Desde el primer debate celebrado el 26 de septiembre del presente, en donde se vio a una Hillary Clinton proponiendo y a un Trump interrumpiendo –por cierto con una ventaja del republicano sobre su opositora de 8 puntos a principios de septiembre—y, en el segundo del 9 de octubre pasado en donde se observaron, en un inicio, ambas posiciones aparentemente muy conciliadoras pero que conforme avanzó el tiempo cambiaron a ríspidas, solo demostró que el ánimo “exterminador” de Trump quedó descontrolado frente a una Hillary segura y pausada pese a las arremetidas que le propició. Y eso ha sido la mayor ventaja de ella, que lo recibe con absoluto control y conocimiento aprovechando su experiencia y haciendo lo correcto, obedeciendo también lo que le aconsejan sus asesores. Y ello le ha funcionado.
Un aspecto que hizo que Trump no alcanzara –ni en el primero y ni en el segundo debate-el estándar deseable para superar a la contrincante, fue el de continuar demostrado su lado intolerante y la estrategia equivocada de divagar o evitar responder lo que no está seguro, no sabe o no quiere hablar de ello.
Y eso se notó más en el segundo encuentro, aunque la posición de los periodistas que lo condujeron—al ser insistentes—sirvió de presión a Trump para que se abocara a dar respuestas a las preguntas que incluían temas de Estado, en materia: fiscal, energética, social, de seguridad nacional, etc. Y ello fue determinante pues cada vez que éste desviaba el tema, pretendía evitar responder, utilizaba argumentos que no encajaban en el cuestionamiento o sustituía la respuesta con agresiones hacia Clinton, los comunicadores lo ubicaban en las preguntas base, lo que hizo que Trump se acorralara sólo y se desesperara, volviendo a mostrar sus debilidades: una actitud violenta y la ignorancia en diversos temas de Estado.
Y es que la estrategia muy “a la Trump”, de encubrir su ignorancia o ganar tiempo —por cierto dónde he visto eso en mi país–, siempre ha sido para buscar exhibir a Hillary en sus “puntos negros” o desviar el tema hacia lo que necesita decir para sacar su coraje o frustración. Pero también el evitar hablar de los temas que le duelen como, el tener un historial como evasor de impuestos en su país, lo exhiben. Desde el primer debate y luego en el segundo, hubo pocas respuestas de él que se centraran en hacer una propuesta seria en beneficio de la Unión Americana, tendiendo siempre a describir sólo el “qué”, pero nunca decir el “cómo”. ¿A qué político le he escuchado eso en México?-.
Por su parte Hillary con mucha astucia, en estos dos primeros debates, cada vez que tuvo la oportunidad sacó a relucir su experiencia de más de 30 años como abogada y en el servicio público, lo que le permitió abordar bien los diferentes temas de política de Estado —aunque Trump insistió que “todo lo hizo mal”–, sobre todo haciendo énfasis en la utilidad de sus decisiones y en la aprobación de leyes a su paso por el Senado y en otras posiciones en donde ha impulsado logros a favor de los más necesitados: discapacitados, migrantes, jóvenes, mujeres y sus familias. Incluso en el segundo debate, Hillary fue más cautelosa en no dar mucha información cuando se le preguntaban asuntos en materia de seguridad nacional. Igualmente al adoptar su posición sobre el medio ambiente, al hablar de la energía renovable para eliminar la dependencia del petróleo, etc.
Pero la cereza del pastel –que confirmó el triunfo en esta segunda oportunidad—fue su respuesta final a la pregunta de uno de los ciudadanos presentes en el panel, que les dijo: “alguno de ustedes nombraría algo particular que respeta hacia el otro”…a lo que la candidata demócrata contestó: “respeto a sus hijos (de Trump)…, son capaces, dedicados. No estoy de acuerdo con él, pero si reconozco a sus hijos”, respuestas que una vez más descontroló a Trump que no le quedó otra que decir: “ella no cesa, no se da por vencida….es combatiente…estoy en desacuerdo con ella, pero reconozco que ella no cesa…no se da por vencida”. Por todas esas razones, el segundo debate fue determinante para Hillary porque la apuntaló con una amplia ventaja.
Y los resultados hablaron por sí mismos. Después del primer debate pusieron a Trump en 43 % de las tendencias y a Clinton le otorgaron el 45%, apenas 2% de diferencia. Pero en el segundo encuentro, dieron a Clinton una clara victoria con el 57% de las preferencia, sobre Trump con 34%… y de esta manera llegaron al tercer debate.
Mismo que sucedió ayer 19 de Octubre. Éste se vio muy parejo en el principio, pero complicándosele a Trump a partir de la segunda media hora. Había empezado muy bien con el tema de los Magistrados de la Suprema Corte, hablaba de la necesidad de que fueran honestos, conservadores, de actuación recta de acuerdo a la Constitución, incluso se le vio bien al decir que éstos se inclinarían por la “vida” en el tema del aborto –lo que era prudente, porque con ello afianzaba una buena parte de la sociedad estadounidense que coincide con la posición pro-vida y que son sus seguidores–; pero su declive empezó a partir del tema migratorio, en el que insistió en el muro o una red eléctrica que pase por las fronteras, el de sacar a los migrantes y a sus hijos y, cuando mintió sobre su visita a México al decir que había existido una buena relación con el Presidente,–lo que fue desmentido por su opositora quien le mencionó los twitters del Presidente Peña–, etc., y ahí empezó a sudar . Otro punto que desbalanceó a Trump, fue el tema de su simpatía por Vladímir Putin el Presidente de Rusia, pensando en un futuro en una alianza estratégica y dijo: “el que EEUU se lleve bien con Rusia, no está mal”, lo que aprovechó su contrincante para exhibirlo: “si gana Trump, él hará lo que el Presidente Putin le diga”, además, “WikiLeaks ha estado espiando al país siendo el culpable el gobierno ruso”.
