De manera inusual, el primer debate entre los candidatos demócrata y republicano a la presidencia de los Estados Unidos captó la atención de la mayoría de los mexicanos. No era para menos. La amenazadora actitud del republicano Donald Trump hacia México y los mexicanos, no solo con la construcción de un muro a lo largo de la extendida frontera entre ambos países, a pagar por el gobierno de México, sino su decisión de revisar el NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) que el multimillonario empresario considera extremadamente negativo para su país, y su racismo extremo en contra de las minorías migrantes, de las cuales la mexicana parece obsesionarlo, constituyen motivos suficientes para que los mexicanos de todos los segmentos socio económicos quisieran seguir paso a paso el evento.
Con perfiles muy distintos, ambos candidatos se enfrentaron el pasado lunes en un fuerte intercambio de opiniones, en donde el previsible disenso no se salió del formato establecido, a pesar de las múltiples interrupciones de Trump a Clinton (27) en el segundo segmento de los seis que contempló el debate, que tuvo una duración ininterrumpida de 90 minutos.
Con una actitud de permanente aplomo frente al acoso verbal de Trump, sin salirse de su guion, la candidata demócrata Hillary Clinton resulto a juicio de la mayoría de las empresas encuestadoras que cubrieron el debate, la ganadora del mismo, aunque sólo por varios puntos, pudiendo haber noqueado a Trump, cuando tuvo oportunidad de hacerlo, en el segmento de política exterior, en donde el empresario mostró su claro desconocimiento, en este complejo tema, fundamental para la política norteamericana en el mundo.
No noqueó Clinton a Trump pudiendo hacerlo, atendiendo sin duda a una estrategia muy bien pulsada. De aquí al 8 de noviembre, fecha en que se llevaran a cabo las elecciones estadunidenses, aún habrá dos debates más, el segundo versara sobre el perfil y funciones de sus respectivos candidatos a la vicepresidencia, aún se desconoce el formato, y el tercero será definitorio sobre la imagen y condiciones en que llegan ambos candidatos al día de las elecciones, en donde cada uno de los candidatos sacará sus ases de la manga, para tratar de acabar con el adversario.
Cabe destacar que un importante segmento de la población blanca norteamericana, cuyo nivel de educación y cultura política es francamente bajo, apoyan las radicales propuestas de Trump, quien exacerba en el ánimo de esa población, la trasnochada noción del Destino Manifiesto, en donde un solo país puede recomponerse y consolidarse como líder mundial, con la mera guía de un líder como Trump, cuya vocación de confrontación a ultranza, que le ha dado buenos resultados en el mundo de los negocios, ofrece poder hacer lo mismo encabezando un gobierno.
La propuesta de Trump en lo económico, que Hillary califica de orientada a hacer más ricos a los ricos, gusta a los segmentos más conservadores de la clase media blanca (WASP) de Estados Unidos, que si bien no entienden bien a bien los prolegómenos de la economía en la era de la globalización, apoyan que acabe la “tolerancia” del gobierno de Obama hacia la población migrante (¿? ) Esta población, más algunos sindicatos que perciben a los migrantes como ladrones de empleos, e incluso algunos grupos de color y de origen latino, atípicos por supuesto, podrían hacer ganar a Trump.
Por lo pronto, en este primer debate Hillary Clinton sale bien librada, a pesar de lo breve de su enfoque hacia el tema la equidad de género, que apenas se tocó, no olvidemos que la candidata demócrata es la primera mujer en contender por la presidencia de los Estados Unidos, cuenta con un currículum impresionante y tiene la experiencia legislativa y de gobierno para poder gobernar con profundo conocimiento de causa, serenidad y acertado juicio. Conste que ninguna de estas cualidades es garantía de que de llegar a la presidencia, su política hacia México será benéfica. En términos de real politik será lo comprensiva o lo dura que tenga que ser atendiendo a los intereses de su país. La ventaja que advertimos es su profesionalismo y su inteligencia emocional que le ha permitido actuar con gran acierto frente a escenarios de crisis, incluso de carácter personal.
Trump es la antítesis. Impulsivo, deslenguado, arrogante, confrontacional; carece de experiencia en el ámbito público, lo que para muchos simplistas es garantía de cambio ( aunque no diga los cómos de lo que propone) y para los más sensatos, motivo de preocupación. Su estilo es la rudeza, contrario a tender puentes, y por si fuera poco, un misógino que no respeta a las mujeres refiriéndose a ellas en términos ofensivos y racistas; ha hecho planteamientos verdaderamente inauditos en materia de política exterior, pero a pesar de todo esto, ha seguido avanzando en las encuestas.
Tan divergentes como son entre sí, estos dos candidatos no han logrado sin embargo convencer a muchos ciudadanos estadunidenses. Se estima, que una quinta parte del electorado aún no sabe aún si votará por alguno de ellos o se abstendrá. Pero uno de los dos llegará a ser el presidente de la Nación más poderosa del mundo.
En términos de lucha libre se dice que ganó por muy pocos puntos la técnica Hillary Clinton, quedando abajo el rudo Donald Trump, lo suficientemente fuerte para hacer de las suyas en los días que faltan de aquí a la elección. Los dos debates faltantes serán definitorios.
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