*Muchos que quisieron traer luz, fueron colgados de un árbol. Stanislaw Lee. Camelot.

VERACRUZ EN LA PICOTA

Las picotas son columnas de piedra más o menos ornamentadas, sobre las que se exponía a los reos y las cabezas o cuerpos de los ajusticiados por la autoridad civil.

Abra usted la página de cualquier periódico, o prenda la tele. En todos los noticieros nacionales ocupamos la primera nota. La maldad permeó en este pedacito de patria que sabe sufrir y cantar. Que si no es un rancho, es las coordenadas del Cura Solalinde, que ubicaba al fugado JDO en equis punto de tierra chiapaneca. Rumores van y vienen, que si está en tal lado, que sí en Canadá, Centroamérica o Chacaltianguis. Puros rollos. Que sí la PGR, que todo lo encuentra, acaba por no encontrarlo. Vamos mal, la Casa Tomada y Flavino solo con los suyos, los que modositos llegan con el clásico, lo que usted ordene, señor, páguenos cuando pueda, en abonos chiquitos, como Elektra. Enfrente tiene la Tormenta Perfecta. La oposición tiene la casa tomada y no la soltará. En el suelo y en colchonetas, pernoctan. Vendrán los fríos invernales y nada los moverá. Exigen su dinero. Y a Los Pinos parece no importarles nada. Ni se pronuncian, ni nada. Ha llegado el senador Pepe Yunes pero con no muy buenas noticias. Parece que el ‘no hay dinero’, es un lema que le sueltan a Veracruz.

LOS CASTIGOS

No pueden castigar a los ayuntamientos ni a los proveedores que se les debe. Debe haber una ingeniería de desastre, para que, como si fuera un Plan DNIII económico, Peña Nieto ordene al secretario Meade que venga y rescate a Veracruz. Porque ellos también fueron culpables, cuando oían de lo que se avecinaba y voltearon a ver a otro lado. Para lo que les importará. En Veracruz hay un vacío de poder, un vacío de autoridad y eso es muy peligroso. La delincuencia puede aprovechar estos espacios para apoderarse de sitios no encontrados. La culpa es de los legisladores locales y de la Constitución veracruzana. No puede ser que quién gane la gubernatura, deba esperar seis meses para tomar el poder, como ocurrió aquí con el electo gobernador. Pregunté a un perito en asuntos económicos y de legalidad, si habría un esquema para ejecutar un Plan Marshall para Veracruz. Llamé a Juan Felipe Aguilar de la Llave, tataranieto del General de la Llave y último secretario de Finanzas de Miguel Alemán Velasco, economista puro que de tanto estudiar se quedó sin pelo, como yo. Me dijo que sí. Que la Ley de Coordinación Fiscal en su Artículo 6º, segundo párrafo, habla de que la Federación, cuando los gobiernos incumplen, es la que debe cubrir los adeudos. O sea, que en lugar de plantársele a Flavi, que no tiene ni cuerpo ni corazón y ni lana, deben ir a la Comisión Permanente de Funcionarios Fiscales. Cito el Artículo Sexto, párrafo segundo: “La Federación entregará las participaciones a los municipios por conducto de los Estados; dentro de los cinco días siguientes a aquel en que el Estado las reciba; el retraso dará lugar al pago de intereses, a la tasa de recargos que establece el Congreso de la Unión para los casos de pago a plazos de contribuciones; en caso de incumplimiento la Federación hará la entrega directa a los Municipios descontando la participación del monto que corresponda al Estado, previa opinión de la Comisión Permanente de Funcionarios Fiscales”. Veracruz se hunde, el iceberg nos pegó fuerte, salados andamos, ya nada más falta que gane Trump, y entonces sí, a huir todos.

ULTIMA HORA.

Ayer, al cierre de este espacio de pocos lectores, llegaron Manuel Muñoz Ganem (jerarca de la entrega-recepción y avanzada de Yunes, como en Dunkerque), y Rogelio Franco Castán, presidente del PRD, a la oficina de Finanzas con el secretario Antonio Gómez Pelegrín. Le dijeron ambos que, mientras no soltara el dinero a los ayuntamientos, no habría recepción. El panista Humberto Alonso Morelli le dijo que él era el culpable de esos malos manejos y que, por su riqueza inexplicable, le esperaban 10 años de cárcel. Allí terminó el diálogo, según me dice un garganta profunda de Xalapa. Allí se rompió una taza y cada quien para su casa. Pobre Veracruz. Tan lejos del dinero y de Los Pinos y tan cerca de la quiebra y de los sucesos involuntarios. De una rebelión que, esperemos, no llegue a consecuencias inéditas. Aunque todo lo vivido ahora es inédito. Los vientos de la rebelión andan soplando por todos lados, como los Norte que, cuando llegan, mueven todo y traen frío y lluvias y a veces tempestades. No nos merecemos todo esto.

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