Afirma el periodista Roger Ripoll que Khalil Ahmed Ibn Asad es un escritor español del que no es fácil saber mucho. En la web destinada a difundir sus escritos, en el apartado titulado “Sobre Ibn Asad”, podemos leer únicamente lo siguiente:
Ibn Asad no participa en ningún blog, web o red social; tampoco en conferencias, cursos o actos públicos de ningún tipo. Su trabajo público en español se reduce a los escritos aquí publicados.
Poco se ha sabido de su persona hasta ahora según el periodista francés. Pero su obra sí ha circulado por la red: libros como La danza final de Kali (2010) y La rueda de los cuatro brazos (2011) y el más reciente Artículos Polémicos (contra la new-age y la tecnocracia global), además de muchos artículos, y algunas conferencias, cuyo audio también se puede encontrar en Internet…
Ibn Asad es además de enigmático preciso en sus afirmaciones Lo único que se le pide al escritor es que escriba aclara. Después será un escritor bueno, malo o regular, pero la profesión exige escribir libros como al carpintero le exige hacer sillas o mesas. Escribe teatro y trabaja para una compañía; también para una editorial y para un periódico. Aun así sigue escribiendo libros.
La importancia de su trabajo como escritor y pensador es que pone en el tapete de las discusiones muchos conceptos polémicos, pero al mismo tiempo de una gran reflexión sobre el acontecer mundial y los actores que lo hacen posible.
He aquí algunos de ellos:
-El fin de la vida privada:
-Cualquier estructura humana tiene como base la institución familiar; si un proyecto “secular”, contratradicional, e infrahumano quiere imponerse, resulta comprensible que la familia sea una institución a destruir. Evalúe el lector con honestidad –en el entorno que tenga más a mano- la salud de la institución familiar: matrimonios basados en mentiras, hipocresía, separaciones, divorcios, paternidades ausentes, maternidades sin paternidades, incomunicación, infancias en soledad, ausencia de cohesión y estructura familiar, matrimonios no consumados… ¡e incluso matrimonios gay! La familia moderna no es sino el maltrecho residuo superviviente de un proceso de destrucción institucional de base social. El objetivo está claro y su éxito está a la vista: la destrucción familiar como unidad de desarrollo del ser humano.
-La centralización de poder: Ya hemos visto que, a nivel político, el Novus Ordo Seclorum se manifiesta como un proceso de centralización de poder, ya visible en el siglo XIX. Ese “centro” al que tiende a acumularse dicho dominio político es Europa (y por extensión, el satélite del gobierno federal norteamericano) Se trata del llamado Anglo-American Establishment. Lo más terrible de este proceso de centralización de poderes es que éste parece no tener límite: es decir, cuanto más centralizado está el poder, más poder existe para centralizar. Resulta así de paradójico: si los grupos financieros europeos ya controlaban el mundo a mitad del siglo XIX, actualmente lo controlan más allá de su totalidad, más allá de su objetivo inicial, más allá de lo que parecería el propio límite de control. Resulta ser así de aterrador. Las naciones y estados soberanos ya cumplieron su papel en este proceso; por lo tanto, su presencia se reduce a la residual utilidad que aún pueden tener para los grupos de poder transnacionales. En la medida en que carezcan de esa utilidad, los estados y naciones, resultan ya obsoletas.
-El gobierno mundial y la fuerza militar única: Esta es la pretensión explícita de los grupos de poder europeos: el gobierno mundial. Ya lo era en el siglo XIX, y lo es hoy en día, sólo con una salvedad: la pretensión actual es perpetuar y fortificar dicho gobierno porque ¡el gobierno mundial ya existe! ¡Ya es un hecho! Algunos ciudadanos que oyen hablar del “gobierno mundial” pueden pensar que se trata de una “profecía exagerada” para un futuro lejano… y sin embargo, todos ellos nacieron bajo dicho gobierno. Toda la agenda desarrollada en el siglo XIX y XX, consiguió por medio de ciertos eventos (principalmente, guerras), una centralización de poder en los grupos políticos que conforman el Establishment
europeo-norteamericano.
-La articulación de la política mundial a través de grupos privados de poder: Al igual que existe un porcentaje de ciudadanos que niegan estas obviedades, los hay quienes niegan la existencia de grupos cerrados de poder que articulan la agenda política global. Los estados “democráticos” son estructurados en un bipartidismo controlado por grupos financieros que eligen los candidatos, imponen el programa, y pagan las campañas. Los regímenes dictatoriales se sostienen en la medida que suponen ser de utilidad para la perpetuación y fortificación del Establishment. Los unos y los otros (los estados “democráticos” y los dictatoriales) son tan sólo piezas de ajedrez en una partida transnacional con el jaque mate a la vista. Estos grupos transnacionales de poder son cerrados, privados, y –en la medida de lo posible- secretos.
-La acumulación de capital: La consecuencia económica de todos estos puntos es una acumulación de capital que en el siglo XXI alcanza cotas de una obscenidad indigerible. La centralización de poder conlleva una concentración de riquezas aplicable a todos los niveles: continental (continentes riquísimos y continentes pobrísimos), nacional (dentro de un continente, naciones ricas en comparación a otras muy pobres), territorial (dentro de una nación, ciudades “ricas” y áreas rurales miserables), y social (una minoría riquísima –cada vez más rica, cada vez más reducida-, y una masa hundida en la pobreza). Esta situación va muchísimo más allá de cualquier “desigualdad”: se trata del más efectivo, silencioso, y barato medio de genocidio. Se estima que un 2% de la población mundial posee el 50% de la riqueza del planeta.
-El proceso de deshumanización: Ya en su definición, señalamos al ser humano como el infeliz protagonista del Novus Ordo Seclorum, y este protagonismo también se refleja en el terreno político y social. En el Nuevo Orden Mundial, lo humano existe en la medida en lo que esto aún resulta útil. En otras palabras, el ser humano deja de ser algo, para servir para algo. Y eso es en resumidas cuentas lo que aquí señalamos como proceso deshumanizador. Este resulta ser el objetivo social que culminaría todo el resto. Sin embargo, esta deshumanización iría mucho más allá de lo social, más allá de lo político, muchísimo más allá de lo filosófico.