Esta obra del diplomático Antonio Mediz Bolio da una visión milenaria de la cultura maya como sus danzas, ritos y cosmovisión, además de una reflexión filosófica sobre sus tradiciones.
Gobierno del Estado de Yucatán y CONACULTA
México, 1996 Pp.89
Se escribe este libro en 1922. Se le considera un clásico de la literatura americana. Es una reflexión inteligente y hermosa sobre el glorioso pasado de los mayas.

En carta dirigida a Alfonso Reyes, el autor dice de su obra: “He pretendido hacer una estilización del espíritu maya, del concepto que tienen todavía los indios – filtrado desde millares de años – de sus orígenes, de su grandeza pasada, de la vida, de la divinidad, de la naturaleza, de la guerra, del amor, todo dicho con la mayor aproximación posible al genio de su idioma y al estado de su ánimo en el presente”.

El que fuera integrante de la Academia de la Lengua desde 1943 añade: “le repito, para explicarme, que he pensado el libro en maya y lo he escrito en castellano. He hecho como un poeta indio que viviera en la actualidad y sintiera, a su manera particular, todas esas cosas suyas. Los temas están sacados de la tradición, de huellas de los antiguos libros, del alma misma de los indios, de sus danzas, de sus actuales supersticiones (restos vagos de las grandes religiones caídas) y, más que nada, de lo que yo mismo he visto y oído, sentido y podido penetrar en mi primera juventud, pasada en medio de esas cosas y de esos hombres”.

El autor, que fue embajador en España, Colombia y Argentina, continúa: “Todo ello me rodeó al nacer y fue impresionado, antes que por nada, por ese color, por esa melancolía del pasado muerto, que se hace sentir, en las ruinas de las ciudades y en la tristeza del hijo de las grandes razas desaparecidas, que tienen una continua evocación de lo que fue delante de sus ojos. Una poesía especialísima, autóctona, misteriosa y de fuente remotísima, hay de todo esto. Yo he querido aprovecharme y he hecho este primer ensayo”.

Quien escribió la letra de las canciones Caminante y Yucalpetén, con música de Guty Cárdenas, y el guión de la película La noche de los mayas, dice que “de cuando en cuando, en la expresión, en las imágenes, es posible que se encuentre cierta semejanza con lo oriental. Eso es precisamente porque todo lo prehistórico de América tiene sentido estético y religioso inseparable del Oriente asiático, y quien sabe si no es el Oriente el que se parece a América, porque esta fue su raíz. De todos modos el carácter es así, y así lo he dejado”.

Y Reyes, de la obra de Mediz Bolio, comenta: “Mi enhorabuena muy calurosa. Así quisiera yo que, de cada rincón de la República, nos llegara la voz regional, depurada y útil. En el concierto de todos esos matices vibraría el iris mexicano (…) Pero en Yucatán – península de oro -, el sol baña las ruinas más antiguas del mundo, en un ambiente donde cierta placidez, ya antillana, contrasta con la tremenda profundidad de arcaicos mitos. No es mucho que los escritores de aquella tierra se hayan sentido atraídos, de tiempo en tiempo, por la tentación de rasgar el velo de Iris. Esta vez, querido Antonio, tiene usted la palabra”.

De esta obra, en una nota preliminar, Emilio Abreu Gómez afirma que “en ella se siente que la cultura de Yucatán, de categoría, antigüedad y vigencia nobilísimas, adquiere resonancia gratas al oído y al corazón. Con su belleza, más allá de su belleza, se alcanza la verdad hermética del maya. Su poesía está de acuerdo con la poesía que nos pertenece y que un día soñó Martí en uno de aquellos sueños luminosos que tuvo frente a la tragedia espiritual de América”.

Reyes califica al libro de “inédito”. Lo es. En una prosa poética de gran calidad literaria recrea, desde una interpretación muy particular, marcada por el idealismo, el mundo maya. Desde hace muchos años sabía que existía La tierra del faisán y del venado, pero es hasta ahora que lo leo. Es un libro enigmático. Una reflexión profunda, de carácter filosófico, sobre el hombre, las tradiciones, el paisaje y la cultura. En esta obra la forma, el estilo, es parte del contenido. Disfruté de su lectura.

@RubenAguilar