A sus 28 años, Henrik Jeppesen puede decir ya que ha estado en cada país del mundo. Necesitó 10 años y cerca de 900 vuelos para visitar los 193 países. La travesía terminó en Eritrea en abril pasado, tres días antes de que cumpliera los 28.
Jeppesen creció en Dinamarca y quiso empezar a viajar a los 13 años. “Me gustaba el cine de todo el mundo. Era algo fascinante, me inspiraba para viajar”.
Finalmente, en 2006, cuando tenía 17 años y con una autorización por parte de sus padres, hizo su primer viaje: Egipto.
“Tiene buena infraestructura turística”, dice cuando se le pregunta porqué escogió ese país.
A ese viaje le siguió otro al sureste asiático, donde pasó un buen tiempo explorando la región.
Jeppesen no comenzó con el objetivo de visitar cada uno de los países que existen en el mundo. Su primera meta fue visitar 50 países. Luego creció, y la dejó en 100 países para “no ir a los que eran calificados como peligrosos”.
Hasta que se dio cuenta que hay muchos prejuicios e ideas equivocadas sobre ciertos países y quiso conocerlos todos.
“Viajar te abre los ojos a diferentes culturas y te hace ser más abierto a la diversidad. Diría que Irán tiene una imagen negativa por las acciones de su gobierno, pero tienen la gente más amigable del mundo”.
Jeppesen hizo contactos y amigos mientras le daba la vuelta al mundo y casi siempre viajó solo. “Es difícil convencer a alguien de que visite los destinos menos turísticos”, dice.
Cuando comenzó, mucho de lo que hacía era financiado con sus ahorros. Hizo couchsurfing, autostop (algo que, admite, no era práctico o seguro en todos los países) y compró la comida en supermercados, antes que ir a restaurantes.
En total, Jeppesen viajó casi 3.000 días y calcula que gastó unos 80.000 dólares en toda la travesía, lo que daría cerca de 25 dólares diarios. Algunos días no sacaba un solo centavo de su bolsillo, mientras que en otros se gastaba 100 dólares para pagar una visa.
También se volvió experto en viajar ligero y aprendió a lavar la ropa en la tina o el lavamanos. Incluso, llegó a viajar durante seis meses sin maletas. Todo lo que tenía era su iPhone y el cargador, el pasaporte, una tarjeta de crédito, audífonos y un par de calzoncillos.
“Eran cosas que podía guardar en mi bolsillo”, explica. Y agrega que solo cuando lo necesitó, compró ropa nueva.
Viajar sin maletas le trajo unas ventajas adicionales: que los controles de seguridad en los aeropuertos fueran muy suaves y que resultara muy atractivo para los locales, cuando hacía autostop.
“Era un experimento. Sabía que iba a hacer mucho autostop así que pensé que sería más fácil si parecía un local sin equipaje”.
En 2010 comenzó a viajar de tiempo completo y luego creó un blog para compartir crónicas y fotos sobre los recorridos que hacía. A medida que crecía el número de seguidores y lectores, Jeppesen buscó hoteles y aerolíneas para contarles de su objetivo y pedirles patrocinio.
Logró acuerdos para tener habitaciones y pasajes gratis a cambio de escribir sobre sus experiencias y mencionarlos en su blog.
“Comienza con una aerolínea pequeña. No te harán tantos pedidos y podrás tener más éxito”, aconseja. “Y siempre pídeles un tiquete”.
Cuando no podía conseguir pasajes aéreos gratis, buscaba la tarifa más barata posible en las páginas web de las aerolíneas y suscribiéndose a alertas de correo electrónico y boletines informativos. Así fue como encontró, por ejemplo, pasajes a 2 dólares por AirAsia.
“Hay que buscar esas promociones todos los días, a lo largo de todo el año, y comprar muchos pasajes cuando estén en descuento”.
Cuando el blog y las redes sociales de Jeppesen se expandieron, fue más fácil para él conseguir transporte terrestre y alojamiento gratis, pero no ha dejado de acercarse de manera minimalista a los viajes.
“Me sigo quedando con gente local, en las casas de los habitantes… así es mejor la experiencia. Es más personal, aunque se sacrifica algo de privacidad y de tiempo para trabajar”, afirma.
Además de los ingresos que ha recibido por su blog y sus redes sociales, Jeppesen también gana dinero dando conferencias sobre sus experiencias mientras le dio la vuelta al mundo y prestando asesorías para ayudar a otros viajeros que quieren visitar países no tan turísticos o a los que resulta difícil entrar.
Regresó a su casa, en Dinamarca, en julio pasado, pero todavía no está planeando echar raíces. Seguirá viajando y espera explorar mejor Estados Unidos el próximo año, para poder decir que conoce todos los 50 estados.
Para viajeros que quieran recorrer el mundo aconseja comenzar con un viaje cercano al lugar donde viven, luego moverse a países vecinos que tengan una infraestructura y una industria turística desarrollada y fortalecida. Para obtener las mejores experiencias, les pide a los viajeros que vivan y coman como los locales, no como turistas.
Y aunque sabe que tiene amigos en todo el mundo, conocer 193 países también implica hacer sacrificios. No pasó por una universidad y estuvo por largos periodos de tiempo sin ver a su familia y amigos más cercanos.
“Cada experiencia que tuve es mucho más valiosa que cualquier cosa que pudiera comprar. Por eso escogí viajar como modo de vida”.