Luego Trump tuvo un ligero repunte cuando criticó a Obama exhibiéndole el que haya duplicado la deuda nacional y lo desaprovechó. Igualmente no uso a su favor el argumento de la disminución de impuestos, porque su opositora lo exhibió como un evasor de éstos. Luego se desvió reclamando que las Compañías Norteamericanas, ya no invertían en su país, que ahora se desplazaban a México y a otros países quebrando la economía nacional, pero no fue contundente para concluir el tema, le falto contenido; y más adelante no aprovechó el tema del crecimiento económico de su país, pues había hecho una comparación válida de la India y China que están creciendo al 8 o 9 %, comparado con los Estados Unidos que hoy tiene un crecimiento-según él- del 1 %.
Para el término de la primera hora, Trump estaba ya fuera de sus casillas y empezó a desviarse para manejar temas de la vida personal del expresidente Clinton y le fue muy mal, porque se le revirtió al ser acusado por su contrincante de ser un acosador de mujeres. En su defensa arremetió criticando a la Fundación Clinton llamándola “mala y delictuosa” y se tuvo que quedar callado cuando Hillary le mencionó los apoyos que ha dado dicha Fundación a países en desgracia , como Haití después del temblor y ahora con el nuevo desastre natural que acaba de sufrir. Y ya para el final, lo peor que pudo hacer: descalificar la elección desde ahora—cosa natural en nuestro país– que para los vecinos es un tema intocable, lo que le deja como una persona obstinada e intolerante al no aceptar un resultado si no le favoreciera. Y qué decir del cúmulo de descalificaciones contra la señora Clinton, diciendo: “tiene mal juicio”, “fue cómplice de Obama”, “todo lo ha hecho mal”, “es desagradable”, etc.
En suma, el comportamiento no cuidado de Donald Trump, fue determinante para sacar un resultado terrible para sus aspiraciones presidenciales. Por el contrario Clinton, siempre mantuvo la cabeza fría, respondió en consecuencia y ofreció propuestas en temas como: el aborto—las mujeres tienen derecho a decidir–, sobre la prohibición de las armas –pronunciándose en respetar la segunda enmienda a la Ley, pero inclinándose con la regulación de su uso–; sobre el evitar que los 4 millones de niños que nacen anualmente en los EEUU no sean deportados y pronunciándose por una buena frontera.
Así mismo, cuando habló sobre el mejoramiento de la clase media para elevar la economía, sobre el incremento de impuestos para los que más ganan, el invertir en la gente, en su educación, y capacitación; además de abordar el tema de seguridad y de guerra en el ánimo de conservar el apoyo a los aliados y no cerrar las puertas a refugiados. Por supuesto su meta siempre fueron las mujeres y le reclamó a Trump que haga menos a éstas, refiriéndole: “Donald cree que humillar a las mujeres le da poder”, rematando en su interés de lograr una transición pacífica, con respeto al resultado. En suma, Clinton demostró estar mejor concentrada, fuerte y ser merecedora de la confianza de sus simpatizantes, aunque en el fondo hay que reconocer que existe un gran número de estadounidenses que son radicales como Trump y que no cederán hasta la elección.
Finalmente, se puede decir que este tercer debate fue el mejor, con una conducción impecable de Chris Wallace de Fox News, que supo ubicar a ambos en todo momento, fue imparcial, muy respetuoso y logró que los resultados como evento fueran exitosos. Sin duda la amplia ventaja que hoy Clinton obtuvo después de estos encuentros, la colocan ya en un 52 % –bajando 5 puntos del referente anterior–y en un 39 % a Trump bajando 3, dándole la posibilidad en un 80 %, de ser la próxima Presidenta de los EEUU. Claro, si no le gana el exceso de confianza.
Luego entonces, las cosas así van y aunque algunos analistas mexicanos afirman que con ninguno de los dos, como Presidente, le haría bien a México—lo que es muy respetable—desde mi particular punto de vista creo que se equivocan, porque, tal como se ven las cosas hay más posibilidades de llegar a acuerdos con Clinton que con Trump, por la forma en que aborda ésta los temas de interés mutuo: migración, TLC, combate al narcotráfico, etc., y porque no va a arriesgar a una aventura, su buena relación con México porque sabe que también, muchas cosas para los EEUU dependen de esa buena disposición con el gobierno de nuestro país. Pero ya falta muy poco, se decidirá el próximo 8 de noviembre en que los estadounidenses elegirán al próximo Presidente o Presidenta de los Estados Unidos.
Y la verdad, hay que hacer votos para que las cosas salgan bien a los norteamericanos. Gane quien gane. Porque así a nuestros connacionales que allá habitan, les ira mejor y para que quienes vivimos en suelo mexicano también nos traiga beneficios al conservar una vecindad que nos ayude a crecer como naciones, dentro del marco del respeto a la Ley, la responsabilidad al asumir compromisos y la solidaridad cuando así se necesite.
Gracias y hasta la próxima.