«Mi hijo Joaquín está desayunando cereal con galletas. Es domingo en la mañana, vengo de correr. Disfruto la sensación del cansancio físico. La casa está decorada de un olor a café de Guerrero. La casa sabe a café y mermelada, a un sabor de hogar particular. Todo ello configura la magia de la única aventura del hombre, que es su paso por el camino de la vida. Y entonces Joaquín, mi hijo de 15 años, me comenta que de grande le interesa ser director de cine. Lo importante es que, lo que haga, lo haga con ilusión. Su enigma será encontrar la felicidad en el futuro que le espera a él y a tantos jóvenes. Le insisto que busque su felicidad, como en todo le ayudará la suerte. Pero a eso le ayudaré. Es mi obligación Para eso soy su padre». Lo escribe en «24 Horas» el corresponsal de Televisa en España.