El libro reseñado esta semana cuenta la historia de David, joven al que le queda poco tiempo de vida y quién tiene que decidir qué hacer con su tiempo.
Editorial Edhasa
Buenos Aires, 2015
Pp, 200
David, hijo de padre brasileño y madre mexicana, que han migrado a Estados Unidos, se queda solo después de que lo deja su pareja. Los médicos le dicen que tiene cáncer y le quedan poco tiempo de vida. A nadie le comenta su enfermedad. Un día se encuentra con Alex, hija de un soldado estadounidense, al que no conoce, y de una vietnamita. Ahora, ellas dos y su abuela viven en Estados Unidos.
A David le gusta tocar la trompeta. Consciente de que la muerte está pronta, empieza a regalar todo lo que tiene. Elige a quien le debe dar cada cosa. Alex, que tiene un hijo, trabaja en un pequeño supermercado de productos orientales que es propiedad de un vietnamita que antes de venir a Estados Unidos era monje budista. David se relaciona con éste y con el hijo de ella.
Esta obra, dice la autora brasileña radicada en Estados Unidos, “surgió de dos fuentes distintas: de la voluntad de reflexionar en la ficción sobre la situación de un hombre todavía joven que descubre que tiene poco tiempo de vida, y por lo tanto qué se hace en una situación así; y de la reflexión sobre el lugar de los refugiados, porque yo trabajé con refugiados durante un año y su experiencia es todavía más terrible que la de los inmigrantes, que abordé en otras novelas”.
La muerte está tratada como algo que ocurre, que es parte de la vida y no como una tragedia, y la autora dice de ella que la muerte y enfermedad son oportunidad para hablar “no solo del amor sino también de la amistad. La muerte pone la vida en perspectiva. Ninguna experiencia que tuve hasta hoy fue tan intensa como la pérdida de mi madre en 2014, y es muy extraño que no traigamos la muerte en nuestra conciencia todo el tiempo: eso haría de nuestras vidas no una experiencia más dramática ni pesimista, sino exactamente lo contrario, más exuberantes, compasivas, vueltas a lo esencial”.
La escritora forma parte de la nueva literatura brasileña y es reconocida en su país. Su obra ha sido traducida a varios idiomas. Su estilo es directo y sus descripciones claras y precisas. Sus personajes son creíbles y también revelan hondura. Son reales seres humanos, para el caso David, hijo de migrantes, y Alex, que es una refugiada. El libro se lee con facilidad. Me resultó atractivo. Me he propuesto leer a los nuevos escritores de la literatura latinoamericana.
Versión original: Hanói, Fundación Biblioteca Nacional, Ministerio de Cultura de Brasil, 2013, traducción del portugués al español de Teresa Arijón y Cristina Cermeño. Primera edición en Argentina, 2015.
@RubenAguilar