dijo que ya iba a entregar. Opté por el que seguía en la fila y ese fue mi error, por no preguntar. Estaba hospedado cerca de la Embajada Americana, a unas cuadras, hotel El Angel, bien me pude haber ido caminando, ah pero los dichosos ‘hubiera’, si hubiera hecho esto, si hubiera hecho lo otro. Cuando el taxi se fue de largo una cuadra, le reclamé al chófer, perdón jefe, expresó el muy cínico. Era de la banda. Al bajar se nos treparon unos delincuentes, eran esos taxis Volkswagen que le quitan el asiento de copiloto. Tirando unos golpes para amedrentar, y con un cuchillo y una pistola nos pasearon por buena parte de los cajeros, sacaron lo que pudieron y dos horas después, con el miedo lacerando la piel, nos fueron a tirar, casi a las 12 de la noche, por la Colonia Granjas México, atrás del aeropuerto internacional. Al bajar, pensé nos picaban con su cuchillo. No lo hicieron, iban solo por el dinero, pero ese miedo que sientes y esa adrenalina que sube y te mantiene en el temor, hacen que relates en memoria tu vida en ese tiempo que te tienen cautivo. Caminamos, había un expendio de Pemex, le pedimos a una señora que allí estaba velando nos prestara un teléfono. Nos asaltaron, le dije, pues iba con mi hijo Juan Carlos. No tenía teléfono, aseguró, pero pidió que no fuéramos hacia donde caminábamos, una zona muy oscura, porque, me imagino, allí era peor encontrar a esos pandilleros. Ni idea teníamos dónde estábamos. Paramos otro taxi y le dije voy sin dinero, nos asaltaron, llegando al hotel te pago. El taxista se portó gente, platicador preguntó si veníamos de la Zona Rosa, porque ahí a diario tiraban a cuatro o cinco que levantaban de ese lugar. Eso es el México de la ciudad que quiere estrenar Constitución y gobierno. Pero está en todo el país. No es privativo solo de ellos. No hay aldea ni ranchería de ningún pueblo nuestro que viva sin miedo, que se salve de los infortunios. Permeó en todo el país, y la delincuencia se hace de los espacios. Lo malo fue que mataron a una ciudadana española, nadie tiene derecho a quitar una vida. Las hienas carroñeras pululan en nuestras ciudades y, de verdad que sí, hay que cuidarse y desconfiar de todo.

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