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Excélsior

En una auténtica carnicería se convirtió el primer episodio de la séptima temporada de la serie The Walking Dead, donde por fin el despiadado Negan (Jeffrey Dean Morgan) reveló la identidad de su primera víctima dentro del cautivo grupo de Rick (Andrew Lincoln).

Tras más de 200 días de misterio, tras el final del sexto ciclo, en el que el líder de Los Sobrevivientes ejecutaría al azar, en un cruel juego de De tin marín, de do pingüé, a un miembro en ese momento desconocido dentro del grupo cautivo, con su letal bate de beisbol forrado con púas, al que llama Lucille; anoche el público de Estados Unidos y Latinoamérica pudo conocer simultáneamente el desenlace de una masacre en el capítulo de AMC y tranmitido por Fox, titulado The Day Will Come When You Won’t Be, en cuya trama no se escatimó en litros de sangre ni en lágrimas, al más puro estilo de la estética del cine gore.

La primera víctima de Negan fue nada menos que el grandulón pelirrojo Abraham (Michael Cudlitz), quien tras recibir un batazo en la cabeza propinados por el villano se volvió a poner de rodillas para decirle «Chúpame los güevos» y luego recibir un sin fin de impactos de Lucille hasta quedar hecho papilla, literalmente.

Pero la crueldad de Negan no tiene límites y tras ser golpeado en el rostro por Daryl (Norman Reedus) su furia estalló contra otro integrante de los prisioneros… Un personaje que estuvo al lado del protagónico Rick desde el primer episodio de la primera temporada, Glenn (Steven Yeun), quien tras escuchar la amenaza de «Volvamos al juego» de imprevisto el bate estalló contra su cabeza, en un claro guiño a la dramática original del cómic de Robert Kirkman, luego de darse licencias creativas acerca de la historia.

Mientras Glenn siente cómo la vida se le extingue y con el rostro desfigurado por el mortal impacto dirige sus últimas palabras a su pareja embarazada Maggie (Lauren Cohan): «Te buscaré…», para luego también sucumbir ante una ola de incesantes batazos.

Y como si eso no fuera suficiente, la inimaginable maldad e incremencia de Negan culmina en un acto -con reminiscencias casi bíblicas, alusivas al Génesis del Antiguo Testamento, cuando Dios le pide a Abraham sacrificar a su hijo para comprobar su incondicionalidad divina- donde él le ordena a Rick que le corte con un hacha el brazo irzquierdo a su adolescente hijo Carl (Chandler Riggs) si es que no quiere ver morir a todos sus amigos bajo el sangriento poderío de Lucille.

Así tras someterlo, humillarlo y hacerlo sufrir a costa de su obediencia, Negan termina con el poderoso y unido equipo de Rick, ahora condicionado a trabajar para él, ser de «su propiedad» y abastecerlo semanalmente de provisiones, si es que no quieren volver a sufrir otra sangrienta lección a costa de Lucille.